Hype Boy

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Lograr que me admitieran en Blue Lock resultó más complicado de lo previsto. Por parte de mi padre, no hubo ninguna pega. Nada más dar por finalizada la rueda de prensa, me colé entre los periodistas y lo abordé cuando salió por una puerta lateral. Su secretario y su guardaespaldas me dedicaron una sutil reverencia.

-Chihaya, ¿qué haces aquí? ¿No deberías estar en clase?

Las clases de la universidad las daba online, dato que debería conocer de sobra, y aquel día no tenía ninguna materia, cosa que sabría si se interesara por mi horario y por mi vida en general.

-Papá, quiero trabajar en Blue Lock, prestar mi ayuda y conocimientos al proyecto.

Del que no tenía ni idea de cómo funcionaría ni qué podría hacer yo, pero eso me importaba poco en esos momentos. Lo primero era obtener acceso a él.

-He dicho trabajar, pero no quiero ni necesito un sueldo por las tareas que desempeñe. Y te prometo que no tendré problemas a la hora de compaginarlo con las clases y el kárate -me apresuré a añadir, temiendo que mi padre aludiera a mi ajetreada vida para prohibírmelo.

Le convencí de inmediato cuando jugué mi as en la manga, mi truco infalible: "mamá me dejaría". Me garantizó que en seguida se pondría a ello y que a la mañana siguiente me movería por las instalaciones de Blue Lock como si fueran mi casa (la suya, no la de mi madre).

-Encantada de conocerte, Chihaya. Será un placer trabajar contigo. Me llamo Teieri Anri y soy la ayudante de Ego Jinpachi.

La mujer de unos veintipocos años que había caldeado los ánimos en la rueda de prensa con sus palabras me tendió la mano. No me gustó que me tratara con tanta confianza, pero ella era la mano derecha del jefazo del proyecto. Debíamos llevarnos bien.

-Lo mismo digo, señorita Teieri. Estoy a su entera disposición.

Le di la mano y le devolví la simpática sonrisa que me mostró. Uno de los pesos pesados de Blue Lock me había dado su visto bueno. Trabajar en Blue Lock sería pan comido. O eso pensé hasta que conocí a Ego Jinpachi.

-Es una pérdida de tiempo, Chi -me dijo Sae cuando le expliqué mi propósito.

-¿Nos apostamos algo?

-¿Qué me vas a dar cuando pierdas? -Un destello de sonrisa.

-Nada, porque voy a ganar. Vete pensando en mi premio.

No me quedé a esperar su contestación. Mi padre ya se me escapaba y tenía que pillarle. Además, me asustaba el cosquilleo que había sentido mientras hablaba con Sae como si nada hubiera ocurrido. No me dejaría enredar de nuevo. No.

Al día siguiente, un coche mandado por mi padre me recogió en el piso de mi madre para llevarme a las instalaciones de Blue Lock. Más de una hora de trayecto.

-Guau...

No daba crédito a lo que estaba viendo por la ventanilla del vehículo. A las afueras de la capital, perdido en medio de la nada, se alzaba un complejo de edificios equipado con las últimas tecnologías y dedicado en exclusiva al fútbol, a formar delanteros.

El chófer me dejó en la entrada, justo donde Anri aguardaba. Me saludó cordialmente y me colgó de la camiseta una tarjetita con mi nombre y foto. Era mi identificación y la llave que me abriría todas las puertas del complejo, según me explicó la mujer. Tendría acceso ilimitado a todas las salas cuando me diera la gana. Mi padre se había salido haciéndome ese favor, aunque, por lo que me había contado el chófer, no creía ser muy bien recibida por el señor Ego. Yo iba a estar ahí, porque de lo contrario mi padre retiraría los fondos y cancelaría el proyecto. Repito: mi padre se la había sacado, pero a costa de enemistarme con el hombre que mandaba allí. Y Anri me estaba conduciendo a su oficina para presentármelo.

新時代~Blue LockWhere stories live. Discover now