Capítulo 10: Cicatrices

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El parque de las lagunas, un rincón en la Nación del Fuego rodeado de docenas de estanques llenos de todo tipo de peces, algunos anaranjados, otros atigrados y algunos otros pintos. Lugar donde los árboles de pétalos rosados destacaban por encima de los otros. Pasando el encorvado puente rojo, que atravesaba el estanque principal, había un par de bancas donde la gente podía sentarse y reposar, allí, estaba sentado el joven de ojos color miel. Un gato-ardilla se había acurrucado sobre sus piernas y el maestro tierra lo acariciaba con delicadeza, sintiendo el ronronear del animal. Poco antes de que el gato-ardilla apareciera, un grupo de espíritus jugaba en el estanque, Kuttar los había visto a lo lejos, quería acercarse, ver como jugaban, pero en cuanto sintieron su presencia desaparecieron.

Estaba acostumbrado a que eso pasara, en el Mundo de los Espíritus ninguno se le aproximaba; incluso Aye-Aye había perdido amigos, todos le advertían que estar cerca de él era peligroso, a pesar de todo, el Lémur se quedó. Ambos habían generado cierto cariño por el otro, aunque ninguno lo admitía. La preocupación que sentían el uno por el otro era genuina, justo como la que él sentía por sus amigos, pero Kuttar era demasiado testarudo para decirlo y Aye-Aye demasiado orgulloso para aceptarlo.

Horas antes de llegar al parque, una serie de eventos acontecieron en el palacio: Tras hablar de lo peligroso que era Qin y su alianza con Ek, debían estar preparados para lo peor. Cada país atravesaba sus propios problemas, advertir al CUN era simplemente inútil, esto debía resolverlo por cuenta propia, pero para eso debían tener la ubicación exacta de Ek, y Kuttar debía reconectarse con Raava; decirlo siempre fue más sencillo que hacerlo, enlistar un plan era igual, las cosas nunca salen del todo bien. Aye-Aye iría a la biblioteca para obtener información; Neyen estaba decidido en acompañarlo, no solo por querer conocer más del mundo espiritual o de Aye-Aye (claro que su curiosidad por el Ser era bastante) sino por lo que Taima había visto, Neyen quería entender a su amigo.

— ¡Por supuesto que no me acompañará! —reprochó el espíritu—. Saben que los humanos están prohibidos.

— ¡Vamos! Necesitaras ayuda para obtener algún pergamino, además, Neyen sabe del mundo espiritual. —dijo Kuttar.

— ¡Ag! De acuerdo, pero sin preguntas, si te pierdes no regresare a buscarte, y... ¡No molestes a los espíritus! Estamos un poco sensibles por todo el cambio energético que ha habido. ¿Entendido?

— ¡Sí señor! —respondió Neyen en un acento militar.

Kuttar procedió a abrir una brecha.

— Sígueme, mugroso. —ordenó Aye-Aye de forma irritada.

Neyen comenzó a olfatear su ropa y sus axilas buscando algún rastro de olor fétido.

— ¿Huelo mal, amor? —preguntó a Paithoon con un puchero apenas perceptible por la barba.

— No le hagas caso, así es. —respondió Kuttar, tras ver que Paithoon miraba de forma retadora al espíritu—. Es su forma de decir que le agradas.

Y así ambos atravesaron la brecha. Confiaba en que Aye-Aye trataría bien a Neyen, o por lo menos tendría paciencia.

El gato ardilla alzó su cabeza para mirar a quien le masajeaba el lomo, entonces Kuttar pudo darse cuenta de que al pequeño animal le faltaba un ojo.

— La vida no ha sido buena contigo amiguito. —dijo en voz baja, apenas perceptible; incluso para él mismo.

El pequeño mamífero volvió a acurrucarse un poco más pegado al estómago del joven y cayó nuevamente en un sueño profundo. Kuttar había llegado a aquel lugar para despejarse, se sentía intranquilo; sin ganas de nada. Estaba preocupado por todo lo que acontecía, por volver a involucrar a sus amigos y ponerlos en peligro, tal vez si dejaba que Vaatu actuara tendría la fuerza suficiente para detener a Qin, para matarlo; evitar todo lo malo que pudiera pasar, aun poniendo su propia vida en riesgo solo para poder salvar a todos. Sacudió su cabeza bruscamente, como para alejar aquel pensamiento que acababa de tener, no podía matar a otra persona, no se lo permitiría.

AVATAR. La Leyenda de Kuttar. Libro 3: Yin YangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora