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Algunas canciones era necesario saltarlas al ritmo de la música y otras simplemente podían bailarse con tranquilidad, pero lo único seguro es que Felix y Changbin no podían parar de bailar juntos

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Algunas canciones era necesario saltarlas al ritmo de la música y otras simplemente podían bailarse con tranquilidad, pero lo único seguro es que Felix y Changbin no podían parar de bailar juntos. Además, cada vez que querían decir algo tenían que hablarse al oído para poder escuchar a pesar de todo el ruido, lo que hacía cada conversación inevitablemente romántica.

—Además de cantar como un ángel también bailas como uno —dijo Felix al oído de su novio.

—¿Y cómo se supone que bailan los ángeles? —preguntó Changbin también en su oído.

—No lo sé. Angelicalmente (?) —respondió de nuevo en su oído. Ambos rieron en medio de la canción.

Los únicos DJs que reconoció Binnie fueron David Guetta y Steve Aoki, pero todos los demás también tenían música increíble. El problema es que después de varias horas tantos saltos y sonidos fuertes comenzaron a ser demasiado para el pobre Seo Changbin sin experiencia previa en festivales de música.

—Changbinnie. ¿Estás bien? —preguntó Lix abrazándolo por la espalda al notar que parecía estar cerca de un desmayo.

—No... Todo da vueltas.

—Ven, salgamos de aquí —dijo arrastrando a Changbin de la mano hasta llegar al fondo del lugar, donde la música no se escuchaba tan fuerte y podían hablar con normalidad—. ¿Mejor?

—Algo así —respondió dubitativo—. Aún me duele la cabeza.

Felix sacó su celular para mirar la hora. 10 de la noche. Todavía quedaban muchas horas de evento y no había forma en que Changbin podría con tanto.

—Ok. Ya fue suficiente festival de música —dijo Lix con una sonrisa—. ¿Quieres que volvamos al hotel?

—No quiero arruinarte el evento —dijo negando con la cabeza.

—No arruinas nada, Binnie. En las últimas horas me divertí más que en todo el año. Ya con eso soy feliz, vámonos de aquí.

—No puedo. Sé lo mucho que querías venir al Summadayze... no podemos simplemente irnos a mitad del festival.

—Claro que podemos. Y eso vamos a hacer —afirmó. Pero Changbin volvió a negar con la cabeza—. Si nos quedamos aquí y te desmayas tendré que pasar la noche de año nuevo también en un hospital. ¿Te gustaría eso?

—Obviamente no.

—Entonces volvamos al hotel —repitió Felix. Binnie no protestó esta vez, en realidad era un gran argumento.

Tomaron un taxi y después de solo media hora ya estaban en el hotel. Al parecer la mitad de los habitantes de Melbourne estaban en el Summadayze así que el tráfico estaba muy suave. Cruzaron entre las poinsettias y las demás elegantes decoraciones navideñas del hotel hasta el ascensor y subieron a la habitación que compartían los dos en el piso 12.

❝ la nieve › changlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora