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Despertar al lado de Izuku fue algo que sinceramente jamás imaginó.
Las mejillas pecosas se veían un poco hinchadas y sus labios estaban entreabiertos. Su respiración era lenta y tranquila, con su cabello más alborotado de lo usual, como un nido de pájaros mal hecho.
Izuku dormía pacíficamente, dejando que use su brazo izquierdo como almohada y el derecho reposando en su cintura.
Katsuki se encogió aún más, acurrucandose en el pecho del mayor con una inimaginable paz y satisfacción.
El aroma a menta inundó su nariz y la áspera mano descendió un poco a su pierna debido al repentino movimiento que el hizo para poder estar más cerca del peliverde.
— Uhm... Kacchan... — murmuró entre sueños. Katsuki subió un poco la mirada para ver al pecoso llamarlo hasta en sus sueños.
— ¿Que quieres, Deku? — respondió, divertido con la situación.
— Mmh... Un beso... — volvió a murmurar.
Katsuki abrió los ojos, viendo curioso a Izuku.
¿En serio estaba dormido?
Negó despacio con la cabeza, se acomodó de mejor manera entre los brazos del mayor y acunó entre sus manos el rostro pecoso.
Uno, dos, tres besos. Simples roces que hacían cosquillear sus labios y latir con intensidad su corazón.
El último beso que planeaba darle fue iniciado por el otro, quién atrajo aún más el caliente cuerpo contra el suyo, acariciando la tersa piel por debajo de la polera negra.
Las defensas de Katsuki decayeron ante el repentino beso, las caricias y ojos verdosos abriéndose para mostrar que se hayaba satisfecho.
— Que buena manera de iniciar el día — dijo, una vez terminado el beso.
— Maldito bastardo, estabas despierto.
— Fue inevitable. En un momento te subiste encima mío y por más que te llamaba no despertabas — sonríe con las mejillas teñidas de rosa suave — Te veías como un koala, un lindo y ado-
— Una palabra más y eres hombre muerto — sus mejillas y ojos delataban la vergüenza que sentía.
— Haber callame — aparta la mano del rubio y le sonríe.
Katsuki no dijo nada, solo soltó un bufido y lo beso. Esta vez Izuku lo subio encima suyo, hundiendo sus manos en los suaves muslos que estuvo tentado de tocar toda la noche.
Pero como Katsuki estaba dormido no tuvo el descaro de hacerlo, se sentía indebido.
El beso parecía subir de intensidad cada vez más, creando un ambiente caliente y asfixiante.
Aunque eso termino ahí porque Izuku sintió un golpe de conciencia terrible.
— Se nos hará tarde, además tengo que salir sin que nadie me vea... Ya sabes cómo son, el chisme es su pan de cada día.
Katsuki río ante aquellas palabras. Asintió y le dio un último beso, se levantó de encima del peliverde y le dio pase libre para que pueda recoger sus cosas e irse.
Una vez listo y estando lo más presentable posible por si se topaba con alguien, se dirigió a la puerta para poder salir.
— Hablamos después, recuerda que te prometí una salida — con cuidado le quita una pestaña rubia que cayó en su mejilla blanquecina — significa buena suerte, creo.
— No lo sé, pero si no te apuras vas a llegar tarde.
— ¡Cierto! Nos vemos, Kacchan — le da un beso rápido y corto, sonriendo al ver las mejillas coloradas y ojos brillando que tanto adora — Eres tan lindo...
Y antes de ser rostizado, escapó del lugar.
Momo se cubrió la boca sorprendida al ver aquella peculiar escena tan temprano en la mañana. Aunque la sonrisa que se dibujó en su rostro delataba lo feliz que se encontraba por su amigo.
— Bakugou-Kun por fin se ve feliz — dijo con una radiante sonrisa.
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