Dos: 𝐉𝐮𝐧𝐭𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐟𝐮𝐞𝐫𝐳𝐚𝐬

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Lucatiel lanzaba poderosos espadazos, mientras que el caballero reforzaba sus golpes con rápidos cortes cada vez que la mujer terminaba de asestar sus ataques. Con ese combo imparable, esa a quien llamaban "La Pecadora Perdida" no tenía ninguna oportunidad. Sus manos estaban encadenadas y sus movimientos eran algo torpes debido a sus cadenas.

Pero eso no la hacía menos peligrosa.
Pese a sostener un arma tan pesada como era su espadón, hizo un movimiento extraño que terminó por apuñalar, no muy profundo, un costado del caballero. Pareció ser un movimiento desesperado. Pero el varón no era hueso fácil de roer. Aunque se cortó la mano
-ya que la protección en sus palmas era muy deficiente- tomó la gran espada y la retuvo en su herida, gruñiendo un poco en el acto, pero no dejándose ganar.

─ ¡Ahora, señorita! ─ gritó, mientras se doblaba en sí mismo para procurar que su enemiga no pudiera recuperar su única arma. Incluso si tenía que hacerse más daño, no le importó.

Ella no desaprovechó la oportunidad que creó su compañero.
Sin dejar pasar un segundo, Lucatiel pegó un giro sobre sí misma y, con todas sus fuerzas, rebanó en dos a la pecadora. Destrozó sus brazos y se pudo escuchar el sonido de sus costillas siendo pulverizadas de un momento a otro. La parte superior de su cuerpo salió volando un par de metros, mientras que lo demás cayó por su propio peso. La doncella respiró con fatiga. Ese había sido un verdadero combate. Esa tal pecadora debió haber sido muy fuerte en sus mejores días.

─ Woah, e-es usted increíble, señorita Lucatiel ─ el caballero cayó al suelo, dejando ir la espada que lo había lastimado. La sangre salía a chorros por su cuerpo, pero parecía no afectarle demasiado. Simplemente llevó su mano a la herida, parando un poco la hemorragia. Era como si no sintiera mucho dolor, ya que sólo se estremeció un poco. ─ me alegra haberle llamado para enfrentar a esta mujer. Usted tiene una fuerza increíble. Prácticamente ha hecho todo el combate por su cuenta. Tiene mis respetos.

─ En vez de adularme tanto, déjame ver esa herida, caballero ─ dejó su arma a un lado y se acercó, arodillandose al lado de él para echar un vistazo. No iba a decirle que sus piropos le habían agradado, claro está. ─ Ser temerario de vez en cuando está bien, pero la victoria ya estaba asegurada para nosotros. No era necesario jugárserla así. Dame un segundo, trataré de ayudarte.

Desató sus correas de la pechera para ver más de cerca.
Le impactó un poco ver incontables cicatrices y marcas alrededor de su abdomen y costados.
El daño era tan terrible que le recordó a cadáveres putrefactos recopilados en zanjas tras una guerra sin cuartel. ¿cómo seguía vivo? ¿cómo es que tenía fuerzas para pelear estando así? tenía varias vendas mal puestas, por lo que nunca se iba a curar de buena manera. Fue entonces que se dio cuenta. Él lo notó.

─ Sé cómo se ve, señorita... no se preocupe por ello, pareciera que siempre he estado así. Supongo que es la naturaleza de la maldicón que reside en alguien como lo soy yo. La sangre dejará de salir pronto, no tiene porqué-

─ Guarda silencio. Puede que lleves la maldición de los no muertos, pero no deberías de dejarte hacer estas cosas. Es más fácil que termines convertido en hueco de esta forma. Y, siendo sincera, no quisiera eso. ─ sin titubeo, llevó sus manos a su blanca camisa, arrancando gran parte de las mangas de esta. Luego, de manera calmada, rodeó el torso de su acompañante, apretando firmemente para, ahora sí, frenar el derramamiento. ─ Apenas nos conocimos hace un par de días. Sería algo triste que terminases como tantos que se han vuelto un cascarón de lo que solían ser. Sé que tienes potencial, así que trata de mantenerte cuerdo, si no es mucha molestia.

─ Bueno, bueno, si la señorita Lucatiel me lo pide, así será. Tendré más cuidado con respecto a mi ser. Supongo que utilizaré la esencia de esta enemiga para reafirmar mi propia agilidad. Gracias por el consejo. Me alegra contar con usted.

─ Je, tú mismo lo dijiste. Contar con alguien más puede hacer la diferencia, ¿no es así? ─ se puso de pie, nuevamente. Miró alrededor, poniendo atención a la hoguera que recién había hecho aparición. Debía tratarse de la famosa "hoguera primigenia", custodiada por una gran alma. ─ cambiando el rumbo de la conversación, este fuego... es distinto. Puedo sentir cómo mis sentimientos se apaciguan ante ella. Es diferente a las demás.

─ Sí, así es. Un fuego original es... sumamente bello y acogedor. No me importaría pausar un momento mi viaje para contemplar y ser parte de esta llama, siendo sincero.

─ Bueno, caballero, tienes un punto. Ya he avanzado un poco en lo que respecta a mi misión. No ha sido mucho, pero no hay que demeritar el trabajo que se ha logrado aquí. Descansemos un poco y tomemos la fuerza de estas llamas, ¿te parece?

─ Por supuesto, Lucatiel ─ rió amistosamente, acercándose como pudo a la interminable brasa, esa que ardía desde tiempos inmemoriales. Se sentó, cruzando las piernas. Seguido, estiró sus brazos para sentir más directamente esa sensación. También hacía un poco de frío en ese sitio, así que era una forma de calentar el cuepro.

─ Je, je. Bien, bien. Entonces compartamos esta pequeña victoria juntos. ─ su sonrisa volvió a aparecer. Se sentó de la misma forma que él e hizo el mismo gesto. Dejando a un lado lo que le provocaba la hoguera frente a ella, había una calidez dentro suya que nunca antes había sentido.

Se habían vuelto a ver, como él dijo.
Le miró de reojo. El fuego, alumbrando el casco oxidado del caballero, le permitió ver, por un momento, unos ojos brillantes de color dorado. Ardientes, llenos de una determinación que sacudió un poco el corazón de la mujer. Volteó de nuevo a ver las llamas que tenía delante.

"Je, je"

"¿sucede algo, señorita?"

"No, no realmente. Recordé algo de pronto."

"Oh, está bien."


Quizá podría contarle sobre su propia condición.
No intercambiaron más palabras. Solo se alimentaron del origen de todo, callados, hombro a hombro.





ᴅᴀʀᴋ ꜱᴏᴜʟꜱ ɪɪ: 𝑫𝒐𝒏'𝒕 𝒇𝒐𝒓𝒈𝒆𝒕 𝒂𝒃𝒐𝒖𝒕 𝒎𝒆Where stories live. Discover now