Prologo II

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Yang Jeongin

Yang Jeongin nunca imaginó que terminaría en una cárcel para omegas metahumanos.

¿Cuánto tiempo había pasado ahí?

No lo recordaba realmente, suspiró pesadamente, ese día lo iban a trasladar a otra prisión con mayor rango de seguridad, se suponía que no era un criminal.

Solo un "discapacitado mental".

El peliblanco padecía, según los vagos estudios psicológicos y psiquiátricos (a los cuales no les creía absolutamente nada) infantilismo, depresión y trastorno de la identidad dependiente, además de sociopatia en un grado menor.

Puras estupideces y tonterías para él y su lobo, que en todo momento conversaba y bromeaba con él para no sentirse tan solo.

Tenía puesta una camisa de fuerza, la odiaba con todo su ser, esa cosa le causaba mucha picazón y ansiedad, no se podía moverse cómodamente y eso le frustraba tanto, sonrío divertido observando al guardia alfa que lo escoltaría hacia el autobús.

- Buenos días, alfa... - saludó alegre el menor levantándose de la dura cama de concreto, amaba molestar a los guardias o provocarlos un poco, siempre reaccionaban muy agresivos, cosa que a Jeongin le encantaba y lo hacía reír demasiado, porque no podían hacerle nada debido a que, si llegaban a hacerle daño de cualquier manera, los castrarían y matarían solo con su declaración escrita.

Privilegios de discapacitados mentales.

Pero había veces en las que los guardias lo asustaban mucho y lo hacían llorar del miedo, por eso gran parte del tiempo se la pasaba medicado y somnoliento.

- Cierra la boca omega Yang. - regañó el guardia jalando del brazo al menor sacándolo de la celda, Jeongin rio burlón obedeciendo la orden.

Subió a la parte trasera del vehículo con una capucha en el rostro, uno de los guardias silbaba confiado, los otros dos simplemente platicaban sobre él, mejor dicho, lo morboseaban, escuchó muchos comentarios inapropiados sobre su cuerpo, no le gusto, pero prefirió callárselo, porque no valía la pena ponerse a pelear con alfas idiotas.

En su mente imaginó como les cortaba el pene con un cuchillo muy filoso y sonrió entretenido.

El viaje dio inicio, todo transcurría con normalidad, el menor comenzaba a quedarse dormido, estaba realmente aburrido, extrañaba sus peluches y juguetes, se los habían quitado meses antes porque supuestamente debía aprender a ser un buen omega para poder conseguir un buen alfa.

Pura mierda.

A él no le importaba ningún alfa, solo quería jugar con sus peluches y correr en su forma animal, eso lo haría muy, muy feliz.

Varios disparos comenzaron a escucharse, el auto se detuvo simultáneamente alarmando a los oficiales, pero a Jeongin no le importaba en absoluto, en general no le importaba nada.

Las puertas fueron abiertas por los guardias y pronto se quedó solo, mejor para él, los olores de esos estúpidos alfas eran muy fuertes y amargos, los detestaba, los disparos continuaron unos momentos más, nunca sintió miedo o terror, no sabía porque, su lobo solo se regocijaba con el sonido de las balas y los gritos.

No es que fuera psicópata o sociópata, porque si sentía dolor, tristeza, compasión y felicidad, pero solo por ciertas personas.

Un olor se hizo presente en sus fosas nasales, era muy adictivo, lo hacía sentir seguro y protegido, le recordaba mucho a esa época en la que podía correr libremente por el bosque, donde podía juguetear con insectos y embarrarse de lodo, esa época en la que nada lo encarcelaba o retenía.

¤ 메타휴먼 ¤ (Metahumans)Where stories live. Discover now