Capítulo Treinta Y Uno [31]

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– ¿Debería intentar ir al psicólogo?–. Se preguntaba Aarón mientras admiraba el paisaje de camino a casa, admitía que no se sentía del todo bien, más por ver la reacción del conejo a sus preguntas, era mejor examinarlo, dejar un registro de su historia, y conservarlo dentro de una gran vitrina en su salón principal, junto a sus demás objetos valiosos, así le había enseñado su padre a conservar sus cosas.

  Aunque de todos modos no lo convencía del todo esa idea, sentía que este muñeco tenía algo especial que sus otros artefactos no.

  Sin darse cuenta, dejó de prestarle atención al camino desviandose hacia el lado contrario de su pase, donde venía otro vehículo. Al reaccionar por el bocinazo que dio el otro auto, volteo bruscamente su camioneta hacía el carril correcto con el corazón en la garganta, respirando agitado por el susto, se mantendría más alerta a partir de ahora.

  Su mirada captó un tenue resplandor debajo del asiento del copiloto. Paró a un lado de la carretera para investigar tranquilo, era su cámara de activación al movimiento. Observó como el muñeco estaba en las escaleras como si de un moribundo se tratase, lo confundió aunque sabía que no podría tumbar la puerta.

  La estática se hizo presente en la primer cámara, le pareció raro ya que tenía buena señal, con rapidez miró las demás cámaras buscando algo raro. La misma camioneta negra que veía frente a su casa estaba ahí, frente a la cabaña pero no divisaba alguna persona dentro de la vivienda. Teniendo tiempo para volver, dio una rápida U con su vehículo y manejó a toda velocidad de nuevo por donde había venido.

  Por parte de los intrusos, temerosos, dieron una rápida vuelta alrededor para verificar que no hubiese nadie. Cuando escucharon fuertes golpes desde el interior, asustandolos de que habían llegado en mal momento.

– Michael!–. Se escuchó a penas el llamado a ese nombre, ambos se miraron dudosos pero al reconocer la voz, ingresaron rápidamente a la cabaña. Agitados por correr y por el miedo que sentían.

– Revisemos rápido pero con cuidado–. Ambos se miraron y asintieron.

  Observaron por dentro lo lujosa que era esa pequeña vivienda en medio de la nada, eso solo podía describir a una persona millonaria y solitaria. Todo les llamó la atención pero trataron de no tocar nada.

  Hasta que escucharon unos golpes más débiles y unos susurros roncos desde atrás de una pared.

– Dios mío!, es una puerta secreta!–. Susurró fuerte William, emocionado trató de abrirla a lo que la chica lo frenó por si hacían algo mal.

– Cálmate, debemos ver si tiene alarma o peor aún, contraseña–. Él se calmó al pensar mejor, pero sabía que tal vez si existía un artefacto que les pidiera una clave, podrían romperla con un golpe y abrir la puerta, aunque corrían el riesgo de que se activara una alarma o algo peor.

  Ambos pensaron un momento hasta que volvieron a escuchar una voz muy débil pronunciando algo a lo que T/N se acercó y apoyó su oído en la fría madera.

– Mi...chael–. Era él, sabía que era Springtrap a lo que se levantó rápidamente. – Es él, ¿Cómo lo sacamos de ahí?–. Trató de decirlo lo más bajo posible y no dejarse llevar por la emoción de haber encontrado al conejo.

– Segura?!–. "Susurró" sorprendido, eso indicaba que debían de apurarse.

– William!–. Dijo lo suficientemente fuerte para que el conejo del otro lado de la puerta lo escuchase. –Perdón!, Springtrap!–. Pero no obtuvo otra respuesta que quejidos.

– Tranquila, busquemos alguna cerradura o algo que nos de indicio de cómo se abre la puerta–. A lo que rápidamente con su tacto buscaban alguna madera floja alrededor de la entrada secreta. Ella vió una mancha de color café sobresaliente cerca de una pintura, lo movió encontrando la entrada de una llave. Ya le parecía raro que un cuadro estuviera en una altura tan baja.

  Le señaló al chico que fuera a ver, él entendió y con prisa se dirigió a distintos lugares de la cabaña para encontrar con mucha suerte aquella llave.

  Lo que no sabían, es que Aarón siempre las lleva en su llavero donde tiene las de su auto y su casa, no había otra posibilidad de obtenerlo sino era quitándosela.

  El dúo se observó preocupado al no encontrarla, tendrían que abrirla con un alambre, patear la puerta o romper el picaporte. Algo tenía que funcionar.

  Intentaron con la primer opción, William se lastimó. Cortandose uno de sus dedos.

  Tras la segunda opción, lograron aflojarla pero no hubo mejor resultado que ese. También que la planta de sus pies quedó adolorida.

  En la tercer opción, no sabían concretamente qué usar para romper ese picaporte, a lo que luego de un rato buscando encontraron un gran aire comprimido que les serviría de mucho. Con el mango de este golpeó con todas sus fuerzas logrando que el objeto saltase fuera de su lugar.

  La puerta tan pronto como el seguro dejó de funcionar, comenzó a moverse lentamente por su gran peso, revelando de apoco el interior de la otra habitación.

  Sin saberlo, algo desconocido se deslizó rápidamente finalizando el recorrido de la puerta.

  Los ojos del dúo se abrieron como huevo frito, ahí estaba lo que tanto deseaban tener de vuelta.

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890~

Realidades alternas (Springtrap/William Afton)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt