11. Pasadizos secretos.

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Jisung desde muy temprana edad aprendió a desaparecer de la vista de todos por medio de los pasadizos secretos del castillo. Su lugar favorito antes era la oficina de su padre, hoy se encuentra cerrada bajo llave con un encantamiento. Recuerda pasar horas junto a su hermano en aquel lugar, su padre siempre les daba obsequios algo raros para niños de su edad, objetos encantados, artefactos extraños (pero inofensivos), libros sobre magia antigua, mapas viejos de cuando el castillo apenas estaba en construcción. Razón por la cual el Príncipe Donghyuck era bueno desapareciendo al igual que su hermano menor.

No estaba de humor para aquella entrevista, mucho menos si debía estar con su madre porque sabía que sus palabras no fueron las mejores, debía disculparse, pero, siempre había un pero. La Reina Jihyo es demasiado orgullosa y Jisung detesta a las personas que son así. Es su madre. Ella y su hermano son la familia que le queda. No quiere perder a alguien más, pero si no salva a Zers de sufrir un cruel fin lo lamentaría de por vida, sentiría que le han arrebatado ese pedacito que aún conserva de su padre.

Los dragones no se pueden domesticar, llega un tiempo donde se unen a la naturaleza, se vuelven salvajes. Cuando Zers era solo un bebé dragón jugaba mucho con él, era como tener un lagarto de mascota. A medida que fue creciendo lo visitaba de vez en cuando en aquellas montañas llenas de dragones, su hermano era quien más pasaba tiempo con Zers para ese entonces. El Rey Park ChanYeol fue uno de los pocos expertos en criaturas de fuego. Sabía cómo entrenarlos para que no atacarán a sus allegados, como alimentarlos y mantenerlos a salvo del mundo. Los dragones jamás fueron una amenaza, los humanos sí.

[. . .]

Tomados de la mano, Chenle y Jisung se introdujeron en las paredes del sombrío palacio. A pesar del caluroso día esos estrechos lugares se sentía un aire espeso, había algo de neblina causada por la humedad, un clima agradable de alguna forma.

Ellos salieron del pasadizo por un pequeño callejón que los condujo a la entrada de los jardines, justo arriba de los balcones floreados.

—La reina se enojará con nosotros, conmigo más que todo. Creerá que soy una mala influencia para ti. —dijo Chenle.

—Si alguien es mala influencia aquí, definitivamente soy yo. Ella creerá que te corrompí o algo así. —respondió Jisung, riendo.

Chenle observó cada parte de ese amplio jardín, muchas flores en su mayoría color naranja y rojo, varias fuentes de agua, pero todas estas tenían las mismas decoraciones de anillos, planetas y estrellas. Además de un pequeño muelle en el lago.

—Deberíamos ir, deberías. —murmuró Chenle un tanto inseguro, debía actuar como la voz de la razón, pero siendo sinceros quería estar más tiempo con Jisung—. Te esperaré afuera hasta que la entrevista termine.

—No quiero ir. —respondió Jisung, mirando sus manos entrelazadas, se había vuelto habitual eso—. Si mi madre dice que eres una mala influencia le dejaré en claro que eres una de las mejores cosas que me han pasado en mi corta vida.

Chenle se encontraba ruborizado, además de el hecho de estar a la vista de varios guardias, estaban tomados de las manos, eso no le servía a su débil corazón que podría derretirse al igual que el hielo directo al sol.

—¿Vamos muy lento? —preguntó Jisung tomando de imprevisto al príncipe—. Quiero decir... ¿Crees que vamos muy lento en lo nuestro?

Eso sonó lindo para Chenle.

—Yo no lo creo de ese modo, ¿tú lo crees? —preguntó Chenle de vuelta, mirando con ternura a Jisung y con algo de diversión porque se había puesto nervioso.

Jisung negó, arrugando la nariz y mordiendo su labio inferior para evitar decir alguna estupidez.

Chenle esbozó una gran sonrisa.

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