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Pov. Narrador

Lisa miró el pedazo de papel que había en su mesita de noche, cogió el teléfono y empezó a marcar el número de Nora.

Había estado distraída con el número todo el día, mientras se ponía al día con el papeleo y se preguntaba por qué demonios no la había llamado todavía.

Tenía el dedo sobre el botón de llamada a punto de pulsarlo, cuando decidió volver a colgar la llamada.

Maldita sea, Jennie.

¿Cuál era el problema?

No iba a pasar nada entre ella y Jennie, pero no se atrevía a invitar a cenar a una hermosa turista.

Una hermosa turista que básicamente se había arrojado a sus pies.

No podría ser más perfecto y sin complicaciones.

Pero Jennie se había colado en su sistema y no podía dejar de pensar en ella.

Se había encerrado en el anexo, tratando de quitarse de encima la declaración de la renta y no había hablado con ella en todo el día.

Recogió el libro que Jennie le había devuelto después de terminarlo y sonrió, mientras hojeaba las páginas, trazando las marcas donde habían sido dobladas.

-Definitivamente hay algo ahí, Love-le dijo al cahorro que dormía en la almohada a su lado.

Love abrió un ojo al oír su nombre y volvió a dormirse.

Jennie había pedido otro libro del mismo género y Lisa tuvo que buscar durante una buena hora para encontrar uno.

En la actualidad, ya no leía mucho romance.

Ligar con alguien se había convertido casi en una segunda naturaleza para ella y eso había consumido muchas de sus noches, desde que Irene se había ido.

Hasta ahora, porque ahora pasaba la mayor parte de sus noches con Jennie y aunque no había sexo tórrido de por medio, disfrutaba mucho más de su compañía que de un encuentro sin sentido con una desconocida, por muy guapa que fuera.

Jennie era algo totalmente distinto.

Era hermosa, inteligente, torpe, adorable y estaba lejos de ser la rígida mujer de negocios, que Lisa esperaba que fuera.

Admiraba a Jennie por ser lo suficientemente valiente como para dejar de lado todo lo que tenía; todo lo que la había convertido en quien era.

Lisa se puso de rodillas y miró por la ventana, como había hecho muchas veces esa semana.

Las velas de la mesa de la terraza estaban encendidas, resaltando débilmente la silueta de Jennie.

Estaba leyendo un libro con los pies apoyados en otra silla.

"No vayas allí. Puede que quiera estar sola"

Ese había sido el dilema de Lisa durante días.

Miró el despertador de su mesita de noche.

Sólo eran las nueve y si no salía ahora, se torturaría con el arrepentimiento toda la noche, sin poder dormir.

¿Por qué demonios le había enseñado ayer, aquel papel con el número de Nora?

¿Había sido una provocación?

No era propio de ella, restregarle a alguien una posible aventura en la cara.

¿Y por qué Jennie parecía molesta por ello?

Lisa se levantó, se puso una camiseta y cogió una botella de vino de su nevera al salir.

-Hola-Lisa levantó la botella, mientras caminaba hacia Jennie-Por favor, sé sincera y dime si quieres estar sola-Jennie levantó la vista de su libro con una gran sonrisa en la cara.

Un Verano en Francia/Jenlisa G!PWhere stories live. Discover now