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Todo el ambiente era fúnebre, se sentía un gran vacío y un silencio aterrador; ninguno de los presentes lo podía creer. Gerard se sorbió la nariz y se levantó, Ryan había estado a un lado de él pero no estaba completamente presente, también seguía en un estado de shock. Lynz siguió al pelirrojo hasta la cocina, ya que era la que más estabilidad mantenía, y le vio servirse otra taza de café. Se cruzó de brazos y se aclaró la garganta. Como jefa y conocida de la mayoría de los que se encontraban ahí, quería mantener una especie de orden. 

—Deberías descansar un poco, no dormiste.

—Eso es lo que menos importa.

—Gerard —le regañó.

—Van a enterrar a Cassey en una hora, Lindsey, da igual si he dormido o no.

—Al menos come un poco

—No tengo apetito —dijo y tomó una bocanada de aire.

Cassey era una pieza muy importante en la vida de todos los presentes, y desde que Gerard se había quedado solo se encargó de protegerlo, junto con Bert, pero ella era la que más tiempo compartía a su lado. Era un golpe muy duro a él y a Ryan, porque también para el castaño era difícil asimilar que su mejor amiga había partido de este mundo, de una forma tan desastrosa. 

"—Murió sin sufrir, es como si se hubiese quedado dormida. 

—Pero nunca despertó."

Gerard tenía unas enormes bolsas debajo de los ojos, las manos le temblaban levemente por el frío y la ansiedad, los mismo ojos se encontraban llorosos, y sus labios dejaban de estar resecos cuando bebía café, pero ya estaban lastimados. El café era lo único que reinaba en su sistema. Nunca creyó estar presente en una sobredosis, mucho menos que le pasara a una persona que quería tanto. 

Ya era la tercera muerte que presenciaba en la vida, de las personas que más había querido. Era injusto, ¿por qué ella? ¿por qué tenía que morir tan joven? Tenía ganas tirarse al suelo, no podía con todo lo que sentía en su corazón, era tan doloroso que sentía que le faltaba el aire. No existía un Dios para él, era imposible que tantas desgracias le pudieran pasar en tan poco tiempo, Cassey no lo merecía. 

Dejó la taza en una barra y metió las manos en los bolsillo, trataba de convencerse con toda su alma, que su amiga estaría en un mejor lugar y sólo debía recordar los buenos momentos para no caer en la locura. Que él fue quien escuchó sus últimas palabras y que se había ido con una sonrisa en el rostro, que quizás esto era lo mejor y dejaría por fin esa vida que la consumió por completo. 

Regresaron a sus asientos y Ryan miró con tristeza a Gerard, quería llorar, quería gritar, quería que eso no fuese cierto. Su vecina, la chica con quien había compartido la mitad de su vida, ya no estaba y no podía hacer nada. No podía hacer nada. 

Soltó un suspiro pesado.

***

Cuando estaban presenciando el entierro Gerard se encontraba firme, mordía el interior de sus mejillas, y de vez en cuando apartaba la mirada de la tierra que lanzaban encima del ataúd. Muchas de las chicas que trabajan en el burdel se encontraban ahí, Gerard se dio cuenta que ese lugar, las personas que estaban ahí, eran las únicas que Cassey tenía. No había un familiar como tal, sólo Ryan y él, incluso Bert había llegado, pero seguía sintiéndose horrible. 

En la quinta vez que Gerard miró hacia otro lado divisó a lo lejos a la persona que menos quería ver en ese momento. Apretó los puños molesto y negó con incredulidad.

¿Acaso no tenía vergüenza?

Ryan sorprendido y sintiendo lo mismo que Gerard se levantó para ir detrás de él, pero en un segundo de conciencia trató de evitar que hiciera una locura. Todos estaban conmocionados, temían que Gerard enloqueciera en cualquier momento, porque era el que más afectado se veía hasta entonces. 

¿Y cómo no? 

Cassey había muerto en su hombro. 

—Lárgate, no quiero que estés aquí. 

Ary tragó nerviosa y puso una cara que no había visto antes.

—Gerard, sólo escucha...

—¡No! Nadie quiere ver tu maldita cara aquí. Retírate ahora mismo.

La castaña apretó los labios, buscó la mirada de Ross entre la multitud y el castaño asintió dándole toda la razón a su amigo.

Se sentía realmente mal, era cierto, pero Gerard también tenía razón, nunca tuvo la amabilidad o la intención siquiera de arreglar las cosas con la única persona que podía llamar amiga. Y ahora estaba muerta, no volvería a verla jamás. Los chicos estaban a una distancia considerable del pelirrojo, no habían escuchado de nuevo ese tono tan intenso por parte de él porque ya no solía explotar, pero lo había hecho y no había retroceso. 

Cuando no hubo más rastro de Ary pidieron continuar la ceremonia con más tranquilidad. Bert le ofreció un cigarrillo, se sentía como si fuese la primera vez que iba a fumar, pero probablemente sería la última. No podía dejar de pensar que el cuerpo de Cassey dentro del ataúd estaba terminando de ser cubierto por tierra.

Se limpió las lágrimas.

—Quiero irme.

—¿Quieres que te lleve a casa?

Gerard asintió, Bert pasó un brazo por su espalda para atraerlo a él y envolverlo en un cálido y necesitado abrazo. Estaban haciendo lo mismo cuando Donna falleció. Podían escuchar con claridad los sollozos de las demás personas, pero hubo un momento donde sólo eran ellos.

Sólo eran unos tipos tratando de sobrellevar la situación, Cassey también había sido una chica muy linda para él y odiaba coincidir que en los funerales, era el único momento donde podía platicar con Gerard, porque ya no tenían tanta cercanía como antes, por muchas cuestiones de la vida. 

Tenía que encontrar una manera de estar junto a él, y también de Ryan, pues ambos se sentirían fatal los próximos días. 

La vida era un mal chiste, no podía creer que ahora que por fin las cosas estaban saliendo un poco mejor, se volviese una basura otra vez. La extrañaba, extrañaba demasiado a Cassey a pesar de estar con ella hacía unas horas atrás, y la extrañaría toda su vida. Ya no podría estar con ella en sus tardes oscuras, ya no la escucharía por las mañanas para desayunar juntos, ya no vería la luz en sus hermosos ojos azules cuando le contaría con ilusión que buscaría otro empleo. Ya no habrían más planes juntos, ni pijamadas, ni palabras de aliento, ni amor de amigos. Ya no habría nada de lo que habían construido juntos. 

Todo lo que tenía con Cassey se había muerto junto ella, y con ello, una parte de él. Era increíble todo esto, ¿qué más tenía que pasar? ¿sería una señal para que él también muriera?

No sabía que estaba haciendo en el mundo, todas las personas que él amaba terminaban así, muertas. Ahora tenía miedo. Ya no sabía que hacer, sólo lloró más fuerte en posición fetal.

¿Quizá él era el problema? ¿Tendría una maldición?

No quería que Bert o Ryan muriera, pero le era difícil no entrar en una paranoia por lo que pasaba a su alrededor.

I'm (not) okayWhere stories live. Discover now