Secuela
Cuarto libro "Sensaciones Italianas".
Llevo conociéndolo más tiempo del que soy capaz de recordar, siempre ha sido una de las personas que más está para mí pero jamás había notado lo que siento hoy.
No soy capaz de definirlo como amor porqu...
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Marcus. Escucho lo que Alex me dice y estoy negada a creerlo. —Señor le repito ella no tiene ningún tipo de relación con las grandes encartaciones que hemos tenido, no se relaciona de ninguna forma.
—No puede ser, ella misma estuvo metida en nuestros negocios. —aseguro.
—Su familia ya no tiene el negocio de narcotráfico lo entregaron hace uno dos años, no se sabe las razones más allá que poder estar en paz pero mantienen el negocio de cobro por protección entre otros.
—No veo la relación por la que ella estaba aquí según que, por su negocio familiar. —tiró la copa de vino al suelo rompiéndo la en mil pedazos.
—Está claro señor, ella ha sido contratada para limpiar las calles para el distribuidor que la contrató.
—Eso es sólo una teoría. —afirmó
—Es una realidad señor, en las calles de Italia de eso se habla, de cómo los Digory viajaron a Estados Unidos a buscar a uno de sus miembros que fue atrapada, de como ellos ya no están en negocios ilegales, solo en el cobro de protección que sería algo así como una policía pero con su propia ley. —Deja un informe en mi escritorio. —Menos mal y no le hizo nada porque sus sospechas de inocencia terminaron siendo ciertas.
—¿Qué debería hacer?
—Creo que tienes claro cuál son las dos opciones aunque para evitar alguna guerra entre su familia y ese policía que la está buscando como un maldito perro te sugiero que no la mates, después de todo si es inocente.
Se fija en mi brazo y niego. —¿Qué te sucedió? Tienes una cortada bastante llamativa.
—Es solo un rasguño, quería ver qué tan buena era para defenderse.
—¿La atacaste? —pregunta alarmado.
—No, solo entrenamos, ella quería medir su fuerza con alguien, eso fue todo.
—¿Te gano? No lo puedo creer.
—Si alguien más pregunta lo voy a desmentir, pero si lo hizo, aparenta ser alguien débil pero es muy ágil y pega duro.
—¿Entonces si la dejaras libre?
—Aún no lo sé.
—Sabes muy bien que debes hacerlo, de nada te sirve tenerla aquí.
—¿Qué pasaría si no la quiero dejar? Si quiero seguir alimentando este obsesión que estoy comenzando a tener por ver cómo ella cada noche se transforma en su versión más seductora, me obsesiona escuchar como pelea conmigo y mis hombres aún sabiendo que el cualquier momento puedo dar la orden de que la maten, ella no me tiene miedo, ella se ha acercado a mis hijos, es la única mujer que a logrado que ellos realmente sientan la ausencia de su madre, incluso hace dos noches me han preguntado si ella es su madre.
