ᗪᗴᗩᖇ ᗪIᗩᖇY

XIX

Katsuki puede decir que, con sus pocas expectativas en la vida que tenía antes, recibir un malditamente exquisito desayuno después de tener sexo era algo que no esperaba.

O sea, si, Izuku es detallista, increíblemente detallista, pero aún así no creyó que el pecoso sería capaz de levantarse un frío sábado en la mañana  solo para prepararle un desayuno.

A veces siente que es el único que no aporta casi nada en la relación. Como si quisiera recibir todo y no dar nada.

Y tampoco puede decirle a Izuku, porque sabe que le dirá.

<< — Kacchan se lo merece, además me gusta mimarte, eres muy lindo >>.

Pero tampoco sabe que hacer, en este tipo de cosas es muy reservado y... ¿Tímido? No, no es eso.

Solo que jamás estuvo en una relación, y estar con Izuku solo era una fantasía que al final termino haciéndose realidad.

— Veamos... Regalos, cartas, flores... ¿Comida?

Bueno, cocinarle a Izuku no era una mala idea, después de todo su madre una vez le dijo: "Barriga llena, corazón contento".

Eso explicaba como logro conquistar a alguien como su padre, si, no había otra forma.

Frunció el ceño y sonrió a medias, pensando en que cocinar y que día hacerlo.

Entonces decidió hacer algo simple, algo que a Izuku le gusta.

Katsudon.

Era un clásico, después de todo en su antigua rutina siempre se lo hacía mínimo una vez a la semana.

Ahora intentaría cambiar un poco eso, haría diversos platos y meriendas, postres, dulces, y así.

Cada día haría un menú diferente, y todo porque también quería aportar algo en la relación.

Por más mínimo y simple que sea.

Izuku ve con sus ojos bien abiertos la caja de bento que hay en su escritorio, con una pequeña nota pegada en ella.

Si bien salió para buscar algo de comer, nada le llamo su atención, así que volvió a su curso con su estómago rugiendo de hambre.

Decidió leer la nota y ver quién le había dejado eso, tenía que ser cuidadoso, no quería causar malentendidos con Katsuki.

"Come antes de que se enfríe, y si no te gusta solo dímelo, puedo probar hacer otra cosa".

— Katsuki.

Sus ojos brillaron en automático, con su estómago rugiendo con más intensidad que antes. Katsuki le había preparado algo de comer, y lo hizo sin que se lo pida, realmente lo hizo.

Nisiquiera tenía que probarlo para saber qué estaba delicioso, bastaba con saber que lo hizo Katsuki para que esté se viera y fuera delicioso.

Lo comió tan rápido, que su estómago se sentía pesado, pero valió la pena, porque cada bocado fue un festín para su paladar.

Sabía tan bien, que quería más, esperando que mañana Katsuki también le hiciera algo de comer, y si no, pues también estaba bien.

Katsuki no tenía porque hacerle su merienda todos los días, no era su obligación. Además sabía mucho mejor cuando sabía que lo hizo por voluntad propia, porque le nació hacerlo, y no porque se viera obligado.

Cuando vio a Katsuki entrar al salón, corrió a abrazarlo, dándole un beso en agradecimiento.

— Estuvo delicioso, Kacchan — sonríe y entrelaza sus manos con las del rubio. — Gracias por eso, fue muy lindo de tu parte...

— No es nada, en realidad no hice mucho... Tu haces más por mi y-

— No, Kacchan, lo digo en serio. Para mí fue y es suficiente, incluso si me das un chicle yo voy a estar feliz.

— No digas idioteces — susurró, desviando la mirada para tratar de ocultar su felicidad.

— Gracias de nuevo...

Katsuki no dijo nada, no era necesario, bastaba con ver su rostro para saber que se encontraba feliz por haber logrado hacer feliz al pecoso con algo tan simple.

A mi me cocinan, lloro.

Dios, soy pésima cocinando, me veo capaz de quemar el agua.

Para mí cocinar no es sencillo, se necesita de algo, un algo que no comprendo, para hacer un plato exquisito.

Hay personas que parecen nacer con ese algo, porque no importa que tan simple sea el plato, igual sabe delicioso.

Ahora tengo q ver cómo terminar la historia, chale.

Denideas🙈💋