IV

597 78 20
                                    

Harry y Louis corrieron como jamás lo habían hecho antes, a una velocidad inalcanzable para situaciones de la clase de gimnasia. Al menos, así lo creía Harry.

Louis, por otro lado, habituaba emplear esa ligereza y rapidez, y estaba también muy familiarizado con ella, puesto que en todas las instituciones a las que había pertenecido hacía chiquilladas y travesuras todo el tiempo.

-¡Louis, espera! Nuestros pasos son demasiado fuertes, nos alcanzarán más fácilmente así. No debemos hacer tanto ruido -advirtió el menor en un murmullo, o lo que al menos simulaba serlo, puesto que las pisadas ahogaban el corredor enteramente con su estruendo.

-¡No te oigo! -respondió Louis restando importancia a las palabras soltadas por la boca de Harry, y añadió-: ¡Apúrate, Harry! Somos dos liebres, no te vuelvas una tortuga.

El último apresuró el paso de forma imprudente, mientras Harry se hacía con todo lo que sus pequeños pies le permitían apurar, entretanto su respiración rugiendo acelerada. Louis, con sonrisas pícaras extendiéndose libremente por su rostro, ni siquiera notó el déficit que el otro estaba poseyendo mientras andaban a la carrera. No fue hasta que se detuvo un instante para volverse esperando contemplar una gran sonrisa en el rostro del otro, cuando notó a un Hazz abriéndose paso por el longevo pasillo desierto a un par de metros de forma excesivamente lenta.

-Harry -pronunció débilmente y retornó a su rapidez, hasta llegar donde se hallaba el otro-. Oye, ¿estás bien? ¿Te has torcido un tobillo?

-No, no es nada -replicó recuperando muy lentamente el aliento. Harry no acostumbraba a correr, menos en circunstancias de escape ya que nunca las tenía-. Estoy bien. Si quieres sigue, te alcanzo en unos minutos.

-¿Seguir y dejarte así? No, Hazza, no. Seré un despreocupado, pero no siempre. Menos si se trata de alguien como tú.

Con la última frase dicha, el aliento de Harry se desvaneció nuevamente, dejándolo sin habla. ¿A qué se refería? Existían mil y un posibilidades; él, por supuesto, se hizo con la primera que cruzó su mente, la más manipuladora y fantástica, estructurada por ilusión. Sus ojos se iluminaron tenuemente, y esperó que Louis no fuera consciente de ello.

-Eh, de acuerdo. ¿A dónde vamos ahora? -consultó el niño de vivaces ojos verdes, y su pregunta fue respondida inesperadamente

-A ninguna parte, eso es. -afirmó una voz que no era la de Louis.

Ambos jóvenes se volvieron, aterrorizados de repente, y observaron alzarse imponente la robusta figura física de la señora Lang, reencarnación de la reconocida e infernal Tronchatoro. Cualquiera diría con completa convicción que Lang era digna de ser su descendiente.

-¿Qué están haciendo aquí? No, mejor ni me lo digan. No ansío oír falsedades y vagas excusas instantáneas saliendo de sus labios. No me interesa escuchar cómo intentan salvar sus pellejos, ya están muertos, niños, ya están muertos.

Antes de que Louis vociferara cualquier tipo de engaño, la mujer lo asió bruscamente por el hombro, y repitió la acción con el rizado, quien soltó un quejido ante el movimiento de Lang.

Ella lo asesinó con la mirada, y ante la repentina expresión espantosa, Harry imaginó a la mujer echando rayos láser rojo mediante los ojos. Ante tal idea, el pequeño rió.

-Cállate niño, y no vuelvas a abrir la boca ni desplegar esa mueca hasta que lleguemos a la dirección -lo acusó.

Obedeció, temeroso ante el hecho de que los problemas a los que se encontraba atado ahora se volvieran mayores. Sin embargo, a Louis no pareció importarle en demasía, y sin siquiera necesitar un arrebato de coraje, reprochó a la dama ante el mal trato dado a Harry:

Dostali jste se na konec publikovaných kapitol.

⏰ Poslední aktualizace: Dec 24, 2015 ⏰

Přidej si tento příběh do své knihovny, abys byl/a informován/a o nových kapitolách!

»Can I like boys? || Larry Stylinson.Kde žijí příběhy. Začni objevovat