Reglas #4 y #5

11 4 8
                                    

Regla 4.- Si estas en el vestidor y tu reflejo no se mueve contigo, miralo a los ojos hasta que parpadee.

No hay mucho que decir, aparte de que da algo de miedo ver que tu reflejo de repente deja de rasurarse y te mira como si quisiera quitarte la vida.

La verdad esto no es un problema, no pasa seguido y lo máximo que hemos cronometrado es treinta segundos, así que hasta donde sabemos está es la regla más segura del lugar.

Siendo que esta es mucho más corta de lo normal, pasaré a la siguiente de una vez.

Regla 5.- No hagas enojar a Gurz y siempre asegúrate de que este bien alimentado.

Esto no alcanza a describir lo jodidamente difícil que es encargarse de Gurz. En serio, la cosa es una maldita molestia de principio a fin.

¿Recuerdas cuando dije que no quería que se comiera a otro conserje? No fue una broma, estuve ahí para verlo.

Como sea, supongo que debo comenzar desde el principio, hace casi siete años cuando el joven Taylor de tan solo veinte años y sin ninguna experiencia laboral después de dejar la universidad a mitad de carrera estaba pasando por su SEGUNDO día de trabajo.

Estaba patrullando las lúgubres bodegas junto a Thomas, quien era mi superior asignado ese día. Por lo general los chicos de las bodegas pasan el menor tiempo posible dentro y hacen su trabajo extremadamente rápido porque no sólo no quieren estar en medio cunado se da una regla dos, sino que tienen miedo de que Gurz este hambriento y los vea como nuggets de pollo.

No los culpo, realmente puede hacerlo cuando tiene hambre. De hecho, su regla dice específicamente que hay que tenerlo alimentado.

Como sea, estábamos patrullando en la bodega cuando de repente, al iluminar con mi linterna en una de las enormes sombras creadas por las cajas de entrega me lo encontré a casi cinco metros de distancia.

Sí tuviera que describir a Gurz sería como una rata de piel, como esos gatos sin pelo; con dientes frontales como los de Timmy Turner, ojos pequeños y cuatro patas de araña saliendo de su espalda que lo ayudan a sostener su gordo cuerpo.

¿Ahora entiendes porque tuve un ataque de pánico al verlo? No sólo es feo con ganas, fue lo primero que me encontré y me asuste mucho. Estuve a punto de sacar mi tazer y dispararle cuando Thomas agarro y mano y me detuvo.

-Si te quieres morir no te detengo chico. -Me dijo el idiota que me lo recuerda cada que puede. - Pero ahora mismo ya tenemos mucha atención de la policía encima y no quiero decirle a mis ancestros que me comió una rara-cosa gigante.

Cuando lo encontramos estaba, por suerte, comiendo de una de las bolsas que le damos. Thomas se acercó sin miedo y lo palpo, y luego fue, dejandome solo el muy imbecil, para volver con otra bolsa.

Pocos minutos después Gurz terminó con la segunda bolsa y se alejo con ese extraño sonido que hacen sus patas auxiliares al golpear el concreto. Y eso que no te he dicho como suena la bestia, ni me creo capaz de describirlo.

Fue entonces cuando tuve mi ataque de pánico y mientras estaba en medio de eso Thomas se alejo.

-Thomas ha visto suficiente por hoy. Thomas se va a casa.

Aún asustado corrí detrás de él y fue Gutiérrez, el primer guardia que nos cruzamos, quien me ayudó a calmarme. Incluso me facilitó un hinalador.

Por si aún no lo has notado, Thomas y yo nunca nos hemos llevado bien debido a lo que hizo, y fue bastante reprochado durante unos meses por ello. No sólo dejó al nuevo solo con la bestia durante varios minutos cuando está tenía hambre, sino que ni siquiera intentó calmarlo o explicarle una mierda.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jul 16, 2022 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Las reglas del centro comercial Where stories live. Discover now