4. Hablar de nada como cada no

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Vera Liarte

Lo único que se escucha entre nosotros es el ruido del coche circular por la carretera, aún quedan unos veinte minutos hasta mi casa. 

-¿Dónde estaban tus amigas? 

-Se fueron a las dos... Sí, a las dos. -respondo con la cabeza apoyada en la ventanilla porque está fría, tengo calor y quiero refrescarme todo lo que pueda para no vomitar en el coche de mi primo.

-Mañana es la acampada, ¿Vas a ir o vas a quedarte en tu casa para no verme? 

-Voy a ir. -le miro de reojo esperando algún gesto, nada. 

Su móvil comienza a sonar, y el nombre de María aparece en la pantalla. -Hola amor, ¿Qué tal? 

-Hola bien, ¿y tú? 

-Bien, algo cansado. -sonríe al escuchar la voz de su novia.  

-¿Te vas ahora de viaje María?

-Sí, te llamo porque te vi en línea, ¿Todo bien? 

-Sí, solo que me desperté para ir al baño. -mentiroso. -Hablamos mañana, ¿Vale amor? 

-Vale, descansa. -cuelga el teléfono y es el arrepentimiento el que me hace hablar. 

-No tendría que haberte besado. Lo siento. 

-No tienes que disculparte Vera, yo también tengo la culpa, simplemente hagamos como si...

-Como si nada hubiera pasado, sí, ya lo sé. -intento aguantarme las ganas de llorar, eso es lo que me había dicho los últimos veranos en los que estuvimos juntos. Estaba harta de esa frase, la repudiaba. -Alex, ¿puedes parar el coche? No me encuentro bien. 

-¿Qué te pasa? -pregunta parando en la primera cuneta que vemos, entre la carretera y un bosquejo. Abro la puerta del coche y me tambaleo hasta caer de rodillas y comenzar a vomitar. Toda esta situación me provoca nauseas. 

¿Qué estoy haciendo con mi vida? 

Alex me coge el pelo para no mancharlo. Pasamos unos minutos así hasta que la claridad vuelve a mis ojos y mi cabeza. -¿Estás mejor? -pregunta ayudándome a ponerme en pie. 

-Creo que sí. -veo mi vestido manchado, y él también lo ve. 

-Quítatelo. 

-¿Qué? 

-El vestido. 

-¿Y si me ve alguien? 

-Vera, somos los únicos pringados que hay en la carretera. 

Como no es suficiente para convencerme me sujeta por los brazos hasta pegarme al coche. Baja sus manos hasta el final de mi vestido y comienza a subirlo hasta dejarme en ropa interior (suerte que llevo bragas y sujetador), él no separa sus ojos de los míos. 

En ese momento pasa un coche, o a lo mejor era una moto, pero ahora me da igual. Él se quita la camiseta y me la pone, que hace la misma función que el vestido que llevaba. -Es tarde, tienes que dormir. 

-Gracias. -susurro subiéndome al coche con mi vestido hecho una bola en la mano. 

En cuanto se vuelve a poner en marcha me centro en la matrícula del coche que va delante. 

"3457 HL... "

Me distrae la mano de Alex, que se pone en mi pierna desnuda acariciando mi piel con su pulgar. Miro la acción fijamente, sin apartar los ojos. 

-Me preocupo por ti aunque no lo creas. -traga saliva mientras gira el volante. -El verano pasado no vine porque te tenía miedo. Me daba miedo esto. 

-¿Qué harías tú si yo me fuese y no volviese? Pues nada, te dolería al principio pero luego seguirías con tu vida, así lo hice yo el año pasado, me dolió que no estuvieses allí, pero...

-Pero casi te tiras a Nic. -me lo quedo viendo con la boca medio abierta, las palabras quieren salir todas a la vez, pero no lo hace ninguna. 

-¿Pero tú eres gilipollas? ¿A ti qué más te da? Tú te tirabas a tu novia y luego me besabas a mí y era yo la que te pedía perdón. No te lo echaba en cara. 

-Es distinto. 

-No, no es distinto. -quito su mano de mi pierna y me cruzo de brazos. 

Antes de que siga hablando enciendo la radio, Ana Mena es la que inunda nuestro silencio.

-Solo quiero que me digas una cosa.

-¿Qué?

-¿Qué hacías allí sola a estas horas? -agarra con fuerza el volante.

-Necesitaba despejarme. -mi pierna izquierda comienza a temblar pero intento ocultarlo. -Y bebí de más.

-¿Desde cuándo bebes?

-Desde antes de lo que crees. 

Llegamos a la entrada de mi casa, pero Alex apaga y cierra el coche con nosotros dos dentro.

-¿Qué haces? -pregunto.

-¿Qué más quieres que haga Vera? No puedo seguir así. -parece desquiciado. 

-¿Lo que yo quiero que hagas? -repito su pregunta mirándole perpleja. -Que abras el puto coche, ahora. -escucho los seguros de las puertas abrirse, así que salgo, pero vuelve a hablar. 

-¿Por qué me llamaste a mí y no a tus primos?

-Porque tú no vas a hacer un escándalo por verme borracha ni tampoco empezarías a vomitar al verme a mí hacerlo. 

Desde luego fue un error llamarle a él.

Mientras intento meter la llave no paro de pensar en lo que pasó. No paro de recordarlo y por eso me pongo más nerviosa. No soy capaz de meter las malditas llaves en la cerradura, me tiembla demasiado el pulso. 

Tal vez hoy sí que se me ha ido de las manos. 

"-Lo siento Vera, tengo novia, no puedo... 

-No pasa nada, lo entiendo. "

No, no lo entendí en su momento y sigo sin entenderlo, al igual que no entiendo cómo coño tengo que abrir la puerta.

Me rindo y tiro las llaves al suelo. Me siento en el suelo, en silencio y con el móvil en la mano. 

Solo miro la hora. Tengo frío y la oscuridad me empieza a dar miedo, así que hago lo más coherente que se me ocurre hacer ahora mismo. 

-¿Vera? -su voz ronca me dice que acabo de despertarle. 

-Hola Nic. ¿Cómo se abre una puerta? 

-¿Qué...? Espera. -le escucho caminar y cerrar una puerta. -Dime, ¿Qué te pasa?

-¿Tú crees que soy una guarra? 


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