Capítulo 10

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Capítulo 10

Les había dado a sus empleados la salida una hora antes. Quería estar solo, en su oficina, hasta su tía le dijo que se marchaba. No quería hablar con nadie. Se encontraba bebiendo whisky, no era bueno bebedor, no acostumbraba a beber, únicamente lo hacía cuando se encontraba deprimido.

Apenas llevaba 3 vasos.

Miraba su reloj a cada momento, esperando que se acercase las 9 pm. Quería mirar con sus propios ojos, lo que le dijo Omar de Elisa. Si con eso la podía sacarla a ella, a sus pies de la cabeza y aceptar que ya no tenía oportunidad de acercarse y querer adorarle sus bellos pies. Tenía que hacerlo, tenía que ir a seguirla y espiarla.

Miro por última vez su reloj y eran las 8 :40 camino hacia donde se encontraba su saco negro, lo tomo, se lo puso, se arregló el cuello de la camisa blanca y la corbata negra. Las llaves de su coche y su celular los tomo de su escritorio.

Camino lentamente por el medio de la bodega, como todos los días lo hacía, pero hoy era distintivo, se sentía vacío. Había logrado todo lo que se ha propuesto, una compañía, ser diseñador de zapatos, tener un hijo. Tener ese poder que tanto deseaba, pero algo le decía que aún le faltaba algo. ¿Amor? Puede ser. Era honesto con el mismo, no lo esperaba de Elisa, ni de Vanessa y de nadie más.

Salió de la bodega, al mirar su Bentley, dudo si podía conducir, se sentía mareado. Hizo un gesto sin importancia y se subió. Tuvo que rodear varias calles para poder estacionarse a 4 tiendas antes de la zapatería, apago su coche, apago las luces y se inclinó hacia el volante mirando fijamente afuera de la tienda.

Miro como las otras vendedoras salieron rumbo a la parada del bus, después a Claudia y Elisa que se quedaron a cerrar la tienda. Se percató que no llevaba tacones. Chica lista aprendió la lección.

Un coche de un viejo modelo paso a un lado del suyo, se estaciona enfrente de la zapatería y miro a Elisa que se subió en la parte del copiloto. Sujeto con fuerza el volante, espero que el coche del ex avanzara, cuando vio que tenía, una distancia correcta, él prendió el coche y los empezó a seguir.

Elisa y Arturo llegaron al restaurante, entraron al estacionamiento del restaurante.

—Bajemos, reserve una mesa para esta ocasión —le informo. Elisa estaba feliz. Sabía que esta era la noche.

Empezó pensar que podía renunciar a la zapatería. Arturo le pagaría la multa, se olvidará de las ventas, de la deuda de la hipoteca, de vender sus muebles y dé. No quería llegar a nombrar a su jefe. Ya no lo volvería a ver.

Arturo no la tomo de la mano, no era extraño y nunca lo hacía. Entraron al restaurante

—Tengo una reservación de nombre de Arturo —le informa al mesero y le indico donde se encontraba la mesa.

—Si, adelante la mesa está al fondo para dos personas

Caminaron, él iba adelante, al llegar a mesa tomaron asientos y el mesero le daba las cartas a cada uno. Ella tenía mucha hambre y no sabía qué pedir.

— ¿Qué pedirás? Tengo mucha hambre —le pregunto a Arturo

— Lo que se ha. Yo no tengo mucha hambre. Pero tú pide lo que quieras Eli —le gustaba mucho que le digiera Eli.

Rogelio se encontraba afuera del restaurante. Era momento de marcharse; sin embargo, algo en él, le decía que no se marchara y no lo hizo. Espero. Siempre seguía su instinto.

— Buena Elisa, quiero pedirte una disculpa, sé que fue muy estúpido de mi parte, engañarte de esa manera. —Arturo después bebía su copa de vino, muestras que miraba fijamente.

A Los Pies De ElisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora