Siete | Todas Las Navidades De Bert Llegaron De Una

11 5 0
                                    

Bert no dijo nada cuando bajó las escaleras a la mañana siguiente y encontró a Gerard y a Frank dormidos juntos en el sofá, pero no podía negar que eso rompió su corazón un poquito.

Aun así, se dirigió a la cocina y se sentó en la barra, soltando un pesado suspiro mientras jugueteaba con sus pulgares. Las cosas nunca fueron sencillas, ni antes de los zombis, ni después. No cuando Gerard Way estaba preocupado. Y él de verdad había extrañado a Gerard, con todo lo que tenía.

No había querido irse – no, en serio. Habría dado lo que fuera por poder quedarse y proteger a Gerard. Gerard era alguien que necesitaba protección, alguien que necesitaba de otro para sostenerlo cuando las pesadillas vinieran. Se preguntaba si Frank sabía sobre las pesadillas. Se preguntaba si Frank era tan bueno protegiendo a Gerard como él lo era.

Se cubrió los ojos con los dorsos de las manos, sintiendo las lágrimas acumularse. Lloraba mucho en estos días. Nunca lloró antes del apocalipsis, no realmente. No había sido feliz, pero no es como si tuviera alguna razón para llorar.

Pero su cuerpo tembló por los sollozos mientras lloraba en sus manos, intentando ser silencioso para no alertar a los demás. No es como si pudiera cerrar la puerta, tampoco – no había puerta. Así que cubrió su llanto con sus manos y se escondió detrás de su cabello, el cual estaba más largo de lo que le gustaba, pero no es como si hubiera una estética a la vuelta de la esquina.

Tampoco sabía por qué estaba llorando. Tal vez solo necesitaba soltar algunas lágrimas.

Media hora pasó, y nadie más en la casa estaba despierto, y él seguía llorando. Tal vez este llanto estaba atrasado. Parecía de esa forma.

Y luego escuchó pasos, alzó la cabeza, limpiándose los ojos rápidamente cuando Frank entró. Este no le prestó atención al adulto llorando, dirigiéndose al fregadero y abriendo la llave. Bert lo vio mientras acunaba sus manos y las llevaba debajo del chorro de agua fría, antes de llevarlas a su boca.

Frank atrapó al mayor mirándolo, y su ojo se amplió, el agua salpicando de sus manos y sobre el mostrador, salpicándolo un poco. Maldijo, y Bert soltó una risita, sorbiendo por la nariz a la vez. Se limpió las manos en sus pantalones y sonrió a Bert, pero su sonrisa lentamente se desvaneció cuando vio sus ojos rojos, su piel sonrojada.

"¿Qué pasa?" Preguntó, y Bert bufó, negándose a creer que el chico realmente se preocupaba por él. O que quisiera saber qué pasaba por alguna razón que no fuera reírse de él.

"Nada." Contestó, limpiándose la nariz. Había moco en toda su mano ahora, y no es como si tuviera algún pañuelo con él, así que hizo lo asqueroso y se limpió en sus pantalones. Aunque había cosas peores ahí, no había duda de eso. "Estoy bien."

Frank alzó una ceja. "Esa es una mentira de mierda."

Bert simplemente se encogió de hombros. "Solo necesitaba una lloradita. ¿Eso es un crimen?"

"No, no..." Se sentó en la barra a su lado, balanceando sus cortas piernas. "Yo lloré ayer. Al menos, creo que fue ayer. Ya no recuerdo qué día es."

"No, yo tampoco." Bert admitió, mordiéndose el labio inferior y mirando su regazo.

Se quedaron ahí algunos minutos, y Bert sintió las lágrimas acumularse de nuevo, aunque realmente nunca se detuvieron. Puso la cabeza en sus manos y las dejó caer, y Frank no dijo nada, solo se quedó ahí sentado y escuchó mientras el mayor lloraba quedamente a su lado.

Era desgarrador, de alguna manera. Temía pensar que alguien lo haya escuchado llorar, si así es como se sentía. Ni siquiera conocía al chico, había tenido una especie de resentimiento lleno de celos contra él desde el momento en que se conocieron, pero escuchar a alguien llorar solo... no le gustaba. Para nada.

Y Gerard seguía dormido para cuando Bert terminó, y por eso estuvo agradecido. Odiaría ver la cara de Gerard si lo encontraba llorando.

"Buenos días, Gee." Caminó hacia lo que llamaban la sala de estar justo cuando el hombre más hermoso del mundo (para él, de todos modos) despertaba.

Gerard se talló los ojos y se sentó, su cabello enredado y su camisa arrugada. Murmuró algo en respuesta, mirando alrededor, aunque Bert no sabía qué estaba buscando. A Frank tal vez. Probablemente a Frank.

Y sí, estaba esa sonrisa en su cara, pero no era para él, ya no más; Gerard sonreía por Frank estos días, y mientras el adolescente se sentaba a su lado, Bert fue escaleras arriba, contemplando si dispararse en la cabeza sería una buena idea o no. Si conociera a Gerard, lo cual hacía, este aún tenía su arma, con solo una bala en ella. Y si Gerard seguía con vida, lo cual estaba, entonces no había disparado el arma desde que Bert se fue.

Sería tan fácil tomar el arma y usarla. Pero no podía. Acababa de regresar; aunque Gerard ya no lo quisiera cerca, no podía irse de nuevo.

~

Bert tenía un auto.

No iba a decirles, pero la mirada de 'estoy a punto de besarte' que obtuvo de Gerard hizo que valiera la pena. No tenía combustible, pero Gerard inmediatamente se ofreció para ir a encontrar algo. Bert aceptó ir con él, porque sabía que había una gasolinera a 30 kilómetros que podría tener gasolina.

Podía sentir el ojo de Frank sobre él cuando dejó la casa con Gerard, y no fue hasta que estuvieron fuera de vista que tomó la mano del menor, ignorando los ojos entrecerrados que este le dirigió. Entrelazó sus dedos, acomodando su mochila sobre su espalda con su mano libre y mirando directo al frente.

Y Gerard no quitó su mano, porque le gustaba un poco la comodidad, aunque fuera Bert. Pero estaba acostumbrado a Bert, quien le recordaba a casa y a Antes Del Apocalipsis, y Bert había estado ahí cuando nadie más lo estuvo. Ellos se habían tomado de las manos antes; ¿qué era tan diferente ahora?

"Lo siento." Dijo después de un tiempo, y Bert se detuvo.

"¿Qué?"

Gerard arrastró los pies sobre la acera, soltando la mano del mayor y colocándolas detrás de su espalda. "Lamento haberte dado una cachetada. Y lamento ser una perra tirana. Y... lamento, ya sabes..." Guardó silencio cuando Bert le levantó el rostro por la barbilla, haciendo que sus ojos se encontraran y sus corazones se aceleraran.

Se quedó ahí parado, indefenso, mientras Bert tomaba su rostro con ambas manos y se inclinaba, besándolo suavemente. No es como si le importara, solo estaba pasmado, porque todo estaba tan jodido en esos momentos y no sabía qué carajos pensar. Permitió a sus ojos cerrarse y se inclinó contra Bert mientras se besaban, las manos de Gerard sobre la cadera de Bert y las manos de este en el rostro contrario.

Y Bert sintió como si todas sus Navidades hubieran llegado de una, porque, aunque la boca de Gerard no era extraña para él, no la había sentido en mucho tiempo, y la había extrañado. La había extrañado tanto como al mismo hombre.

No habían caminado muy lejos, tal vez tres kilómetros a lo mucho, y no iban llegar a la gasolinera antes del anochecer, de ninguna forma. Bert no sabía dónde se quedarían o qué harían o si deberían caminar de noche o no, pero por ahora solo estaba contento con besar al hombre que tan desafortunadamente amaba, dejándolo sin aliento cuando se alejó.

"Yo – yo – yo –" Gerard tartamudeó, decidiendo callarse cuando se dio cuenta que no iba a decir nada. "Lo siento."

"Deja de disculparte." Bert respondió, apartando el cabello del menor de su rostro. "Está bien, Va a estar bien. Todo va a estar bien, lo prometo."

We Can Run, Or We Can Die [Traducción]Where stories live. Discover now