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Pov. Narrador

–¡Buenos días!–Lisa saludó a Jennie desde la piscina.

La pelinegra estaba sacando las hojas del agua con una red.

Jennie le devolvió el saludo, mientras salía a la terraza y se sentaba con un café, y su libro.

—¿Quieres un café?—preguntó.

–No, gracias, ya me he tomado cuatro–Lisa se rió–Ahora mismo estoy con mucha energía, así que mejor no.

Jennie la miraba trabajar bajo el sol de la mañana, pasando la red de un lado a otro en la piscina.

Intentó concentrarse en el nuevo libro que había comprado en el aeropuerto, pero se encontró distraída por la presencia de Lisa, una vez más.

Era escultural, con brazos y piernas tonificados.

Era atractiva, natural y fácil de hablar.

Jennie seguía preocupada por lo que Lisa pensaba de ella, pero lo más curioso, quizás era la extraña sensación que se extendía por su interior, cada vez que Lisa la miraba.

Pasó la página y se obligó a concentrarse en la historia, pero en lugar de eso, sus ojos seguían desviándose hacia el borde de la piscina, donde Lisa estaba agachada, vaciando la red en una carretilla.

Cuando se levantó de nuevo y giró los hombros, su camiseta se subió, dejando al descubierto su vientre.

Jennie se quedó mirando su vientre plano, tratando de ignorar la sensación de extrañeza que sintió al verla.

Mirar a Lisa se había convertido en su nuevo pasatiempo favorito y aunque no tenía ni idea de por qué, estaba bastante segura de que podía pasarse fácilmente horas en la terraza, mientras Lisa trabajaba.

"Deja de mirarla. La vas a asustar"

.

.

.

–¡Sube!–Lisa hizo sonar el claxon y abrió la puerta del Porsche descapotable.

Love estaba en el asiento del copiloto, con la lengua fuera y los ojos muy abiertos por la excitación.

–¿Hablas en serio?–Jennie rozó la parte superior de la puerta roja con la punta de los dedos, antes de abrirla–¿Los dueños te dejan conducir esto?

–Todo forma parte del paquete, Jen—Lisa le guiñó un ojo–Es mejor que tu alquiler corporativo ¿No?

Jennie se acomodó en el asiento con Love en el regazo, mirando por la ventana.

Lisa pisó el acelerador.

En la carretera, Lisa esperó a que se cerrara el portón y se puso las gafas de sol antes de girar a la derecha, acelerando hacia las colinas.

Su atuendo no había pasado desapercibido.

Se había puesto unos vaqueros y una camiseta gris muy fina que la abrazaba en todos los lugares adecuados.

–Parece que haz nacido para conducir esto–gritó Jennie por encima del ruido del motor rugiente–Creo que no.. tienes ni idea de lo genial, que te ves.

Lisa se volvió hacia ella y arqueó una ceja.

–Bueno, creo que tú tampoco tienes ni idea de lo bien que te ves, con tu cabello al viento.

Jennie se rió y de repente se dio cuenta de que se estaba sonrojando.

Hacía años que nadie la halagaba por su belleza, aunque viniera de la casera, que era claramente parcial y posiblemente esperaba una buena crítica.

Un Verano en Francia/Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora