El Bajo Mundo: Primera Parte

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El alba del Sol iniciaba su resplandor donde daba a ver la figura de una pequeña dormir plácidamente sobre unas flores tan hermosas, la iluminación de algunos rayos solares dieron en sus párpados, lo que ocasionó una molestia en ella y abriera ligeramente los ojos para posteriormente llevarse una mano a estos y cubrirlos del Sol.

—Mmh… —quejó adormilada (...) mientras se levantaba para sentarse. Tardó unos segundos en reaccionar dónde estaba y al hacerlo se percató que se mantenía lejos del pueblo o de la casa donde vivía, —¿Dónde estoy? —cuestionó asustada, no había nada a su alrededor salvo flores y una hermosa vista, tampoco recordaba lo ocurrido del día anterior, vagas escenas de ella junto con su "familia" escapando pero siendo acorralados por el pueblo se pasaron por su mente, luego surgió el hecho impactante que le hizo olvidar el después de ese momento, Len y Jyn muertos a sangre fría frente a sus ojos.

Ella comenzó a llorar por la perdida de quienes la llegaron a querer, se olvidó por completo de su alrededor y sólo se enfocó en su dolor y en el ahora, pues nuevamente había vuelto a quedar sola; todavía no conocía la existencia de Sirius en su interior. Sollozos fueron los que se escucharon en aquel paisaje de brisa fresca que daban a ver cada facción ondulada de las flores a causa del aire, Hinode deseaba volver al lado de quien le cuidó estos últimos dos años ya que era el único ser que le quedaba, nuevamente, con vida y que la amaba.

—Ja-jamás debí… de apartarme d-de… tu lado… —dijo (...) entre cortado por culpa del llanto, —Nunca d-debí de haberme ido d-de la isla —, continuó llorando hasta calmarse por completo puesto que no le quedaba de otra, él ya no se encontraba a su lado o al menos eso seguía pensando ella.

Esa mañana con el sol resplandeciente, se vio opacado por una silueta que se empezó a formar frente a la pequeña. Hinode, sin darse cuenta de ello porque su cabeza prevalecía hundida entre sus piernas, se mantuvo en silencio hasta que aquella cosa hizo un sonido ocasionando que la niña alzará la vista. Sus ojos se abrieron como platos y en seguida se tornaron de un cristalino; se abalanzó hacia esa cosa mientras volvía a llorar sólo que ahora de felicidad.

—Lo siento, ¡lo siento!, ¡LO SIENTO! No debí haberme ido de tu lado. ¡Estoy tan feliz de verte aquí! —expresó contenta y a la vez con remordimiento.

Sirius sólo se limitó a observar sus acciones y corresponder ese abrazo con el gesto de acariciarle el cabello. Así estuvieron hasta que la pequeña decidió separarse de él y ver su rostro, que sin duda en estos momentos  la contra luz no lo dejaba distinguir por la posición en la que se mantenía.

—On ecah atlaf euq sagis odnamarred samirgal rop solle —comentó con una cálida voz si es que a eso se le podía llamar cálido, pues la calamidad hablaba con un tono grave y distorsionado que para muchos les parecería aterrador, pero para Hinode es como escuchar paz y tranquilidad por su presencia.

Ella manifestó una sonrisa grácil asintiendo ante lo que él le dijo, sin embargo, no pudo evitar sentir la nostalgia de aquellos recuerdos tan bonitos que tuvo con la pareja del cedro. Esto produjo que Sirius sintiera celos dado que ahora se establecía un vinculo entre él y ella, y por supuesto con sus pensamientos y emociones; haberse adentrado en el cuerpo de la chiquilla le hizo obtener este resultado, más no se arrepentía de nada y sin duda sacaría provecho de ello.

—Se aroh ed sonri, añin —expresó Sirius sin hacer notar ese sentimiento que le ocasionaron los recuerdos de (…).

La menor asintió sin rechistar y esperó lo suficiente para ver como la calamidad adoptaba otra forma, una de tamaño promedio con apariencia terrorífica y cuadrúpeda, esto para que la pequeña niña se subiera sobre su lomo y así poder continuar hacia su nuevo viaje en donde sólo serían ellos dos contra los misterios de esta nueva tierra.

¿Estoy Soñando?Where stories live. Discover now