4: La nena de su papi... y de su tiíto (2/6)

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Hija x Padre x Tío.

🌥️🌥️🌥️

Azotes.

Susi ha sido una niña mala y tendrá que recibir su castigo. Pero no hay mal que por bien no venga, por fin  su papi y su tío la verán definitivamente como una mujer...

Susi y Laura bajaron del coche de Gabi. Laura se retrasó en un último morreo y muy contenta se cogió del brazo de Laura mientras se dirigían hacia su casa.

Susi no se lo había pasado nada bien. No podía apartar de su cabeza la escena del mediodía… Recordar las pollas tiesas de su padre y su tío… Un ligero temblor la recorría entera cada vez que pensaba en ellas. ¡Cómo iba a fijarse en ningún tipo insulso por muy universitario que fuese! Y eso que había tenido muchísimo éxito. No era de extrañar. El vestidito ajustado que le había dejado Laura le quedaba raquítico. ¡Tenía las tetas tan grandes que le bolsaban por fuera del escote! Y en el culo… Mejor no pensarlo. Se le ajustaba tanto que había tenido que ir en plan comando para que no se le marcasen las bragas, pero así lo que se le marcaban eran sus grandes nalgas. Un capullo borracho como una cuba se había permitido magrearla por debajo del vestido. ¡Que cabrón! Esperaba que aún estuviese retorciéndose por la patada que le había dado en la entrepierna. Además, no estaba acostumbrada a los tacones y tenía los pies destrozados.

Si la descubriese ahora su padre… ¡Le daría un ataque al verla con estas pintas de fulana! Oyó como se cerraba la puerta de un coche… ¡parecía un Passat como el de su padre! Y como si su mente lo hubiese conjurado, un hombre de la estatura de su padre se acercaba por la acera.

- ¡Sube al coche! Y esta si que era la voz de su padre, que le hablaba con furia controlada.

Las dos chicas quedaron paralizadas en la acera, pálidas y temblorosas.

- Pero tiene las cosas arriba… El uniforme… Los libros – intercedió Laura.

- Muy bien. Entonces subamos, quiero decirle cuatro palabras a tu madre – dijo Roberto sin intentar controlar ya su cólera. La miraba de arriba abajo censurando su aspecto provocativo y desaliñado.

Apretó los dientes para contenerse. ¡Por Dios! ¡Eso si que era una hembra! El vestido apenas cubría sus generosas curvas, las tetas se veían enormes comprimidas por el minúsculo vestido, y esas piernas al descubierto encaramadas en los tacones de aguja… Se sentía a punto de explotar.

- No, papá, por favor. Ella no sabe nada. Piensa que estamos durmiendo. Ya subo al coche – suplicó Susi mientras arrastraba a su padre hacia el Passat. A regañadientes, se montó y aún añadió:

- Esto no va a quedar así. Mañana pienso llamar a tu madre para decirle la joya que tiene por hija. Y arrancó dejando a Laura plantada en la acera.

Susi iba aterrorizada en su asiento. Menos mal que estaba sentada sino no creía que las piernas pudiesen sostenerla.

- Papá, por favor, dime algo – suplicó Susi llorosa.

Su padre no contestó, sólo frunció más el ceño y siguió conduciendo a una velocidad endiablada mientras salía de la ciudad en dirección a su casa en las afueras. Laura comenzó a llorar a mares, y unas gruesas lágrimas se deslizaban por sus mejillas arrastrando con ellas rimel y maquillaje.

- Cállate, no quiero oír nada más. No fuerces el escaso control que me impide romperte esa cara de puta barata que tienes – dijo entre dientes.

Laura renunció a explicarse y siguió gimoteando mientras entre sollozos murmuraba: Perdóname, perdóname, perdóname...

Amores Prohibidos Where stories live. Discover now