Capitulo 5: "El otro lado de la moneda".

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Totalmente desconcertada, caminé unos metros a la luz de la luna hasta divisar el estanque de la mansión, cuyas aguas reflejaban la plateada luminosidad nocturna. En la distancia, entre las sombras, pude distinguir a Brahms, de pie en el estanque, mirando fijamente la luna. Estaba empapado, su figura destacando en la penumbra. Me acerqué lentamente a la orilla, percatándome de la máscara de porcelana que cubría su rostro, ahora fragmentada y revelando una vulnerabilidad oculta.

—¡Brahms, ¿estás bien?! —mi grito resonó en la quietud de la noche, pero no obtuve respuesta. La melancolía impregnaba el aire, y una intuición urgente me instaba a rescatarlo de aquel estado.

Se volteó hacia mí, regalándome una sonrisa triste que se dibujaba apenas visible en la penumbra. En ese instante, algo lo atrajo hacia el fondo del estanque, una fuerza invisible que desafiaba la realidad.

Sin titubear, me despojé de mis pantalones y blusa, quedando en ropa interior, y me sumergí en la laguna con un grito desesperado.

—¡¡BRAHMS, BRAHMS, BRAHMS!!

Un nudo apretó mi garganta, mientras la oscuridad del agua envolvía mis sentidos. Aunque racionalmente no teníamos conexión, mi cuerpo actuaba por instinto, impulsado por una fuerza inexplicable.

Al llegar al lugar indicado, el barro se deshacía bajo mis pies, amenazando con devorarme. Pensé que moriría, la tierra me absorbía implacablemente. Me resigné a la rendición, pero algo me tomó, me sacó de las garras de la tierra y me devolvió a la superficie. Respiré con fuerza, reconociendo en ese instante que mi salvador era Brahms.

Estaba atrapada entre sus brazos, la textura de su piel contra la mía, nuestros rostros tan próximos que podía sentir su aliento en mi cuello. Sus brazos me rodeaban con firmeza, creando un abrazo reconfortante y protector.

Tomé su rostro entre mis manos y lo besé. El contacto de sus labios fue inicialmente suave y tierno, pero con cada segundo, la intensidad del beso creció, volviéndose más apasionado y profundo. Sus manos se posaron con determinación en mis muslos, mis piernas se aferraron instintivamente a su cintura, mientras mis brazos rodeaban su cuello y mis manos se enredaban en su cabello rizado.

Nos separamos por la falta de aire, y Brahms se refugió en mi cuello, soltando un gruñido audible, apretando con fuerza mis muslos. Besó mi cuello, y en un susurro apenas perceptible, pronunció mi nombre.

—Lia...

Abrí los ojos en la penumbra. Todo estaba oscuro. Miré el reloj en mi mesita de noche, que marcaba las 7:00, como un testigo silencioso del extraordinario encuentro que acababa de vivir. Me reí para mí misma, no lo podía creer.

Dios mío que mierda esta pasando, parezco una adolescente hormonal.

No puedo darme el lujo de fantasear con este hombre, que en cualquier momento podría venir y cortarme el cuello.

Confundida, me incorporé rápidamente de la cama y me encaminé hacia el baño, buscando una realidad más tangible. "Lia, es solo un sueño, un mal sueño", repetía frente al espejo mientras me lavaba la cara.

Mi subconsciente me había jugado una mala pasada esta vez. Regresé a mi habitación, faltaba una hora para despertar, así que decidí distraerme con el celular. Busqué debajo de la almohada, en el cajón de la mesita de noche, en el escritorio, pero no lo encontraba.

De repente, recordé. Maldición, estaba en el sótano.

Pésima mañana, ¿que pensara Brahms si descubre mi visita nocturna? Apuesto lo que sea, a que no creo que le agrade el que descubir dónde está en su punto más vulnerable.

MyBOY. |Brahms Hellshire|Where stories live. Discover now