11. RUMORES.

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Cuando ya íbamos saliendo del hospital,  dejamos que él comisario y la paciente se adelantaran al camino a la camioneta del policía para que mi hermano llamara a Felipe.

Para entrar al pueblo si o si tenían que pasar por el lugar donde estaba el ingeniero, y si Amelia veía toda esas máquinas, no sería el "reposo" deseado dictado por el médico.

Felipe tenía que encontrar la manera de que no viera para el lado derecho, con todas las grúas, sino, sería el fin de nuestra tranquilidad en el pueblo.

Llegando al vecindario, Gabo miraba a la ventana en todo momento, o movía la cabeza de un lado para el otro, cosa que a mí me desconcertaba mas.

Por ahora, no se veía ninguna distracción efectiva por la ruta.

—¿Estan bien? — Amelia se dirigió hacía sus nietos—. Los veo muy callados.

—Si, abuela, estoy perfecto —aseguró el chico.

—No pasa nada —aclaró Mack.

—¿Que es eso de ahí? —preguntó la panadera segundos después, apuntando a la carretera izquierda.

Los dos chicos y la chica se miraron entre si, cuestionandose la situación.

—Eso es...

—Gente, que vino...

—Para...

Los hermanos no tenían explicación alguna, pero la mayor se emocionó por la sorpresa que tenía la gente del pueblo para ella, por lo que no tuvieron que dar declaraciones de nada.

Personas del pueblo sujetaban un cartel de dos metros de ancho con el titular: ”BIENVENIDA, AMELIA!"

Bueno, había que aceptar que la supuesta sorpresa no fue a lo pequeño.

—Viste, Abuela, todo el mundo te quiere —comentó Gabo, alzando las cejas con ironía hacía el policía y su hermana.

La chica negó con la cabeza y una sonrisa plasmada en su cara. Si que su mejor amigo tenía que ser creativo para estas cosas.

Pero ella se dio cuenta cuando quiso mirar las máquinas y la camioneta ya empezaba a andar de nuevo, después que pararan un minuto para el recibimiento de Amelia, que el rubio seguia con una cara de disgustacion.

Llegamos a la habitación de la mayor para acostarla, y que básicamente se relajara unas horas.

Era mejor dormir en tu cama que en una camilla del hospital, por cierto.

Entramos a la panadería, abriendo mi laptop porque a Gabo se le olvidó traer la suya. 

—Menos mal que es tú novia y tenías que verla jugar la final —Le había comentado.

FÚTBOL GIRL~O11CEOnde histórias criam vida. Descubra agora