XXVII

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16 de abril

- Cállate el hocico ya Jesús, me tienes harta, no sales del mismo perro tema, si, si salgo con el Chikillo pero porque somos amigos, no todos somos como tu que pá ti salir es coger, contento? Eso querías que te dijera? Ahí está pues- Dije muy molesta.

- No mames tampoco es pá tanto-

- Cómo no va a ser pá tanto Alfredo? Tienes desde que llegué chingando con lo mismo-

- Nomás te pregunté, eres bien sangrona-

- Y cómo quieres que sea, pendejo? Te hago fiesta cada que te veo? Te aplaudo? Qué? Qué quieres?-

- Es que por eso no podemos estar bien, eres bien recorosa-

- Alfredo me engañaste!- le grité trantando de no llorar- me engañaste todo el tiempo que estuvimos juntos, mientras yo te esperaba en mi casa, con nuestro hijo, pensando en que película íbamos a ver en la noche, y tu todo el día cogiendotela, a una mujer idéntica a mi físicamente!-

- Pero es que si no me perdonas nunca vamos a poder volver-

- Y a ti quién te dijo que quiero volver?- limpié una lágrima y lo miré mal- yo contigo no quiero nada, te quiero lejos de mi vida, ya no te soporto, el amor que sentí por ti se convirtió en odio y tu te encargaste de hacerme odiarte. Y para qué? Para que al final me vengas con que es mi culpa? Con que yo soy la rencorosa?- solté una risita burlesca- es la última vez que te pido me dejes en paz, yo vine buscando a Ovidio, no a ti, así que te quitas esa idea pendeja de la cabeza de tu y yo, yo ya me voy- agarré mi bolsa y caminé a la salida.

Salí de la gran casa del enorme rancho que comparado con los kilómetros y kilómetros de sierra sin habitar a su alrededor era pequeño, caminé hasta mi camioneta y me subí echando humos, arranqué inmediatamente, salí del rancho y comencé a manejar a máxima velocidad, vi un retén de civiles así que bajé la velocidad, no me iban a hacer nada, ya me conocían la mayoría.

- Buenas, de dónde viene?- preguntó uno de los muchachos desde la ventana del copiloto.

- De Badiraguato- dije sin voltear a verlo.

- Puede bajarse de la camioneta por favor-

- No, la neta traigo prisa-

- No le pregunté si traía prisa- respondió con un tono molesto y un poco alto.

- No dije que si, no me voy a bajar y no me van a bajar-

- Es la mujer del patrón- dijo otro de los hombres- es doña Alice pendejo, te va cargar la tabla por hablarle fuerte- el primer hombre que se dirigió a mi me miró y su rostro confiado ahora tenía una mueca de temor.

- Bueno, en primera soy la mejor amiga de Ovidio, en segunda no soy la mujer de nadie, y en tercera, si mijo, a mi no me andes gritando- dije solo para meterle más miedo al muchacho de apenas unos 17 años aparentes.

- No, perdón señora-

- Cuál señora? Tengo 22 relájense un vergo-

- Perdon señorita, no vuelve a pasar-

- Si si, ya a la chingada, tengo prisa-

~𝑫𝒆𝒍 𝒐𝒅𝒊𝒐 𝒂𝒍 𝒂𝒎𝒐𝒓~    -terminada-Where stories live. Discover now