Lazos inquebrantables.

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«Siempre que odio y amor compiten, es el amor el que vence». –Pedro Calderón de la Barca

Lazos inquebrantables.

Casa de Uchiha Sasuke.

En lo que a ella refería, Sasuke tenía una paciencia infinita, algo que adquirió y perfeccionó después de pasar tanto tiempo al lado del otro. En ese momento, él la miraba seriamente, sosteniendo la cuchara que ella se negaba a aceptar. Como siempre, aun convaleciente, era la persona más terca (después de él) que había conocido.

"Me niego a comer eso, Sasuke, ya te dije que estoy satisfecha", se quejó la mujer, cruzando sus brazos para enfatizar su postura de negación; realmente se encontraba llena de la cantidad descomunal de comida que le brindaba Sasuke.

"¿Por qué no? ¡Estás convaleciente, por amor a Dios!", refutó el hombre, aún con la mano alzada y tratando de que ella aceptara la cuchara con la sopa de verduras que le preparó, "no has comido lo suficiente y debes consumir muchos nutrientes".

"¡No eres mi padre para obligarme a terminar eso! ¡Ya estoy llena y me siento mejor!", contestó molesta.

"¡Pues bastante que me llamas papi en otras ocasiones, así que termínate de comer la jodida comida!", respondió Sasuke, perdiendo los estribos.

Sakura lo miró boquiabierta, "¡Sasuke!".

"¡¿Qué?!", exclamó molesto.

"Eres un...", empezó a decir, pero no pudo terminar por la carcajada que soltó. Sasuke solo negó con la cabeza, sonriendo levemente, mientras esperaba a que terminara su ataque de risa. Sus ojos la miraban con un brillo especial, ese del tipo que grita a los cuatro vientos cuánto adora a la persona que observa.

"¿Puedes comerte toda la comida, por favor? Mi paz mental depende de tu bienestar", pidió en voz baja, cuando ella se calmó. Miraba fijamente el plato con sopa que sostenía, evitando los ojos verdes de ella a toda costa. Después de lo que sucedió en el hospital, la culpa carcomía al hombre.

No quería mirarla, pero ella tocó de forma suave su hombro, llamando su atención.

"Dame otro poquito, por favor", dijo Sakura, con una mirada llena de ternura, descruzando sus brazos.

"Gracias", contestó relajando su postura.

Continuó alimentándola en silencio, perdido en sus pensamientos. Aún tenía los recuerdos latentes de aquel día. Se sentía culpable, pero aliviado. Culpable por no protegerla, pero aliviado por haberse quitado un peso de encima con respecto a Kabuto. Después de haberlo dado de baja, actuó por instinto y corrió a donde ella estaba.

Sin embargo, en ese momento no la encontró y supuso que ya había sido trasladada a otro centro asistencial.

Pensaba con desesperación los momentos que vivió cuando la observó en la Unidad de Cuidados Intensivos. Después de todo, sí se involucró más de lo apropiado con ella. Se prometió a sí mismo demostrarle cuánto la amaba, pues aún le costaba decirlo con palabras. A pesar de sus primeros encuentros, aprendió cuán valiosa era.

La respetaba, la admiraba y, sobre todas las cosas, la adoraba.

Ella, con su juventud e inteligencia, le había demostrado que la vida no era amargura.

No obstante, al casi perderla casi olvida todas sus enseñanzas, pues, ¿de qué le servía haber aprendido aquello si la fuente de su felicidad se iba?

Gracias a todos los dioses, se salvó y tuvo una recuperación, más o menos, rápida y sin contratiempos. Estuvo a su lado en todo ese tiempo, ignorando por completo su trabajo y enfocándose en ella. Recordó cómo le exigió a Kakashi que le diera un permiso indefinido, tomándolo de todas las vacaciones que jamás se había molestado en tomar.

Besos y balas.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن