Fútbol Girl, ¿lo han escuchado antes?
Mack Moretti viene siendo una chica como cualquier otra, pero su ambición y determinación les dice que ella está destinada a jugar su deporte favorito con su hermano; A el fútbol, y con Gabo Moretti.
Le ponen...
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—Me llegó la...
—Lo se —interrumpi a mi hermano—. La invitación del Atlético de Madrid. Se escuchó de acá a Italia, Moretti.
Dedé se rió de mi chiste, pero al instante se acordó de algo, probablemente a qué a él todavía no lo llamaban, por lo que cambió su semblante.
—Ya te va a tocar, Dedé, todos lo vamos a conocer.
—Todos no —susurré.
Gabo me miró con una cara, representando a qué me decía "no ayudas".
El 10 levantó más la vista cuando un Oliver se despedía de su DT y se acercaba a nosotros.
Fuimos y nos acercamos sigilosamente a él, para que las personas que estuvieran al rededor (por suerte, no había ninguna conocida) no estuvieran pendientes de nuestro cruce de palabras.
—¿Cómo te fue? ¿Pudiste averiguar algo? —murmuré.
Negó rápidamente. —No. Nada. El técnico ha entrado hace poco al colegio.
—¿Y él no tiene algún conocido para preguntarle? —cuestioné con esperanzas.
—Me dijo que no. Me dijo que no quedaba nadie de esa época en el colegio —toqué mi frente con frustración—. Los despidieron a todos.
—Tiene que haber alguien con él que podamos hablar. Alguien que sepa lo que necesitamos —habló el 10, sabiendo que pedía respuestas.
—No conozco a nadie, pero puedo hablarle a un ex-alumno, para ver si sabe algo. Es lo único que se me ocurre —dijo el de EE.UU.
—Es una buena idea —opinó Dede.
—Si, es una buena idea. ¿Vos podés hacer esto hoy? —Gabo apresuró.
—Voy a hacer lo que pueda. Pero mañana juego mi primer partido.
Asentimos con la cabeza, sabiendo que tenía la razón.
Cuando hay partidos, la cabeza en la cancha y en el resultado.
—Te agradecemos igual.
Sonreímos en forma de despedida y Oliver se retiró.
Solté una queja en murmuros.
—¿Qué hacemos ahora? —pregunté con impaciencia.
Quiero que este problema se acabe ya.
—No sé, pero lo único que sé es qué solo tenemos suposiciones. ¿Y si Alan nunca trabajo para el colegio de los Beavers? —dijo Gabo.
—Tendriamos que empezar a buscar por otro lado —respondió el brasileño.
—¿Por dónde? —preguntamos al unísono.
—Ni idea.
—Si no podemos confirmar lo de los Beavers, volvemos a estar en 0.
