Todo lo que pudimos ser • LeoFiat •

Capítulo dos

Al siguiente día Leo llegó a la universidad, había prometido no decirle nada a sus padres de su amistad con Fiat y así lo hizo, a decir verdad tenía razón, no quería que sus padres metieran las narices en todo, en cuanto entró todas las miradas se posaron sobre él pero la suya estaba buscando a una diminuta persona en específico, al encontrarlo sonrió y se dispuso a acercarse pero en ese instante su amiga Anda se acercó.

–Es bueno que llegues temprano, necesitamos ensayar la exposición– Antes de que pudiera decir algo lo arrastró y solo se quedó mirando de lejos como Fiat reía con sus amistades.

***

Después de largas horas de clase por fin llegó la hora del receso, todos fueron a la cafetería, Fiat se encontraba comiendo mientras esperaba a sus amigos quienes aún estaban formados esperando por su comida.

–Le dije a esos idiotas que se apuraran– Habló para si mismo, negando mientras aún comía cuando noto que una persona se sentó frente a él, era Pat.

–Hey, Fiat ¿por qué estás solo?–

–Nam y Tho aún no vienen ¿que hay de ti? Siempre sueles estar acompañado de alguno de tus amigos–

–Lo mismo, no sé apuran y se formaron tarde, pero bueno, es genial encontrarte por aquí... Escuché que P'Fah hará una fiesta en su casa, ¿irás, verdad?–

–Por supuesto, sabes que no me pierdo ninguna fiesta–

–Eso es bueno– La mano de Pat se posicionó sobre la de Fiat y dejó caricias en su dorso –Me gustaría repetir lo de la última vez– Fiat al escuchar eso se sonrojo levemente y se preparó para hablar.

–Pat, lo de la anterior fiesta fue...– Sin tener la oportunidad de terminar un carraspeo llamó la atención de ambos, cuando Fiat notó quien era alejó rápidamente su mano de la de Pat.

–Ai'Leo... ¿No tienes clase?–

–No... Salí temprano también ¿me puedo sentar?– Sin esperar respuesta lo hizo mirando fijamente a Pat con algo de enojo, este se dió cuenta por lo que rápidamente se levantó.

–Creo que debo irme... Mis amigos han salido, te veo en la fiesta Fiat– Y se fue más rápido de lo que ambos esperarían.

–¿Fiesta?– Leo habló, ingiriendo sus alimentos mientras le prestaba atención a Fiat, este asintió.

–Por supuesto, será en la casa de P'Fah, un ex estudiante de la facultad de medicina, su hermano también estudia aquí pero en la facultad de artes... ¿Quieres venir?–

–¿Puedo?–

–Claro, es entrada libre, puedes ir, solo si tú quieres, nadie te va a obligar–

–Iré... ¿Me puedes pasar la dirección por line?– Asintiendo Fiat lo hizo, continuó con su comida hasta que escuchó que Leo habló nuevamente.

–¿Quieres que te lleve? Puedo pasar por ti... No es tan lejos...–

–Oh... No te preocupes, no quiero molestar, puedo ir en mi coche–

–No es una molestia, estaría demasiado encantado de llevarte y de que llegáramos juntos...– Fiat levantó una ceja y Leo sacudió su cabeza –Por favor, esta vez aunque sea.

–Bueno, está bien, entonces te pasaré la dirección de mi casa por line también– Leo asintió bastante satisfecho con esa respuesta, ambos terminaron sus alimentos y se dirigieron a sus respectivos salones.

Las últimas horas pasaron bastante rápido, al parecer media universidad estaba emocionada por la fiesta, Fiat se despidió de sus amigos y se dirigió a su casa para arreglarse.

Luego de sentirse bastante cómodo con lo que se había puesto añadió un toque final, el collar que Leo le había regalado en sus primeros meses de relación, con el mismo tenía la esperanza de que su amado pudiera recordar algo así que se lo colocó y esperó pacientemente a que Leo llegara por él.

No pasó mucho tiempo cuando se escuchó una bocina, Fiat dándose un último retoque en el cabello y asegurandose de llevar todas sus pertenencias salió, mirando a el más alto con algo de sorpresa, pues este estaba fuera del auto, recargado en el mismo vestido de una manera que hacía que Fiat se enamorara tanto como la primera vez.

–Wow– La voz era de Leo, quien también miraba a Fiat con asombro –Te ves muy bien–

–¿Estás hablando de mi? Deberías mirarte, pareces un príncipe– Leo no pudo evitar sonrojarse ante lo dicho por el contrario y para disimular se dirigió de inmediato a la puerta del copiloto y abrió la misma.

Soltando una risa Fiat se adentró, no sin antes agradecer aquel acto con una leve reverencia, luego de colocarse el cinturón y revisar unas tres veces la dirección, pudieron emprender camino a aquella fiesta...