Extra 1

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Bajo el manto de la noche, sus ojos chispean al mínimo reflejo de la luna. Sin importar el incremento de la velocidad, su vista se mantiene estable mientras corre. Esquiva arboles con gran precisión, salta sus raíces y los matorrales que se interponen en el camino.

Frente a él, continua ausente la imagen que persigue.

No puede creer que Izuku le lleve tanto por delante con solo cinco minutos de ventaja.

Han transcurrido ya algún tiempo desde que iniciaran ese juego. Demasiado, ciertamente, para ser solo un preámbulo a lo que en verdad anhelan. Katsuki decide ponerle fin al tormento; inclina el cuerpo progresivamente hasta que sus manos tocan la tierra húmeda y su andar se siente más libre ahora que toma esa posición primitiva. Permite que sea su nariz quien le guie en lo que sus ojos no ven. Corre raudo, con mayor flexibilidad ahora que usa cuatro extremidades. Deja tras él pedazo de tierra y vegetación arrancada con sus patas.

Su nariz le informa lo cerca que se encuentra su presa.

Sus oídos reaccionan al ruido ligero de los pasos del omega al correr.

Sus ojos dan con la gracia de esa capa roja batiéndose al aire, a penas separados por una línea de árboles.

Katsuki sonríe hambriento.

Ejecuta un quiebre rápido con su cuerpo. Sus instintos básicos de bestia y la experiencia como héroe le llevan a saber el momento exacto del ataque. A velocidad, los cuerpos colisionan estampando un sonido seco a mitad de la naturaleza. Katsuki lo cubre instintivamente con su ser, llevándose la mayor parte del golpe contra el suelo. Ruedan unos pocos metros, manteniendo siempre a Izuku protegido entre sus brazos. El giro termina con el alfa acostado en el suelo y el omega atrapado contra su pecho.

Permanecen en esa posición uno minutos. Agitados, respirando entrecortado; hasta que la risita de Izuku le cosquillea los pelos del pecho. Katsuki se une a él. Suaviza el abrazo, facultándole de separarse si así lo quiere. El omega se alza ligeramente con ayuda de sus manos, trae una sonrisa inmensa en el rostro. Katsuki pasa una de sus garras muy suave contra la piel de su frente, donde un rizo rebelde se interpone entre sus ojos y los de él; llevándolo tras de su oreja.

—Te atrapé —anuncia el alfa, como si se tratase de una novedad.

El omega vuelve a reír, en tanto apoya con mayor fuerza sus manos. Impulsa el cuerpo hasta quedar sentado. Una posición que fascina al lobo, tenerlo desposando sobre su cintura. Logra ver con claridad la capa roja amarrada en su cuello, cayendo sobre sus hombros. Cubriendo solo los laterales de su cuerpo, dejando una franja en medio que resalta la piel desnuda.

Aún no sabe de dónde carajos pudo conseguir aquella prenda, pero sin duda agradece que se haya dado esa tarea y ahora le esté regalando semejante visión.

Lleva una mano hacia el muslo lampiño, subiendo hacia su vientre.

—Supongo que he ganado el premio.

Izuku retrocede las caderas, rozando la polla aun escondida. Él trae una capa, Katsuki no tiene nada más que su pelaje.

—Lo tendrás —ondula las caderas provocándolo—, pero a mi manera.

Mantiene el movimiento de sus caderas constante, sintiendo sus palmas callosas por el uso del quirk rozarle los muslos, el abdomen. Cada que el lobo gruñe, sus garras se clavan en la piel. Nunca llegan a dañarlo, solo se hunden hasta donde la elasticidad de su piel suave le permite.

Lleva una mano hacia el bulto del alfa. Desenvaina su verga del capuchón donde se esconde. No puede verla, pero sus dedos la dibujan dura, grande y lista para penetrarlo. Izuku sube y baja la mano, procurando no rozar sus uñas. Trazando una a una las venas que siente en el relieve.

Juguemos en el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora