03: El primer día

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En el patio de la escuela, debajo de un árbol yacía un chico tocando tranquilamente la guitarra

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En el patio de la escuela, debajo de un árbol yacía un chico tocando tranquilamente la guitarra. Solo, tocaba de manera pacífica una melodía para sí mismo.

Escucharlo era hipnotizante, y verlo te absorbía aún más. Aquellos acordes adormilaban todos mis sentidos. Como si se tratara de una melodía encantada que no me permitía percibir ninguna otra cosa en todo el patio de recreo, mis ojos se cerraron para apreciar la música mejor y mis pies comenzaron a moverse hacia él.

Volviendo a mis sentidos, abrí mis ojos con miedo a tropezarme y me di cuenta que ya estaba lo suficientemente cerca. Sin embargo, él no había notado mi presencia todavía. Estaba muy ensimismado en su melodía, como si él también estuviera encantado por ella.

Sus ojos estaban cerrados y podía apreciar sus largas pestañas a pesar de mantenerme a unos cuantos pasos de distancia. Si no estuviera tocando la guitarra podría jurar que estaba dormido. Su rostro era delicado y denotaba toda la paz del mundo.

Quería sentarme a su lado y también recostarme sobre el árbol. Quería apreciarlo de cerca y luego cerrar mis ojos para disfrutar la canción que salía armoniosamente de su guitarra. Pero no podía, estaba plantada sobre mis pies viéndolo.

—¡Beomgyu! —una voz aguda interrumpió mis pensamientos.

La guitarra dejó de sonar y sus ojos se abrieron con calma para ver a la persona que le llamaba.

Yo también dirigí mis ojos hacia ella. Una chica que parecía ser de mi edad, de ojos grandes y muy sonriente, pero no estaba sola. A su lado había dos chicos más; Uno de ellos era casi idéntico a ella, solo que masculino, y el otro era mucho más alto y tenía facciones poco comunes.

—El receso está a punto de acabar y seguro ni has almorzado —volvió a hablar la chica.

Beomgyu sonrió y se rascó la nuca, avergonzado.

Apenas me di cuenta que ninguno de ellos me veía, el sueño se tornó lúcido.

El chico más bajo se acercó a ofrecerle una mano, ayudándolo a levantarse. Beomgyu la aceptó y se puso de pie con la guitarra sujeta en su otra mano, pero antes de empezar a caminar con ellos su cabeza giró hacia mí y sus ojos conectaron con los míos.

(...)

Esta vez cuando desperté y alargué instantáneamente mi brazo, sí conseguí mi diario. Finalmente estaba en mi cuarto de nuevo.

Antes de que mi mente se dispersara con cualquier pensamiento, saqué el lápiz enrollado en mi libreta y comencé a narrar todo lo que recordaba de mi sueño.

A pesar de que intentaba no distraerme mientras lo escribía, cada vez se me hacía más extraño. El chico de la guitarra era el mismo que había alucinado cuando desperté en el hospital, incluso tenía el mismo nombre.

Purpose | Choi Beomgyu ; TXTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora