1. 12 a.m. y una cerveza

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-Alex... -Vera cae en mis brazos como si hubiese perdido toda la fuerza de golpe. -No te vayas... Por favor, quédate conmigo, no vuelvas a Madrid. 

-¿Qué? -tan siquiera puede mantener su cabeza firme, la apoya en mi pecho mientras intento que sus pies se apoyen en el suelo por completo. 

La acerco a mí todo lo que puedo, la oscuridad del local nos da cierta privacidad, pero las luces intermitentes me empiezan a agobiar. Y más viendo como está Vera: semi inconsciente. 

Solo hemos estado juntos una semana, ¿Cómo hemos acabado así?

Una semana antes; MIÉRCOLES

Fiesta, fiesta, fiesta y más fiesta... Eso era lo que yo estaba buscando al volver una vez más a Galicia de vacaciones con mi hermano, nuestros mejores amigos y sus primas. 

Todo está destinado a ser el verano perfecto, alcohol, playa, fiesta y nada mas. 

-¿Tienes ganas de ver a Vera? 

-¿Qué? 

-Si tienes ganas de volver a ver a Vera. -repite mi hermano pasando las historias de Instagram.

-¿Por? 

-El año pasado estaba cambiada, una pena que no vinieses. -cierto, si el año pasado no vine fue porque no quería volver a verla y que se hiciese ilusiones. Pero he decidido ser egoísta y ponerme yo delante de ella, no pienso hacerle caso, es solo una niña. 

-¿Cambiada? 

-Sí, no sé, estaba distinta. -su sonrisa pícara no me hace ni pizca de gracia. 

-¿Qué hicisteis? 

-¿Se lo dirás a Sergio o Samuel? 

-No. -me obliga a darle la mano al mismo tiempo que se acerca a mi oreja y susurra que casi se acuesta con ella. Algo en la boca de mi estómago me hace sentir mal, fatal en realidad. 

-Eres un cerdo. -río. 

Veo la hora, quedan quince minutos para llegar a la parada del AVE y ver a Sergio y Samuel, nuestros mejores amigos. 

...

Bajo del coche de mi amigo sintiendo el sol de la playa en la cara. No es una playa de mar, es de río, pero todo mejora al ver el barco de Sergio, listo para arrancar y llevarnos a una isla en medio del río. 

Llevo la neverita y mi mochila a la orilla para subirlas al barco.

Escuchamos un coche aparcar levantando bastante polvo. 

Las puertas se abren, primero veo al tío de mis amigos, luego a Andrés, y por último, unas piernas largas levemente bronceadas y con algunos lunares, su pelo castaño a la altura de su clavícula. Un poco más largo quizás.

Mierda, sí que ha cambiado, Nic tenía razón. No solo físicamente, su espacio... Todo a su alrededor se sentía distinto, un poco caótico pero más firme que la tierra vajo mis pies.

O al menos eso aparentaba.

Se levanta las gafas de sol poniéndoselas en la cabeza a modo de diadema. 

Sus aires de despreocupación la hacen ver terriblemente bien. 

En cuanto nos ve sonríe ampliamente. ¿Es que acaso no se acuerda de lo nuestro? ¿No se acuerda de que le arruiné la vida los últimos cuatro veranos en los que estuvimos juntos? 

-¡Alex Nic! -corre a abrazarnos y darnos un par de besos en las mejillas. 

Nosotros la abrazamos y la saludamos con un beso en cada mejilla. 

Tampoco ha cambiado tanto, sigue siendo una niña, sus ojos... 

Nuestras miradas se cruzan por un momento, y juro por Dios que nunca había visto algo tan gélido hasta que me crucé con ella y sus ojos verdes, a diferencia de los del resto de su familia, que son azules. 

No, estaba equivocado, esta no es Vera la niña de quince ingenua, es la Vera de diecinueve con cara de que si quiere te va a destruir con un pestañeo. Pero es tan mala que sabe camuflarlo con esa sonrisa dulce que hasta yo (en el fondo) me creo. 

Su padre viene a saludarnos con un apretón de manos bastante fuerte. 

¿Sabrá algo? Espero que no, este tipo me cae demasiado bien. 

-Venga, los chicos primero. -dice la madre de Sergio, ayudando a Marta y Celia, las primas sevillanas, a subir al barco. 

Andrés, Samuel y Nic suben sin ayuda, al igual que Sergio que se pone en el sitio del capitán para arrancar el barco. 

Vera se acerca al barco y pega un salto bastante justo, cuando estoy a punto de ayudarla noto sus ojos verdes de reojo advertirme seriamente, pero esa sonrisilla tímida que tiene me da señales contradictorias, lo que me hace quedarme tieso en el sitio sin hacer nada. 

-¿Necesitas ayuda? -dice ella con un tono de voz que no logro identificar. 

-No gracias. -¿Por qué me siento como si me hubiese dado una patada en la boca? 

...

-¿Quieres una cerveza? -pregunta Sergio. 

-Claro. -me levanto de la toalla para recibir mi bebida, una vez me la da doy un trago lo bastante largo como para saciar mi sed provocada por el calor. 

Al bajar la cabeza veo a Vera saliendo del agua subida a los hombros de Nic. 

Lleva un bañador negro que hace resaltar su color de piel. 

-¡Nic que me caigo! -grita ella agarrándose del poco pelo que tiene mi hermano haciendo que pierda el equilibrio y los dos caigan al agua riéndose. 

-Se comportan como unos críos. -dice Marta desde su toalla, tumbada al sol.

-A mí me parece divertido. -me encojo de hombros.

-Vamos con ellos, corre. -dice Celia, la hermana pequeña de Marta, tirando de mí hacia el agua.

Accedo quitándome las gafas y dejando la cerveza a la sombra. Acabamos en el agua con los demás. -¡Pelea de caballitos! -grita Andrés subiéndose a los hombros de Samuel. Celia sube sobre mí y Vera sobre Nic.

El primero en caer es Andrés, que arrastra a su primo al agua con él acompañado de un grito por el tirón de pelo.

Solo quedan mi hermano y Vera, Celia comienza a darme patadas para que camine hacia ellos. -Hey, hey, sin pasarse. -digo agarrando con fuerza sus  tobillos.

-Perdón perdón... -la interrumpen tirándola al agua, pero yo sogo en pie. Hago que Nic pierda el equilibrio y ambos caigan.

Veo a Vera salir del agua apartándose el pelo de la cara y riendo. Camina hacia atrás hasta chocarse contra mi pecho.

Gira su cabeza y, juro que viajo en el tiempo al primer verano que nos vimos, cuando ella tenía dieciséis años y yo dieciocho.

La primera vez que la ilusioné, pero solo quedó en eso, en ilusiones.

Empecemos Por El FinalWhere stories live. Discover now