★Sabiduria de Bar★

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★Parte 3★

"E... ¿Eh...?"

Fue el único sonido que logró salir de tu boca sin aliento, incapaz de formular palabra. Por segunda vez esta noche tu cerebro se encontró totalmente vacío, con los miles de pensamientos que hasta hace un rato debiste de haber tenido totalmente desaparecidos en un espacio en blanco. Solo pudiste... ver. Ver hacia adelante, hacia donde apuntaba la débil y pequeña luz que tenías en tus manos. Aún sumida en la completa, negra, aterradora y silenciosa oscuridad…

Y no estabas sola.

Enfrente de ti había... alguien. O al menos eso pudiste decir. Pero no era la misma persona que estuvo enfrente de ti hace tan solo un segundo, aquel hombre moreno que anteriormente había sido tu empleado y que te había apuntado con una pistola, apunto de matarte, pero que ahora estaba presuntamente en el suelo, desmayado. Prueba de eso fue tu oído izquierdo, el cual zumbaba por el fuerte estallido que casi había rozado tu oreja y cuya bala se había estrellado detrás de ti, en alguna parte del estante donde estaban tus botellas de licor. Todavía incluso pudiste escuchar como algunos de los vidrios tintinearon y cayeron con pequeños golpes amortiguados al suelo, con el alcohol todavía chorreando y goteando sin remedio hasta la alfombra.

Pero entonces el sonido desapareció, siendo tu sentido del oído bloqueado automáticamente por tu cerebro luego de haberlo usado a su máximo los últimos 10 minutos (¿Si fueron 10? ¿Cuanto tiempo había pasado? ¿En verdad estuviste metida bajo la barra hasta hace tan poco?), encargándose también de apagar tus otros sentidos. Entonces te quedaste sorda; incapaz de oir. Muda; incapaz de hablar. E inclusive dejaste de sentir; de sentir tus manos alrededor de la deforme masa metálica que eran tus llaves y tu pequeña linterna de bolsillo plástica, de sentir tu camisa pegada a la espalda, el sudor bajando por tu piel, el ardor de tu mano herida...

Y, por supuesto, de sentir el dolor en tu pecho. El dolor que llevaba golpeándote y asfixiandote por igual desde que escuchaste las primeras voces desconocidas en tu bar.

Hasta sentiste haberte detenido de respirar.

El único sentido que quedó intacto fue tu visión. Tu visión extremadamente limitada por la pequeña linterna y la oscuridad a tus alrededores. Y lo único que captó tu visión, volviendo al principio, fue la figura desconocida frente a ti.

Miraste directamente a su forma, tan cerca y aún así tan confusa al mismo tiempo. Como eras bajita, te encontraste apuntando la linterna a algo grande, difícil de distinguir con exactitud. ¿Qué era eso? ¿Era una especie de material gastado? ¿Estaba sucio? ¿Era duro al tacto? ¿Por qué estaba lleno de esa cinta blanca?. Esas pequeñas preguntas revolotearon en tu cabeza, buscando una respuesta, pero por supuesto, no hubo ninguna que pudieras proporcionarles. Lo único que lograste medianamente identificar de todo esto era que lo que estabas viendo era, en una vista general, un abdomen. Una especie de sección media y dos extremidades que, asumiste vagamente como brazos, colgaban a los lados.

Pero... ¿De qué?.

Tu mente en blanco siguió sin respuesta, pero decidió, por alguna razón fuera de ti, no dejar que eso se mantuviera en incógnita.

Entonces, comenzaste a moverte. A moverte lentamente. Cuidadosamente. Como cuando estabas saliendo de debajo de la barra. Apretando la linterna entre tus manos sudorosas y probablemente empapadas de sangre de la izquierda, alzaste la débil luz hacia arriba, iluminando el resto de aquel "abdomen" tan extraño. El pequeño círculo de tonalidad lavanda se deslizó sobre eso, como tal, ensanchándose a medida que subía. Tu cabeza también se alzó, siguiendo la luz como una polilla y viendo el resto de lo que tenías al frente. Ahora miraste lo que al parecer era su pecho, donde en su centro se cruzaron lo que parecieron tres correas de cuero, uno desde abajo del brazo derecho y otros dos cada uno sobre un hombro.

Sabiduría de Bar (Three-shot de Leonardo y tú)Where stories live. Discover now