Capítulo especial: Eric (IV)

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Estaba intrigado. ¿Por qué Spencer querría venir al evento del sábado? Tal vez le había dicho que sí demasiado rápido, pero ella se había presentado tan voluntariosa a cubrir a Nicole que me había hecho ser muy poco prudente. Porque esa obstinada cabecita suya era demasiado perceptiva y curiosa para mi propio bien, sobre todo mientras trabajaba. Sería mejor ir solo.

Sin embargo, al bajar a la cocina y verla sirviéndose una taza de café, mis ojos se movieron solos hacia ese gracioso culo respingón que aquellos aburridos pantalones de oficinista trataban de disimular. Todavía no entendía por qué se empeñaba en arreglarse tanto para trabajar en su propia casa si la mayoría de los días no esperaba visitas y los clientes nuevos preferían concertar una cita por teléfono antes de presentarse allí, pero supuse que sería alguna cuestión de disciplina autoimpuesta.

Olvidando todo lo que tenía en mente, me dirigí hacia ella como si un imán me guiara. Y es que la atracción era algo casi literal entre nosotros.

La noche anterior, apenas había salido Nicole por la puerta, le había sacado la ropa y habíamos acabado follando en el propio recibidor. Y aunque había temido que tras el sábado su actitud fuera mucho más dócil, nada más lejos de la realidad.

La pequeña fiera había sido sincera y, le gustara más o menos la etiqueta de «masoquista», había dejado de negarnos a los dos lo que quería de verdad. Pero eso no la había privado de insultarme y forcejear, ¡hasta había tratado de morderme! Y me había hecho reír con su ocurrencia, ¿cómo no hacerlo? Era una pequeña fiera salvaje y nada en ella aceptaba ser domesticado.

Creía que me acabaría aburriendo, que con el tiempo se mostraría más dócil y aquello se volvería desagradable, pero por el momento Spencer había superado todas mis expectativas. Puede que fuera pequeñita, pero era todo energía y mucho carácter.

La morena dio un respingo al sentir mis manos en su cadera. Estaba tan ensimismada que ni me había oído acercarme, pese a que no me había esforzado por ser sigiloso, pero me recreé en la forma en que su cuerpo se derritió al notar mi cercanía, echándose hacia atrás para ir en busca de mi contacto.

—Se me ocurre una forma mucho más reparadora de emplear tu descanso para el café —ronroneé buscando su cuello.

En mi imaginación ya le estaba arrancando ese horrible pantalón gris. La duda residía en si debería estrenar la encimera o la mesa de la cocina. Quizás era mejor irse al salón, su vecina podría estar en el jardín y oiría los gritos, porque podría jurar que iba a haber muchos gritos.

—No es un descanso, voy a llevarme la taza al despacho. Y creo que sería raro hacer lo mismo con tu polla.

Su brusquedad me hizo soltar una carcajada. Todavía no me acostumbraba a verla vestida de ejecutiva y que tuviera la boca de un camionero.

—Si puedo acompañaros, a mí me parece bien. Ese escritorio me trae buenos recuerdos.

Sonreía cuando se giró, pero eso no evitó que plantara la mano en mi pecho y me empujara hacia atrás para hacerse paso.

—Es martes, señor bohemio. Algunos trabajamos con horario.

—¿Y dónde quedan las ventajas de ser tu propio jefe?

Qué bonita era cuando sonreía, de qué forma tan reconfortante le brillaban los ojos. Podría pasarme horas buscando la forma de hacerla reír para poder ver siempre esa expresión en ella. 

—En elegir mis propios casos —se jactó alzando el mentón con ese gesto insolente que tanto me gustaba. Aunque una idea cruzó tras sus ojos y parte del entusiasmo se atemperó para dejar paso a una expresión cauta—. He reconsiderado tu oferta. Y he decidido aceptarla.

Palabra de Bruja IndomableTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang