Capítulo 1

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Me acostumbré a la aprobación académica.

Desde que tengo memoria no he sido buena en nada en específico. No soy buena dibujando, ni escribiendo, no tomando fotografías, no en matemática. No tengo ninguna «pasión». Creo que ni siquiera sé qué haré después del colegio. Pero soy buena estudiando y eso me lleva a ser buena en tener las mejores notas. Por eso soy la hija prodigio de mi mamá y la favorita de los profesores. No puedo permitirme, por nada del mundo, perder eso.

No me entero de fiestas de mis compañeros, quizá porque tampoco hablo con ellos. Mi cuarto es mi lugar favorito en todo el mundo siempre que tenga música, café y un libro conmigo.

Mi «inteligencia» me ha puesto aquí, explicándole un tema de física a una de mis compañeras que yo apenas entendí hace unos días. Porque tampoco soy buena en física. Pero, de nuevo, sí estudiando.

—No creo estar entendiéndote —murmura bajito Lune, interrumpiendo mi explicación.

Lune es mi compañera. Siempre he sabido que es mala en física (porque a los profesores les encanta gritar nuestras notas a los cuatro vientos), así que un día acabé explicándole un ejercicio que me entendió con sorprendente facilidad (algo que parece haber sido pura casualidad). El profesor dijo que hice un milagro y me pidió que la ayudara, prometiéndome puntos extras a cambio. Acepté porque física es mi nota más baja, me aliviaría muchísimo nivelarla con las demás. Y bueno, no moriré por ayudar a Lune

Pero bueno, quizá no tengo material de profesora.

— ¿Por qué? ¿Dónde te quedaste? —le pregunto con el tono de voz más amable que logro expresar.

Ella aplana los labios, apenada.

— ¿En el principio? —responde con duda, como si yo fuera a enojarme pero no puedo hacerlo cuando ella es así

Si vieras a Lune, pensarías que es una chica súper extrovertida, es lo que yo pensé la primera vez que la vi. Pero es todo lo contrario, es una masita. Es bastante alta, yo le calculo unos 1.74, piel oscura, cabello rizado y teñido de azul desde hace varios años. Es bonita. Explicándole estas cosas he tenido el tiempo de fijarme en sus ojos, que son grises y grandes. Muy lindos.

Pero no es que yo la esté detallando.

Sacudo la cabeza.

— ¿Tan mal explico? —intento bromear, pero se lo toma en serio.

— ¡No! No es eso —Se apresura a aclarar, acomodándose en su lugar para estar derecha—. Tú lo haces bien. Yo soy tonta. Es eso.

—No eres tonta —Le sonrío, para transmitirle más confianza—. Solo préstame un poco más de atención y creo que me entenderás.

Asiente varias veces con la cabeza, mirándome fijamente y me aclaro la garganta devolviendo mi vista al cuaderno abierto frente a nosotras.

Intento volver a explicarle, pero el timbre que suena incluso en la biblioteca, donde nos encontramos, me interrumpe, avisando que se acabó la hora libre y debemos volver a clase en los siguientes diez minutos.

—Salvada por la campana —le digo, empezando a recoger mis cosas y levantándome de mi asiento.

—Más bien condenada —murmura, poniéndose de pie también—. Prefiero que tú me des clases —comenta, lo que me tiene mirándola con una pequeña sonrisa y al darse cuenta empieza a balbucear—: O sea, es que eres más linda... ¡Quiero decir! No linda, sino más agradable... no quise decir que no eres linda porque de hecho sí lo eres, sino que...

—Creo que entendí —La interrumpo al notar su nerviosismo. Como dije, es una masita. Yo me considero una persona tímida, pero ella me hace dudar de serlo. Las pocas veces que le he explicado no he sido precisamente tímida, quizá porque solo es tarea y no estamos hablando de alguna de nosotras. Ella es quien se pone nerviosa con facilidad. Es raro porque las personas me ponen nerviosa, no yo a ellas. Pero es que Lune es realmente tímida. Creo que podría darle un ataque si llego a tocarla accidentalmente.

Cartas de la lunaWhere stories live. Discover now