Comida familiar

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Me peino rápido y me pongo los zapatos. Hoy he quedado con Kj para ir a su casa a comer. Digamos que es para que sus padres conozcan mejor a su súper mejor amiga o también llamada novia. Evidentemente no le vamos a decir a sus padres que llevamos saliendo alrededor de un año, ellos no lo tienen normalizado, nadie de esta maldita ciudad lo tiene normalizado.

Me cuelgo la mochica al hombro y salgo de la casa. Voy tarde, muy tarde.

Pataleo las ruedas de la bici rápidamente. Afortunadamente la casa de Kj no pilla muy lejos de la mía, así que en unos diez minutos ya estoy allí. Bien, he llegado a la hora.

Pego el timbre y como siempre escucho a la perra de Kj ladrar y a ella callándole detrás de la puerta. Kj abre la puerta y me sonríe, desgraciadamente esa sonrisa no quita mis nervios.

—Vamos entra, que mis padres te estás esperando, Macky. — Ahora Kj me llama Macky. Es horrible, lo sé, pero como ella sabe que me da coraje me llama así. Ya hasta le he cogido el gustillo al nombre—. Te veo nerviosa—. Gracias por darte cuenta, Kj—. Eres una exagerada, si ya conoces a mis padres.

Vale, es verdad. Ya conozco a sus padres, pero cuando vengo a esta casa solo me cruzo de vez en cuando con ellos y solo nos saludamos.

Me agarra la mano y entramos al comedor juntas. Su madre se queda mirándome y Kj rápidamente se aleja de mí. Me da algo de coraje que se aparte, pero la entiendo.

—Hola Mac. —La señora Brandman se acerca a saludarme y yo le respondo.

Nos sentamos los cuatro en la mesa y el silencio incómodo no tarda en aparecer. Mierda, esto es muy intimidante.

—¿En qué instituto estudias, Mac? —El padre de Kj es el primero en romper el silencio.

Miro a Kj y ella asiente. Coloca su mano en mi rodilla y me sonríe.

—Estudio en el S' Catholic. —El señor Brandman asiente con la cabeza y me mira con los ojos entrecerrados.

—¿A qué te gustaría dedicarte? —Tragó saliva.

—Papá, para ya. No agobies a mi no... amiga — interrumpe Kj y yo trago saliva.

—No pasa nada, Kj. No me importa. —En realidad es mentira. El padre de Kj me intimida demasiado y algo de mí me dice que ese hombre sabe que su hija y yo somos más que amigas.

Kj resopla y su padre carraspea para seguir hablando.

—Cómo decía, ¿a qué te gustaría dedicarte? —El maldito hombre no se cansa de preguntar. Kj lo fulmina con la mirada.

—Ahora mismo no sé, —veo como el señor Brandman asiente con el ceño fruncido—, pero me gusta la veterinaria.

—¿Y tú por donde vives, Mac? —Ahora la del interrogatorio es la señora Brandman. Al menos, esta me sonríe y no me mira mal.

Trago saliva nerviosa y miro de reojo a Kj. Que una familia rica me pregunte donde vivo me avergüenza un poco, pero que me lo pregunte la familia rica de mi novia me avergüenza demasiado.

—Mac vive en las afueras de la ciudad. Donde hay una fábrica. —Gracias a Dios Kj responde por mí.

—Karina, le he preguntado a Mac —responde su madre fría. Ahora no me parece simpática y los dos me dan miedo.

Kj traga saliva enfadada y luego suspira. Veo como aprieta sus puños y continúa con la sopa.

—Discúlpala, Mac. Karina es un poco impulsiva a veces.

Frunzo el ceño. Kj no ha sido impulsiva en ningún momento, simplemente me ha salvado de una situación incómoda. Miro a Kj y aparta la mirada rápidamente.

—No, que va. Simplemente me ve un poco nerviosa y ha querido ayudar. —Kj me mira con los ojos desorbitados y niega con la cabeza. Veo a sus padres mirándose. Parece que no les ha gustado que le llevase la contraria, una pena.

—Ya, bueno —dice su padre—, ¿qué vais hacer ahora después?

—No sé, papá. Ahora veremos.

—Mac. —La voz del hombre me pone más nerviosa todavía—. Estás en un instituto católico, ¿verdad? —Asiento con miedo y Kj frunce el ceño—. Entonces tendrás unos buenos pensamientos y conocimientos, ¿no?

No sé a donde quiere llegar, pero no me gusta por donde va. Parece que Kj piensa lo mismo que yo, porque su cara enseña confusión.

—Papá, no empieces que tus conversaciones polémicas, por favor — dice Kj, pero su padre no parece escucharla.

—¿Qué piensas sobre la homosexualidad, Mac? — Kj frunce el ceño muy molesta y yo alzo las cejas.

Si ese hombre piensa que voy a tener los pensamientos de la iglesia por pertenecer a un instituto católico, está muy equivocado. Hace unos años sí podía pensar así, pero ahora me da asco recordarme en esos momentos.

—¿Pregunta si me parece bien? —El señor Brandman asiente y Kj me interrumpe dando un golpe en la mesa.

—Ya está, papá. Estoy harta de que siempre tengas que sacar estos temas en la mesa. Sí, la homosexualidad es una enfermedad según tú. ¿Pues sabes qué? Tu hija está enferma entonces —grita Kj y se marcha corriendo a su habitación.

Después del portazo que da ella, un largo silencio inunda la sala.

Resoplo y la señora Brandman susurra algo a su marido.

—Creo que debería ir a... eso. —Me levanto para dirigirme a la habitación de Kj.

Escucho como la señora Brandman regaña a su esposo, pero no me quedo a escuchar lo que dicen.

Subo las escaleras y pego en la puerta de Kj.

—Soy yo, Kj. Voy a pasar.

Abro la puerta y veo a Kj sentada en el suelo rompiendo papelitos. Me siento a su lado y nos quedamos calladas. Noto como tienen los ojos lagrimosos.

—Siento lo que ha pasado. Mi madre tiene razón, soy demasiado impulsiva. Normalmente despejo toda la ira en el Hockey, pero la entrenadora está enferma y hace semanas que no entreno.

Niego con la cabeza. Kj no ha tenido culpa de nada. La comprendo perfectamente. Mi familia es así o más conservadora y muchas veces tengo que escuchar cometarios algo hirientes para mí y para la comunidad. Es totalmente comprensible que esté harta. Nadie tiene que decirnos a quien amar o no.

—Kj, no has tenido culpa. Te entiendo. —Ella apoya su cabeza en mi hombro y yo le acaricio su mano.

—Debes tener una imagen pésima de mis padres. —Se lleva las manos a la cara y yo con la mano le quito importancia.

—Nah, mis padres son peores. No te preocupes, pija. —Kj sonríe y yo hago lo mismo. Se incorpora y me mira.

—Espero que cuando yo vaya a tu casa no haya tantos problemas —dice ella y yo niego con la cabeza con dramatismo.

—Oh no, Brandman. Tú no vas a venir a mi casa —respondo y ella se encoje de hombros.

—Eso ya lo veremos. —Y después de que ella diga eso me da un pequeño beso en los labios.


Nota de la autora: 

Aquí la parte de hoy. Cuanto drama por partes de la familia jajajajaja 

Os recuerdo que acepto cualquier petición (apta para todos los públicos) que me pidáis.

Un abrazoooooo.  

One shots KjmacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora