Season 3 Episode 19

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Los suaves sonidos del piano llegaron a los oídos de los Vengadores restantes, mientras la luna ya se cernía muy por encima de la sede. Amortiguado, en realidad se podía oír una tierna voz que entonaba las líneas de una canción escrita por ella misma al escucharla más de cerca. Abigail Novanoff estaba sentada ante el piano de cola de la sala principal, junto a la cocina, y había puesto música a su insomnio. Desde que habían regresado, no había pasado una noche en la que pudiera dormir tranquilamente sola. Un joven rubio y alto entró somnoliento en la habitación y observó a la pelirroja tocando. Podría pensarse que un amigo muerto hacía tiempo que la vigilaba, pero no era Danny a quien Abigail añoraba ni Steve con quien quería resolver las complicaciones. Era Pietro Maximoff, que no sólo había perdido amigos en los últimos días, sino también a su hermana gemela. Ambos estaban unidos por un vínculo de dolor y cuando él se acercó a ella y se sentó a su lado en el taburete, ella se lo permitió.

Sus manos volaron sobre las teclas y cambiaron su pieza un poco a su visión. Ambos se perdieron en la música del otro y sin mediar palabra se complementaron. Cuando sus manos se tocaron, permanecieron en sus movimientos durante algún tiempo. Pietro fue el primero en apartar la mirada de las teclas y mirar a su compañera. Estudió los rizos rojizos, que se parecían no sólo a los de Romanoff, sino también a los de su hermana. Sus ojos azul eléctrico brillaban a la luz de la luna y no pudo evitar notar el parecido con los suyos y los de Steve. Era como si los dos se hubieran unido para recordarle agónicamente su pérdida, una y otra vez. Lo mismo le ocurría a Abigail cuando le miraba a los ojos. La visión le recordaba su amor perdido tan dolorosamente como a él le recordaba su hermana perdida.

En silencio, ella apoyó la cabeza en su hombro y él la rodeó con un brazo. No necesitó palabras para expresar su dolor. Como al unísono, las lágrimas se desprendieron de sus párpados y se abrieron paso por sus mejillas hasta llegar a sus muslos. "Pietro, lo siento. Lo de tu hermana", susurró Abigail, con una voz que sonaba tres octavas más alta de lo normal. "Debería haber sido yo, no ella". Pietro negó con la cabeza y se volvió hacia ella. Al hacerlo, la cabeza de ella se desprendió de su hombro y se vio obligada a mirarlo. "Abigail, no digas que Wanda no habría querido que pensaras así", insistió con fuerza, pero su voz también se quebró al oír su nombre. Abigail no estaba de acuerdo con él, pero una discusión tampoco la haría volver.

En su lugar, decidió ayudarle: "Si quieres hablar de ello, estoy aquí". Agradecido, forzó una pequeña sonrisa y le acarició las manos. 

The closest thing to a daughterOù les histoires vivent. Découvrez maintenant