Capítulo 1 "Promesas propias"

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Bonnie y yo nos habíamos mudado juntos desde relativamente muy temprano en nuestra relación.
Pasaba que Bonnie jamás estaba "oficialmente" terminado con la mudanza. Siempre había que traer otra taza que le habían aprobado como proyecto en cerámica, o colgar un calendario de dinosaurios que encontró en la feria de los miércoles que quedaba a dos cuadras de su facultad y no podía evitar cruzar cada vez que volvía a casa. Por lo tanto, yo continuaba yendo a su hogar de forma indefinida: instalando enchufes, poniendo clavos, y haciendo cualquier cosa que necesitara. Las tareas del hogar no eran más que una mera excusa que ninguno de los dos creía verídica, y nunca nos quedábamos sin nuevas ideas para vernos otra vez. La realidad era que desde hace bastante ya llevaba pasando tanto tiempo con él en la semana (prácticamente viviendo en su casa) y de repente, mi departamento se sentía vacío, y ajeno. No importaba cuanto le dijera a Meg que todo era porque su casa era mucho más grande y cómoda que mi departamento; La realidad no era nada fiel a mi palabra.
Al final, mi transición hasta su casa fue casi imperceptible, pero significo un gran cambio de todos modos. Era cómo ver una planta crecer día a día, y repentinamente encontrar que tiene flores, o conocer una oruguita, y verla poco a poco transformarse en una mariposa. Así pasó al final: No teníamos ni tres meses de oficializar nuestra relación y ya tenía más de la mitad de mis cosas en la edificación de al lado. Llegó hasta el punto en el que no podía ni tomar una ducha que notaba que había llevado mis únicas 2 toallas azules a su casa.

Si no lo habíamos hecho antes, mudarnos juntos es decir, se debía totalmente a que ni siquiera se nos había pasado por la cabeza. Una vez habíamos caído en esa extraña rutina, pensar en cambiar el estatus quo no era algo que hicieramos seguido. Una cosa era estar uno al lado del otro siendo novios y quedarnos a dormir, preparar cenar, hacer la tarea a la vez… básicamente, vivir juntos. Y otra totalmente diferente era VIVIR JUNTOS, en mayúsculas, oficialmente, con compromisos. En la segunda situación, se requería un acuerdo pactado, se necesitaba comunicación.

Todas estas cosas nos parecieron tontas razones cuando noté que mi acuerdo para vivir en este edificio se terminaba dentro de poco, y el que me alquilaba no me quería renovar el contrato al mismo precio. ¡Sorpresa!, aparentemente el precio de la propiedad subía si no tenías una casa tomada al lado y nadie regulaba los caprichos del casero que me había alquilado el departamento en negro desde que llegué y como era joven y sin idea de legalidades no había sospechado que me iba a causar problemas. Más espantoso aún, pretendía que yo pagara una suma para pagar daños al departamento que no existían, y exigía que lo pagara en dólares, lo cuál sabía perfectamente que era ilegal, pero bueno, no tener un contrato en blanco tampoco lo era, así que no había de qué quejarse.

Los ahorros habían sido lo suficiente para pagar los meses que no me alcanzaba con el sueldo, pero si el precio se duplicaba, tendría que vivir con 1 peso al día para llegar a fin de mes: no me daría ni para arroz blanco y un colectivo hasta la esquina. Con todo esta situación, y a dos meses de ser novios, Bonnie me recibió sin dudarlo con los brazos abiertos. Económicamente hablando, mudarnos fue la mejor decisión de mi vida, y románticamente, no podía quejarme.

Había algo especial en acostarnos juntos todas las noches, dormir abrazados, y luego despertarme con un mechón de su pelo en la boca que me aseguraba que había tomado la decisión correcta en estar con este chico. Daba igual si antes había hecho exactamente lo mismo, había algo muy tranquilizador en la constancia, en el pacto, en lo explícito de la palabra.

Dicho esto, tampoco me gustaría fingir que era una experiencia perfecta: En el corto tiempo que llevábamos conviviendo me di cuenta que las cosas que pierde, no eran únicamente sus llaves. A veces creo que perdería la cabeza si no estuviera pegada a su cuerpo.

Aún no supero el día que perdió su Sube* y me llamó desde monte chingolo para pedirme que lo pase a buscar porque no tenía ni un billete de 2 pesos. Tampoco adoraba su inhabilidad para cuidar su horario de sueño como una persona normal. A veces no dormía nada en la noche y a la mañana siguiente estaba muerto en vida, y lenrogaba que no durmiera la siesta y aguantara hasta la noche, pero se ofendía y me decía que no quería, y él sabía lo que estaba haciendo y se iba a dormir siesta.

Pero esas eran sus inevitables fallas, y si no las aceptaba, no merecía que él aceptara las mías, así que en general, no me quejo.

El punto es que la cosa estaba yendo bien.

Tal vez demasiado.

Fue por eso que Dios, al que no le gusta verme triunfar en la vida, volvía a querer arruinar toda la felicidad que había conseguido.

– ¿Queres…Conocer a mi padre? - pregunté, rogando haber escuchado mal.

– Sí- respondió decidido

Mierda.

– Bon, no puedo obligarte, ni quiero presionarte para verlo, - Una hermosa oración que sale de sus labios, y deseé que terminara ahí. Lamentablemente la vida no era tan linda, y yo sabía que a eso le seguía un "Pero" - Pero… - Bingo. - bueno, mi mamá y Teresa van a querer conocerlo... y… yo quiero conocerlo. Es decir, me da curiosidad, y me parece importante verlo aunque sea una vez. Casi no hablas de él, lo único que sé es que está vivo y hasta de eso dudo a veces.

Toma mi mano, y no sé qué responder.

– Yo… - tomé su mano, y mientras su pulgar trazaba un círculo en mi palma, buscaba desesperadamente qué decirle.

Bonnie era, Inevitablemente, muy apegado a su familia. No había semana que no videollamara a su madre mínimamente 1 vez, y que le hablara cada vez que algo significativo pasaba en su vida.

La semana que nos mudamos juntos, su madre le llamó mientras Bonnie pintaba y yo estaba cerca. Comenzó la conversación con un "¡Hola precioso!", y se mostró desconcertada cuando en vez de la usual voz de su hijo diciendo "Hola Mamá!", escuchó la voz de un completo desconocido que soltó un "¿Aló?"
Era por eso y más, que comprendía por qué él quería ver a mi padre, y porqué ese mismo dulce chico no comprendería que yo jamás pensaría en verle.
Jamás.

Era una promesa propia.

– Yo… ¿No crees que podemos verlo más tarde? Primero visitemos a tu mamá que no para de decir que quiere verte. Además, - añadí, y le di un beso en la mejilla. - Todavía tenés que terminar tu trabajo.

Su boca mostró una sonrisa, pero sus ojos no lo hicieron.

– Está bien, siempre podemos dejarlo para después.
– Te amo.
– Yo igual - dijo en un suspiro que respondí acercándolo a mí, y dándole un abrazo

Bonnie y yo nos habíamos mudado juntos desde relativamente muy temprano en nuestra relación.
Pasaba que ese tarado no tenía por qué conocer a Bonnie. No tenía porqué enterarse de esas noches, esas charlas, y esas mañanas a su lado. No tenía por qué arruinarme todo eso. Jamás iba a arruinarme la vida otra vez.

– Me gusta el retrato, por cierto. Me veo mejor de lo que soy.

Sus ojos se volvieron unos platos.

– ¡Bon! ¡Te dije que no miraras!

Me encantaba estar contigo en general. Estaría jodido, completamente perdido si no estuvieras conmigo solo porque rompí una promesa propia. Esa promesa ya no era para mí, era para los dos, era para Bonnie y proteger su vida conmigo.

Era nuestra vida.

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*SUBE: El Sistema Único de Boleto Electrónico, más conocido como SUBE, es un sistema implementado en Argentina a partir del 2011 que permite a cada usuario abonar los viajes en transporte público.

I Do love Him || FNAFHS BxB [DILY? 2]Where stories live. Discover now