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Jeff estaba enojado.

Era eso, o que sentía rencor por el pobre punching- bag del que estaba abusando actualmente.

Corriendo en una cinta deslizante, Barcode lo miraba por el rabillo del ojo. Trataba de no hacerlo, realmente lo hacía, pero su mirada regresaba a Jeff como si el agente fuera un imán al que inexplicablemente se sentía atraído. No parecía importar que el gimnasio fuera enorme; todavía era muy consciente del hombre al otro lado del gimnasio.

Barcode se lamió los labios, tratando de no mirar las gotas de sudor en la frente y el cuello de Jeff, o la forma en que su camiseta negra empapada en sudor no hacía absolutamente nada para ocultar sus esculpidos músculos.

Barcode estaba casi babeando mientras observaba la flexión de los músculos de Jeff cada vez que golpeaba la bolsa.

Estaba irremediablemente excitado, pero en su
defensa, era casi porno.

Sin mencionar que Barcode tenía una razón legítima para mirarlo.

Jeff  había estado cada vez más triste y másretraído con cada día en que no lograron verificar la ubicación de la memoria USB. Habían pasado cinco días en el crucero, y la guardia de Brylsko todavía no había bajado. El tipo era realmente paranoico. Su camarote estaba custodiado todo el tiempo por dos fornidos guardaespaldas, y Brylsko no había sido visto sin su camisa, ni siquiera una vez.
Barcode podía entender el negro humor de Jeff; él también estaba muy ansioso. Solo les quedaban tres días. Si no avanzaban pronto, Jeff probablemente cambiaría de opinión y se lo ofrecería a Brylsko. Quizás esa era la razón por la cual Jeff parecía tan cabreado. Tal vez estaba enojado porque tendría que recurrir a esto después de prometerle a Barcode que no tendría que hacerlo.

Con el estómago revuelto por la idea, Barcode alcanzó su Gatorade. Tomó unos pocos tragos codiciosos cuando una familiar voz acentuada dijo:

—No deberías beber mientras corres, mascota.

Barcode siempre había sido bueno improvisando sobre la marcha y tomando decisiones rápidas. Ya se estaba ahogando con su bebida antes de que el plan se formara
completamente en su cabeza. Barcode gritó mientras tropezaba con la cinta de correr, y cayó hacia el sonido de la voz.

Casi sonrió cuando las manos de Brylsko detuvieron su caída mientras su bebida se derramaba sobre la camiseta de Brylsko

—¡Oh Dios mío, lo siento mucho! —Se disculpó Barcode,con los ojos muy abiertos y tartamudeando— ¡Me asustaste!

¡Déjame limpiar esto! —cogió unas servilletas de la mesa cercana y comenzó a limpiar la empapada camisa de Brylsko. Definitivamente había un objeto con forma de memoria USB en la cadena de Brylsko, pero no era posible verificar si era idéntico al falso, que le habían dado para cambiarlo. La camisa debía irse.

—Deja de quejarte, muchacho —dijo Brylsko con una sonrisa—. Es solo una camisa. Tengo docenas más. No hay ningún daño.

¿Había mencionado lo inquietante que le resultaba el que en ocasiones este hombre pareciera tan amable y relajado? ¿Por qué los villanos de la vida real no podían ser más como los de las películas? Hubiera sido menos jode- mentes.

—Probablemente debería quitarse esto antes de que se vuelva pegajoso e incómodo, señor — Barcode le sonrió tímidamente.

—¿Quién soy yo para decir que no, cuando una cosa tan bonita quiere verme sin camisa? —sonrió Brylsko.

Barcode casi rodó los ojos. Pero por fuera, sonrió, mirandoa Brylsko a través de sus pestañas. Uff, coquetear con hombres horripilantes apestaba. Barcode apenas pudo evitar estremecerse cuando Brylsko se acercó, su mirada fija en las piernas de Barcode vestidas apenas con unos pequeños shorts blancos.

𝐦𝐢𝐧𝐞 - 𝐣𝐞𝐟𝐟𝐛𝐚𝐫𝐜𝐨𝐝𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora