Prefacio

333 69 147
                                    

─Tienes que estar bromeando ─le dije, conteniendo las ganas de llorar y de que se me quebrara la voz─. Somos la mejor pareja, hemos estado juntos por cinco años y... ─parecía que intentaba convencerme más a mí misma que a él.

─Deja de decir eso. Y no, no estoy bromeando, ya te lo dije, esto se terminó.

─No puedes dejarme, te amo ─mi corazón latía rápido, incrédulo, comenzando a desesperar.

─Pero yo a ti no, ya te he dicho que tengo a alguien mejor. Se ve mejor que tú, tiene un carácter más afable, beneficia mi posición... tú no puedes darme nada de eso. Sólo eres un estorbo que no deja de arrastrar problemas y ya me cansé de eso.

Sentí que me moría, con cada palabra que Richard decía, el aire abandonaba mis pulmones y no conseguía volver a respirar. Un calor extraño invadía mi cuerpo de forma extremadamente incómoda, como si los fuegos del infierno me asaran lentamente, y experimentaba un extraño mareo. Llevé una mano a la cabeza intentando calmarlo, e intentando procesar toda la información que él me daba: Richard me había reemplazado por alguien mejor.

─Puedo convertirme en alguien mejor, alguien que te merezca, alguien con quien quieras estar ─me hallaba tan desesperada que hubiera hecho cualquier cosa que él me hubiera pedido en ese momento, con tal de conservarlo tan sólo un poco más de tiempo.

─No lo entiendes ¿verdad? Siempre la tuve a ella, no te necesito.

Ya no pude contener las lágrimas y éstas escaparon silenciosas de mis ojos, rodando lentamente por mis mejillas y confundiéndose con las gotas de lluvia.

─¿Entonces por qué? ¿Por qué estuviste conmigo si en el fondo querías a alguien más?

─Necesitaba que ella reconociera mi valor, y ya tengo lo que quería. Puedes irte por donde viniste, no me interesa nada de lo que tengas para decir.

─¿Me usaste? ─Mi mente se negaba a procesar aquello.

─Si ya lo entendiste, puedes dejarme en paz Kat.

─Lamentarás lo que hiciste.

─¿De verdad? ¿Qué piensas hacer? Si le dices algo a Anna o le pones un dedo encima, te arrepentirás de verdad ─y acentuó lo que decía dándome un empujón que casi me tiró al suelo mojado.

Me hice hacia atrás para resguardar mi espacio personal. No podía ser. ¿Acaso él siempre había sido así de violento? ¿Por qué no me había dado cuenta antes? Había sido una completa estúpida. Ahora le tenía miedo y además me sentía profundamente avergonzada. Había hecho el ridículo delante de esa chica y de otras personas en vano.

Bajé la vista.

─Ella se va a enterar que eres un cerdo.

─Si te metes entre nosotros, te mataré.

Por algún motivo, la amenaza sonó real, vívida.

Quería vengarme, pero no había nada que pudiera hacer en realidad.

Lentamente emprendí el camino de regreso a casa, empapándome por fuera con la lluvia y por dentro con océanos de llanto. Sentía que me asfixiaba. Yo de verdad lo amaba y, aunque la lógica me decía que era un patán y que no merecía mi cariño, mi corazón no podía dejar de latir por él una y otra vez, rememorando cada momento bonito que habíamos pasado juntos. No importaba si aquellos momentos eran una gran mentira, de todas maneras, sentía la necesidad de atesorarlos, pero cuanto más me recreaba en aquellos recuerdos, más dolían. Se quebraban como fragmentos de sueños. El camino de regreso a casa fue eterno, así lo prefería quería alejarme ahora, en vez de esperar otro autobús y aguantar el bullicio de la gente dentro del vehículo. Cuando estaba triste, siempre prefería la soledad para auto repararme.

Sangre de fénix [Vampiros]Where stories live. Discover now