Capítulo 20: Limpieza

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Hermione arrugó la nota entre sus manos, doblándola y luego desdoblándola, leyéndola de nuevo a pesar de que sólo era una frase y una firma y la había memorizado al minuto de abrirla. Le había llegado durante el desayuno, con el correo habitual de la mañana, y aunque su ceño se había desvanecido pronto al reconocer la letra, ahora podía sentir que se le volvía a meter entre las cejas. Algo se retorcía en sus entrañas. Hermione se alisó la falda y caminó un poco más rápido.

Deteniéndose ante la gárgola de piedra y declarando la contraseña que le habían dado en la carta, Hermione se subió a la escalera giratoria en cuanto ésta apareció, dejándose llevar por ella hacia arriba. Sólo esperó un momento antes de llamar a la puerta.

"Adelante".

Empujando la puerta, Hermione entró en la habitación, deteniéndose frente al escritorio de McGonagall. Esperó en silencio, todavía con la nota en las manos. La directora no dejó de hacer lo que estaba haciendo.

Hermione miró por encima de ella y notó que el retrato de Dumbledore estaba vacío. Se preguntó vagamente a dónde había desaparecido, pero se obligó a parpadear y a mirar hacia otro lado. Se aclaró la garganta. McGonagall seguía sin mirarla.

"¿Profesor?", preguntó. "¿Quería verme?"

Ella no respondió inmediatamente, llegando al final de la redacción que estaba corrigiendo. Sólo entonces, enfundó su pluma, se acomodó las gafas en la nariz y organizó los papeles frente a ella en una pila ordenada.

"Señorita Granger", dijo la directora. "¿Disfrutó el señor Malfoy de su viaje de ayer?"

Hermione se quedó con la boca abierta. De repente, se sintió de nuevo como si fuera de Primer Año, respondiendo a los ojos severos y la lengua afilada de su Jefa de Casa. McGonagall finalmente la miró, con los dedos doblados sobre el escritorio.

Buscó a tientas una explicación. "Profesora, yo..."

McGonagall levantó una mano, silenciándola al instante. Hermione cerró la boca.

"Espero que sean conscientes de lo tontos que han sido", dijo irritada. En su enojo, su acento se hizo más grueso y su voz se elevó. "¡El señor Malfoy está bajo estricta vigilancia hasta que se celebre el juicio, como sabéis! Escapar del castillo bien podría haber perjudicado su caso".

La culpa inundó su estómago, haciendo que su corazón se sintiera pesado y muerto en su pecho. Cerró los ojos. Ella nunca olvidaba nada, especialmente algo tan importante como esto -¿cómo podía olvidarse de su banda?

Estaba tan ocupada en ayudarlo, que dañó aún más sus posibilidades.

Hermione dejó escapar una respiración temblorosa. "Profesor, yo... fui yo. Draco no tuvo nada que ver. Necesitaba llevarlo a un lugar, era muy importante y sé, en retrospectiva, que nada puede ser tan importante como su juicio, pero precisamente por eso-"

"Señorita Granger", comenzó McGonagall pero Hermione no la dejó terminar.

"Yo también estoy tratando de ayudarlo, profesora. Fuimos a reunirnos con Harry y Ron y... creemos que podríamos tener un caso. Uno sólido, además. Algo que podría enfrentarse al Wizengamot. Sé que eso no significa nada ahora, no si he arruinado todo..."

"Señorita Granger", dijo la directora en voz alta, levantándose de su asiento. Hermione se quedó callada. McGonagall frunció los labios. "La última vez que el señor Malfoy me visitó para que le devolviera su banda, me tomé la libertad de cambiarla para que cualquier interrupción no alertara al Ministerio, sino a mí. De alguna manera, al saber que usted tenía la capa del señor Potter en su poder, dudé mucho de que el señor Malfoy permaneciera en el castillo como debía."

De un lugar a otroWhere stories live. Discover now