Prólogo

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Gemma siente la emoción del primer inicio de clases mientras cruza la entrada del pero sus motivos difieren bastante de sus compañeros. No, no le interesa particularmente reencontrarse con sus amigos ni verse con algún prospecto amoroso. Es decir, quizás si su ex mejor amiga no la hubiera traicionado estaría un poco más feliz en esos aspectos, pero no pasa nada.

Este es el año que asegurará su ingreso a la mejor escuela periodística, lo sabe, lo siente, y lo hará realidad.

La de rizos lamenta en silencio que Josh tenga cita en el dentista, no solo tendrá que dar los anuncios matinales sola, sino que seguramente pase el descanso en la biblioteca para disimular su soledad. La morena no permite que la triste perspectiva arruine su mañana, quizás Miguel aún necesite ayuda con álgebra y puedan pasar el rato juntos.

Gemma sonríe a la profesora encargada del área audiovisual antes de que esta abandone el aula y la adolescente tome sitio tras comprobar que todo estuviera en orden. La de rizos repasa sus notas y espera que el reloj marque la hora exacta del inicio de clases antes de encender el micrófono.

—¡Buenos días West Valley High School! Espero que todos hayan pasado un verano estupendo —inicia la morena con su mejor voz de locutora—, por indicaciones de Dirección, informo las modificaciones del reglamento de biblioteca: el máximo de préstamo de libros se ha reducido a dos unidades y el plazo de regreso será de una semana. Asimismo, como presidenta del periódico escolar les extiendo la invitación a cualquier interesado a la convocatoria...

La adolescente es incapaz de contener su sorpresa al ver a una rubia ingresar al aula con una ira impresionante. Antes de que Gemma pudiera pedirle que se retire, la de chaqueta de camuflaje ya había acortado la distancia a pasos agigantados.

—Dame eso —ordenó, señalando el micrófono.

La de rizos no se consideraba valiente y era perfectamente consciente de que no era para nada intimidante. Sin embargo, le ofendía tremendamente que hubiera interrumpido su trabajo.

—No, retírate —respondió con un gesto decidido en el rostro que no concordaba con lo rápido que le latía el corazón.

La rubia no respondió con palabras, sino que se abalanzó encima de la adolescente que soltó un gritito sin querer mientras trataba de esquivar, pero cayendo inútilmente al suelo con el micrófono en mano.

—¡Dame eso! —inquirió nuevamente la desconocida antes de tirar un puñetazo que le robò el aire a la de rizos, sin perder el tiempo, la pateó con tal fuerza que la cabeza de la aspirante a periodista chocó contra la pared.

Gemma odiaba la violencia, odiaba las peleas y hoy, más que nunca, odiaba el maldito karate. La de rizos sintió que el dolor le nublaba la vista, pero pronto notó que estaba perdiendo la consciencia. Lo último que escuchó antes de que la oscuridad la reclamara, fueron las palabras de su atacante.

—Samantha LaRusso, sé lo que hiciste y ahora lo pagarás. Voy por ti, perra.

𝕵𝖔𝖚𝖗𝖓𝖆𝖑𝖎𝖘𝖙𝖎𝖈 𝖎𝖓𝖘𝖙𝖎𝖓𝖈𝖙 - 𝑹𝒐𝒃𝒃𝒚 𝑲𝒆𝒆𝒏𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora