Capítulo X: Enredada en el engaño

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Ashton

Me sirvo el tercer vaso de coñac, estoy en mi oficina sin poder concentrarme mucho. Creí que esa pequeña pelirroja no sería capaz de hacer algo tan atrevido como lo hizo hace un par de días en el set, por alguna razón me molesta que lo hiciera. 

Una parte de mí quería que se diera la vuelta y saliera de ese lugar para no hacer algo que algún hombre pervertido la viera a través de una pantalla y la otra parte de mí lo disfrutó mucho.

Ver a Lilibeth en un babydoll y la manera en cómo se tocaba y gemía, me hizo sentir muchas cosas que nunca le contaré a nadie. Debo enfocarme en mis objetivos y dejar de pensar en ella, al fin y al cabo, solo es un medio para un fin.

Tocan la puerta de mi despecho y Jessica entra llamando mi atención. Verla con su pequeña falda me excita, recordando como después de la sesión me la cogí justo en mi escritorio que tengo enfrente de mí. 

Sin embargo, no podía dejar de pensar en la pelirroja, así que por primera vez no obtuve un orgasmo, lo que me provocó una irritación desde entonces. Fue un par de veces a mi apartamento, pero nada me ha funcionado más que imaginarla con cabello rojo, pecas en el rostro y unos ojos que transmiten inocencia.

—Hola, cariño.

Se acerca pegando su cuerpo al mío, me da un beso en los labios hasta que nuestras lenguas se encuentran. Agarro su trasero y la levanto para sentarla en el escritorio, enreda sus piernas en mi cadera. 

Mi mente comienza a proyectar imágenes de una chica pelirroja hasta que un gemido de Jessica me atrae a la realidad, sintiendo de repente molestia porque mi cabeza sigue torturándome con Lilibeth.

—¿Tienes los reportes de este mes? —Me alejo de ella para sentarme en mi escritorio.

Mi oficina es el único lugar donde me siento a gusto, por ser uno de los socios mayoritarios, tengo el espacio más grande del edificio para trabajar.

Los muebles italianos hacen juego con los sillones de algodón egipcio, cuadros de diferentes paisajes de San Agustín están colgados a lo largo de las paredes grises y unos grandes ventanales me regalan una muy buena vista de la ciudad. Jessica ha tratado de darle un toque femenino, pero a mí me gusta algo más simple.

—Si, te los envíe esta mañana a tu correo —musita decepcionada por mi comportamiento, se baja del escritorio arreglándose la falda—. También tengo estadísticas sobre el otro negocio —me dice bajando la voz.

—Bien, los revisaré más tarde.

Jessica camina hasta quedar detrás de mí, coloca sus pequeñas manos en mis hombros y comienza a realizarme un masaje. 

Últimamente he sentido mucha tensión y ella al conocerme tan bien solo trata de relajarme... ahora empiezo a sentir culpa por alejarla de mí, comprarle unas flores o regalarle alguna joya cara la harán feliz.

Cuando me quedo solo en la oficina, trato de distraerme trabajando en presentaciones e informes de los clientes. A eso de las cinco de la tarde me da dolor de cabeza, puede ser por la botella medio llena que me tomé o el enojo de no tener los reportes del equipo de mercadeo. 

Me levanto y salgo a los pasillos desquitándome con cualquiera que se me cruce en mi camino hasta llegar al área de marketing.

—¡No entiendo porque aún no tengo los reportes del mes, los espero en mi oficina en una hora o todos están despedidos! —Lo digo gritando a los empleados que se encargan de los medios digitales. 

Tengo a mi cargo más de veinte personas de diferentes áreas, por lo que hoy no deseo ver a nadie. Todos asustados comienzan a trabajar más rápido; después de eso solo me encierro en mi oficina sin hablar con nadie hasta que me voy a casa.

Sombras y DestellosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora