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Louis está disfrutando de una maravillosa taza de té caliente, viendo su serie favorita mientras el cielo comienza a oscurecerse afuera del inmenso ventanal en su sala. Es ese pequeño momento del día, donde se permite estar solo y disfrutar de su propia compañía.

Y ver Castle con una taza de su té favorito suena como la mejor forma de terminar la semana.

Pero es entonces, que el timbre suena haciéndole fruncir levemente el ceño.

Lo primero que piensa, es que debe de ser uno de los chicos. A pesar de que las noches de los viernes suelen ser cuando se juntan para cenar y ver películas, pero para ser honestos, los chicos aparecen a cualquier hora de cualquier día.

Ellos dicen que el apartamento de Louis es el mejor, porque está en el medio y las vistas son levemente mejores, pero el castaño piensa que esa es solamente la excusa perfecta para destrozar su casa, aunque realmente no le molesta. Adora a sus amigos con todo lo que es, así que tenerlos alrededor es ciertamente encantador.

Así que se levanta, esperando que cualquiera de los tres se encuentre detrás de la puerta. Pero para su grata sorpresa, se topa con unos ojos verdes y una cabellera rizada.

—Harry -No puede esconder la sonrisa que aparece en su rostro al verlo-

Esta jodido, y ya ni se sorprende ante aquello. Ante el simple pensamiento en su cabeza que grita "no seas tan obvio" Ante el cosquilleo en la punta de sus dedos, ante el extraño latido acelerado de su corazón.

—Hola -Harry sonríe levemente, y casi parece tímido de encontrarse ahí-

Se encuentra vistiendo una sudadera roja junto a unos pantalones de deporte, y Louis solo puede pensar en lo completamente injusto que es, que sin importar lo que Harry lleve, siempre se ve igual de bien.

Incluso, Louis piensa que cada día que lo ve, Harry está más bonito que la vez anterior.

—¿Todo bien? -Le pregunta-

—Sí, bien -Asiente mientras aprieta los labios en una pequeña mueca- Eres tatuador ¿Verdad?

La pregunta sorprende un poco al castaño, quien frunciendo levemente el ceño, asiente.

—Lo soy.

—Podrías... -Harry murmura- ¿Podrías hacerme un tatuaje?

Louis sonríe, una sonrisa amplia y sincera. La pregunta le hace sentir una especie de calor en su pecho, como si de pronto, en mitad del invierno, un campo repleto de flores florecieran en su pecho. Como si después de una horrible tormenta en mitad del océano, el mar se encontrara en calma.

Harry estaba ahí, preguntándole a él entre todos los tatuadores que podían haber en Nueva York, pidiéndole a él si podía hacer lo que más amaba hacer en su piel.

—Sí, claro -Responde con los ojos repletos de ilusión, intentado fallidamente esconder la emoción ante la idea.- ¿Para cuando lo quieres?

Harry sonríe, y de golpe parece menos tenso. Como si se hubiera quitado una especie de peso de encima.

Louis quiere rodar los ojos ante eso, porque Harry parecía nervioso, como si preguntarle a Louis aquello le hubiera costado tanto como a Louis hacer aquellas estupidas galletas.

Y entonces, una absurda idea pasa por la cabeza del castaño. "Quizás esta es su excusa, quizás esta es su forma de acercarse a mi"

Pero enseguida elimina aquello de su mente.

—Lo antes posible.

—Puedo hacerlo ahora, si quieres.

Realmente, aquello es un impulso. Y en el momento que las palabras salen de su boca, una pequeña parte de él se arrepiente.

sweet and sour, heart devoured - l.s Where stories live. Discover now