31. El toque de hielo.

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Jaemin había quedado con Jeno en salir a la ciudad, pero surgió un pequeño problema. Iba tarde. Se supone que debía estar en la salida del palacio hace quince minutos y todavía no había terminado de arreglarse. Estuvo todo el día viendo películas al lado de dos buenas compañías, el tiempo se había ido volando y luego quedó rendido en la cama.

Él salió de la habitación terminando de peinarse con las manos, acomodando como pudo los mechones rebeldes en su frente. Para haberse arreglado en el menor tiempo posible se veía presentable y eso estaba mejor que bien. Había estado de buen humor, divirtiéndose y pasando un rato agradable. Incluso se olvidó de varias cosas que tenía en mente. Aunque había algo que no había podido olvidar y en el fondo le atormentaba. Sus sentimientos le asustaban. Sabía que sentía algo por dos personas, pero no llegaba a aceptarlo del todo. Desde antes le había gustado alguien que solo fue su amigo de la infancia y luego un amor platónico que resultó ser correspondido. Era algo confuso y aterrador.

Por más que Renjun y Jeno se llevaran bien, en algún momento se cansarán de lo que sucede entre los tres y le pedirán elegir a uno de ellos.

Jaemin suspiró amargamente.

Odiaba pensar de más y justo eso hizo. Sacudió la cabeza y se dijo a sí mismo que la noche sería para divertirse. Cruzó un gran corredor que conectaba con varios pasillos llenos de velas en el suelo cuando de repente escuchó la voz de su madre lo cual lo desconcertó un poco.

¿Cuándo había llegado la Reina Taeyeon? ¿Por qué no había dicho que iría al Oeste?

Siguió el sonido de la voz hasta quedar al frente de una puerta entreabierta. No quiso asomarse porque eso sería ser entrometido, pero igual quería escuchar, quería ver a su mamá.

—¿Por qué negarse a algo que puede beneficiar a todos? No lo comprendo. ¿Qué les hicieron los mestizos a su reino? —cuestionó la Reina Taeyeon—. Solo falta su voto para que por fin ellos puedan ser libres antes de que sigan divulgando rumores e implanten terror en las personas sobre ellos. Admito que me aterra un poco la idea por lo que ha venido pasando, pero es mejor evitar un conflicto directo.

—Estoy al tanto de las decisiones tomadas por el consejo de magia y el comité, pero sigo sin entender por qué mantener el juego por la corona. Es ridículo. ¿Para qué hacerlo? ¿Para que una persona tenga los cuatro elemental por un siglo y no haga nada más que darle más beneficios a su propio reino? —dijo la Reina Irene—. No quiero perder a ninguno de mis hijos por culpa de este juego.

Jaemin escuchó a las mujeres y concluyó que estaban en una reunión privada por video hologramas, entonces su madre no estaba allí y él estaba siendo un chismoso. Técnicamente sí le interesaba el tema porque estaban hablando del futuro de los cuatro reinos, el juego en el cual podría llegar a ganar una Reina Líder el Este o perder a una princesa. Él podría perder a su única hermana.

—Nadie va a morir. —Taeyeon quiso sonar segura, pero había algo de titubeo en sus palabras que Jaemin notó perfectamente.

—¿Por qué está tan convencida? Una de las pruebas es en las islas flotantes. Por años su familia estuvo cuidando al Este de las criaturas que resguardan en esas islas y ahora quieren que se lleve a cabo una prueba en ese lugar. ¿Cómo voy a estar tranquila? Estoy hablando de mis hijos.

Jaemin se asustó un poco. Las criaturas que resguardan las islas flotantes ¿que son los elementales? ¿Acaso hay más? Empujó lentamente la puerta para tratar de escuchar con claridad de lo que hablaban ambas reinas.

—Lo entiendo, mi hija será partícipe. Pero pensar de esa manera traerá solo lo que más temes. No comprendo la razón por la cual esto sigue en pie. Lo mismo con otros asuntos que los fundadores parecen ignorar.

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