XVI.

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—¿Me dirás a dónde vamos?

La escena se repite, con los papeles intercambiados, pero lo hace.

—Tu no me dijiste, ahora te jodes.

—Al menos dame una pista. —hace unos veinte minutos que Kojiro ha perdido contra el aburrimiento de caminar por las calles de República Checa sin saber nada de su destino.

—Ayer hiciste lo que se te dió la maldita gana, es mi turno.

—Puedes llamarme loco, pero un presentimiento dice que no me vas a besar, así que no es lo mismo.

El japonés retrocede dos pasos cuando ve a Poseidon dar media vuelta, con los ojos entrecerrados bañados en odio.

—Vuelves a abrir la boca y ni todos los putos Dioses en los que creas te salvarán, ¿entendido?

Con las manos en alto, Kojiro simula ponerse un cierre en la boca y tragarse la llave.
El griego evita renegar por la estupidez de esa acción, no solo porque es infantil, sino porque si ya la cerró con candado ¿cómo mierda se supone que tragó la llave?

Cuando retoma su camino puede disfrutar de unos cuantos minutos en silencio, gloriosos y mal suministrados minutos de silencio, antes de que el japonés vuelva a dirigirle la palabra.

—Poseidon.

Le ignora.

—Hey, Poseidon. —puede sentir el disturbio en la fuerza de su derecha, Kojiro le ha alcanzado y está sujetando su hombro para confirmar la atención.

De una sacudida retira la mano ajena de su cuerpo y le mira, feo y con ganas de asesinarlo, pero lo hace.

—No te enojes, niño, sólo quería disculparme por lo de ayer...

—No me digas niño.

—Pero es muy divertido~.

—Divertido será cuando te arranque los brazos.

Una sonrisa de satisfacción aparece en los labios de Poseidon cuando escucha la saliva pasar por la garganta del japonés, sin girarse casi se lo puede imaginar acariciando sus propios brazos.
Lamentablemente la felicidad dura poco, en especial cuando estás con una persona que no se calla.

—Volviendo al tema, en serio quería disculparme. Es lo correcto, ¿no? te tomé desprevenido y eso no es muy cortés... aunque siendo honestos no me arrepiento, más bien lamento no haber pedido permi... —de pura casualidad Kojiro le ve por el rabillo del ojo, dándose cuenta de cierto color apenas perceptible en las mejillas ajenas— Hey, ¿estás sonro...

Poseidon no le permite terminar, interrumpiendo a media frase.

—Llegamos, imbécil.

Podría continuar, de no ser porque ha sido transportado a un lugar de mala muerte que sobresale en medio de un callejón que le hace buscar por reflejo su espada.
Para su pésima suerte la espada no está ahí, pero tampoco la cobardía de dar media vuelta, en especial cuando Poseidon ya ha entrado a través de la puerta de madera sucia y llena de muzgo.

—Busco a Janos. —dice la voz del griego, Kojiro ve desde un par de metros atrás la mala cara que pone el hombre que está trabajando sobre madera en lo que parece ser su taller. Bien, el peligro se reduce, es un taller.

—Buenos días. —interviene saludando con la sonrisa más amable de su repertorio por encima del hombro derecho del rubio, tomándolo por ambos brazos para hacerlo un poco a un lado, con cuidado de que no se note su gran esfuerzo por contrarrestar un poquito la orden que acaba de dar Poseidon— Buscamos a Jinos, ¿de casualidad sabe si está por aquí?

Ancla [Sasaki x Poseidon] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora