SIX

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En el piso de abajo, el motor del frigorífico hizo un ruido sordo y se apagó; al igual que la tenue luz del mueble bar. Excepto por la luminosidad que emitía el fuego de la chimenea, la casa quedó sumida en la más absoluta oscuridad.

JunMyeon se obligó a respirar. La tormenta debía haber afectado al tendido eléctrico. El apagón podría durar varias horas, o quizá solo unos minutos. Afortunadamente, había una cocina de gas con la que podrían calentar leche para la niña.

JunMyeon se mordió el labio y se deslizó bajó el edredón, subiéndolo hasta el cuello, mientras abría desmesuradamente los ojos para penetrar la sombras que lo rodeaban. Nunca le había gustado la oscuridad y había buenas razones para ello.

Oyó pisadas procedentes del piso superior. Aguzó la vista y percibió una figura. Oyó un ruido metálico y luego la figura se movió y... ¿desapareció?

JunMyeon podía oír el eco de su corazón. Un instante después, algo le rozó el brazo. Se sentó de un saltó, cubriéndose con el edredón. A la luz del fuego reconoció la cara y suspiró aliviado. ¿Quién podía haber sido sino SeHun?

—¿Estás bien JunMyeon? —preguntó SeHun este con voz grave—. Pareces asustado.

—No sé por qué. Hay una tormenta descomunal y se ha ido la luz, justo en el momento en el que decides acercarte a hurtadillas. —regaño JunMyeon con sorna.

—¿Quieres que te sujete la mano para calmarte? —ofreció SeHun con dulzura.

Aunque sabía que bromeaba, JunMyeon tuvo que reprimir el impulso de aceptar la oferta. En lugar de hacerlo, alzó la barbilla y tomó la copa de vino.

—No necesito que nadie me calme. —respondió JunMyeon con falsa seguridad.

Fijó la mirada en el rostro de SeHun y la deslizó por su cuello. Luego frunció el ceño y entornó los ojos para ver mejor. Tragó saliva, pero su voz sonó quebrada:

—¿Qué llevas puesto SeHun?

SeHun se miró como si no lo recordara.

—Una toalla. —respondió SeHun con soltura.

JunMyeon intentó encoger los hombros con indiferencia, como si diera lo mismo que aquel Adonis estuviera a su lado, prácticamente desnudo. Por su parte, SeHun no parecía en absoluto incómodo. JunMyeon recorrió su musculoso brazo con la mirada y volvió a tragar. Tenía un cuerpo escultural. Y olía deliciosamente a almizcle y hierba fresca. JunMyeon sintió un cosquilleo en los dedos con el deseo de seguir la línea de sus abdominales, de posar las manos sobre su pecho.

—¿Quieres más? —preguntó SeHun.

JunMyeon volvió la mirada a sus ojos, que lo observaban con un brillo malicioso. Había estado tan enfrascado en la contemplación el cuerpo de SeHun que no tenía ni idea de qué le ofrecía.

—¿Más qué? —preguntó JunMyeon con voz ronca.

La sonrisa de SeHun se amplío. Se había dado cuenta de que lo había turbado.

—Vino. —agrego SeHun señalando su copa.

—Prefiero no pasarme. —dijo JunMyeon dejando la copa a un lado.

Los músculos de estómago de SeHun se contrajeron cuando se rio.

—De vez en cuando es necesario pasarse, JunMyeon. —susurro SeHun de forma sensual.

—Yo prefiero no apartarme del buen camino. —respondió JunMyeon sintiéndose cohibido.

—¿Ah, ¿no? —SeHun lo miró fijamente antes de ir al bar. Mientras se servía otro brandy, preguntó—: ¿Tan mala fue?

BEBÉ ABORDO-SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora