Capítulo XIII

610 92 55
                                    

Kara salió del auto sin tanta dificultad a pesar de que este se volcó en un barranco no tan alto; fueron emboscados por unos cuántos vampiros furiosos justo cuando estaban llegando a Lancaster, Pensilvania, tuvieron algo de suerte que encontraran otro vehículo para transportarse a ese misterioso sitio. Se tocó la frente notando el pequeño hilo de sangre brotando desde su frente a la mejilla, pasó sus dedos removiéndolo con molestia, dirigió su mirada al auto mirando a Lena salir también golpeada. Estaban empapadas por el pequeño caudal, la Van Helsing agarró una de las puertas arrancándola a su paso, se empezó a preocupar cuando vio a sus amigos inconscientes, pero poco a poco observó como empezaban a quejarse del dolor, eran duros de derribar, si Drácula creía que había acabado con ellos, estaba bastante equivocado. Entre las dos sacaron a cada uno siendo delicadas a la hora de agarrarlos, no sabían si tenían algún problema mayor y más serio.

—¡Ese bastardo lo pagará! —gruñó Kara mirando a su mejor amiga con la nariz rota y el labio inferior—, se metió con mi familia y yo no voy a permitir que salga ileso —cerró los ojos con fuerza su temperamento volvía a hacerse violento.

—Ya estamos aquí, cariño, mira a tú alrededor —intentó revisar a Oliver, parecía tener el hombro dislocado y un golpe el la cabeza—. Esto dolerá un poco, mi amigo —le colocó el hombro en su lugar aprovechando su estado inconsciente y este emitió un fuerte alarido.

La Van Helsing hizo caso, comenzó a analizar donde se encontraban, estaban en el bosque cercano al castillo, por eso él mandó a atacarlos, se trataba de una distracción. Apretó los puños permitiendo que sus ojos viajaran más allá de lo normal, su visión atravesó la arboleda; ahí estaba, en el punto más alto de Lancaster, Abraham no se equivocaba al decir cómo era su aspecto, sombrío, lúgubre, muerto y sin color. Sacó su espada para clavarla en la tierra, comenzando a caminar hacia el caudal, el auto estaba hundido con todas sus armas y las necesitaban para poder ingresar a profundidad en el bosque.

—Iré por las armas, mantente alerta, Lee —le comunicó Kara mirándola de soslayo. La historiadora asintió intentando seguir reanimando a sus amigos.

Lena presentía que estaban viendo la luz al final de ese túnel tan complejo que se vieron envueltas cuando tomaron la responsabilidad del mundo en sus hombros, podía escuchar los susurros incesantes e insoportables en su cabeza, se estaban preparando para atacarlos y Drácula parecía estar muy paciente. Miró como el agua empezaba a crear ligeras hondas, Kara salió a la superficie removiendo el agua de su rostro para poder ver, llevaba en su espalda las armas, sonrió de medio lado para volver a enfocarse en sus amigos que empezaban a despertar emitiendo claros sonidos de dolor y disgusto.

—No preguntaré como se sienten porque a simple vista se ve —empezó a decirles Kara tirando al suelo las armas empapadas e ignoró su propia humedad. Alex solo le sacó el dedo del centro como respuesta—. ¿Tienen algo quebrado? —ignoró la grosería de su mejor amiga empezando a buscar entre las armas algún fármaco sobrante.

—No, no somos tan fáciles de eliminar para su mala suerte —contestó Sara sentándose adolorida—, son unos cobardes por atacarnos desprevenidos —se arrastró hacia Ava para verificar que estuviera bien—. ¿Estás bien, Ava?

—En lo que cabe, Lance —le sonrió dándole unos ligeros golpes en la rodilla—. ¿Cómo estás tú, Oliver?

—Me siento como si me hubieran acomodado el hombro —gruñó dándole ligeros giros sintiendo como le generaba dolor.

—Lo siento, tenías dislocado el hombro y yo debía aprovechar que estabas medio inconsciente —se encogió de hombros Lena mirándolo sin remordimientos.

—Sea cómo sea, lo principal es que seguimos vivos —interrumpió Alex apoyando a Sam en su cuerpo como escudo protector—. ¿Dónde nos encontramos exactamente? —preguntó mirando a su alrededor con el ceño fruncido.

La VenganzaOnde histórias criam vida. Descubra agora