Capítulo XXI

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POV LINCOLN

En el funeral todos sus amigos estaban.

No soportaba las condolencias de todos, hacía un esfuerzo grandísimo por estar allí.

El señor Roberts se acercó a mi una vez que llegamos a su casa.

Ander, Sofia, y mi hermana junto con mi primo consolaban a Amelia. Yo sinceramente no podía acercarme a ella, me sentía una mierda de amiga.

- ella quería que supieras que no te dijo nada para pasar sus últimos días a tu lado, tranquila, llevar una vida normal

No señor Roberts, por favor.

- cuando regresamos de viaje, por la situación, nos dimos cuenta de su cambio - confesó - habló con nosotros, por primer vez en su vida habló con nosotros

Mis lágrimas no se hicieron esperar.

- estaba feliz, Elizabeth, estaba feliz y todo gracias a ti

- créame que si hubiera podido hacer algo lo hubiera echo, no puedo, no puedo con esto

Me envolvió en sus brazos, dejándome aspirar ese perfume que me recordaba a ella.
Me miró, esa mirada idéntica a la que me hacía suspirar cada vez que la veía.
Me sonrió, una sonrisa que revolvió esas mariposas muertas en mi estómago, haciéndome querer vomitarlas para ver si dejaba de sufrir tanto.

Haciéndome chocar con la horrible realidad de que la había perdido.

- me pidió que te entregara esto - sacó un sobre de su saco negro - y que lo leyeras en ese lugar especial que marcó su historia, de principio a fin

(***)

El viejo cartel a punto de caerse se estremecía producto a la fuerza que ejercía el viento sobre él.

Sentí mis ojos llenarse de lágrimas nuevamente, pero las alejé decidida a entrar en el lugar.

Suponía un esfuerzo grandísimo poner un pie dentro.

Cada pared, cada columna, cada grieta y cada olor me recordaba a su persona.

Cerraba sus ojos y su sonrisa invadía mis pensamientos, haciéndome ceder ante mi tristeza nuevamente.

Me senté en el suelo, al pie de la puerta, sacando el sobre blanco del bolsillo de mi abrigo.

Dude por unos momentos si abrirlo o no, pero al final decidí.

Dentro contenía una de esas características figuras que solía regalarme cada noche, y ahí, justo ahí, mis lágrimas se dieron paso sin pedir permiso.
Leí el pequeño grabado que tenía en su exterior.

"Supongo que este tendrás que romperlo, de antemano, lo siento mi ángel"

¿Acaso era posible que no pudiera siquiera mirar aquel barquito de papel?

Acaricié los bordes de la figura con delicadeza, debaratando la obra de arte que marcaba mucho en mi vida.

Comencé a leer, las letras borrosas por culpa de las lágrimas acumuladas en mis ojos, sintiendo la primera palabra perforar mi corazón sin piedad.

Comencé a sentir por ti, comencé a sentirme atrapada en este sentimiento que me come los huesos y el alma. ¿Sabes? Nunca he sido de escribir cartas a mano y mucho menos entregarlas en barquitos de papel, pero mírame, creo que podríamos montar una guerra naval con este puerto imaginario que he creado para ti, dónde cada noche parte un velero diferente con destino a hacerte saber lo mucho que te amo. Los pequeños buques frágiles cargan cada pedazo de mi corazón que te ofrezco. Y en sus velas llevan escrito un para ti del tamaño del universo. Has roto mi barrera del miedo, echando abajo mis muros sin siquiera tener un martillo en tus manos. Porque sinceramente no veo mis noches sin velar porque ese barquito de papel llegue a ti, sin velar porque ese barquito de papel te haga saber mis sentimientos, sin velar porque ese barquito de papel haga un surco entre los mares haciendo llegar por completo mi corazón a tus manos...
Sabes, no cumplí mi sueño de ser esa gran artista, pero si cumplí mi mayor sueño, encontrar el amor de mi vida y vivir esos grandes momentos lindos con ella. Espero y puedas perdonarme algún día por todo el daño que te hice. Es, de la única cosa que me arrepiento en mi vida ...¿sabes? De no haber abierto los ojos a tiempo, de no darme cuenta de ese amor inmenso que siento por ti. Y aunque todo esté perdido para mí, se que tienes tu vida por delante. Siento que este sea el último barquito de papel que llegue a tu puerto. Gracias por todos esos lindos momentos que pasamos juntas, y el único obsequio que puedo dejarte lo conoces de pies a cabeza.
Supongo que si estás leyendo esta carta es porque ya no te acompaño en tu viaje por la vida, y tuve que dejarte en otras manos por razones ajenas a mi y a ti mi ángel, pero, no te preocupes, cada vez que pongas un pie dentro de esta hermosa edificación abandonada, recordarás mi nombre, y mi alma acariciará la tuya en un leve susurro...

GREEN EYES//Completa.Where stories live. Discover now