Diciembre 23

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Diciembre 23



He pasado por la floristería.

He recordado que las cosas iban bien. Por un día o dos. 

He recordado que te apreciaba a ti.

He recordado que te tenía; por un momento u otro. 

Que tu casa se quemó, junto a la maceta que regabas. He recordado que eras eterna, las cosas se te morían tan pronto que eras eterna. 

He recordado que él llegaba. Que me pedías tantas cosas.

Me regabas como a las flores y también me susurrabas. Me dabas las gracias. Me dabas las gracias por seguir ahí. Me dabas las gracias porque te escuchaba, aunque no quería. 

Me pedías que viviera un poco más. 

Lo sabías.

Aunque me perdiera por horas en el cuarto. Aunque llegara oliendo a tantas cosas. 

Me pedías que viviera un poco más.

He recordado que te quería. Porque eras eterna, porque de acercarme a ti, quizá me moría más pronto. 

En la floristería no se deben de utilizar las flores que ya están marchitas. Deben de ser echadas inmediatamente a la basura; no se pueden vender. Deberías de ver las bolsas enteras de girasoles que se esconden entre el plástico negro. 

Me equivoqué, quizás nunca debí de llevarte flores marchitas. 

No recuerdo el día que te fuiste. 

De repente ya no estuviste. 

Quisiera irme a ese desierto eterno al que te alejaste sin decir una palabra. Pero luego recuerdo que esto era lo que quería. Estar muerto. 

He pasado por la floristería. 

Y luego por la casa de otro perfume barato. Porque ahora las cosas no van tan bien. Porque estoy buscando felicidad. Estoy falsificando tu nombre bajo perfumes baratos, lo siento. Hasta que las cosas vuelvan a ir bien, al menos por un día o dos. 



-El falsificador maldito.


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