Capítulo 2.

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Las cámaras lo mostraban como el perfecto hombre, con su pelo rubio y sus ojos celestes aunado a su apellido, Mick Schumacher, era conocido como "the golden boy" era un perfecto caballero para todas sus ex novias, amigas, conocidos y compañeros de equipo, su sonrisa contagiosa y su temperamento tranquilo lograban cautivar a más de una persona. ¿Quien podía ir en contra de un hombre como el? Mírenlo, es el chico maravilla, el que creció con una excelente familia, el que tiene valores y una moral indiscutible, ¿era Perfecto? No.

No para una persona en específico, quien le había enseñado su verdadero yo, Paloma Martinez, era su víctima perfecta. Ante ella, Mick habría demostrado sus más oscuros deseos, sus ganas insaciables de siempre tener el control sobre ella pero sobretodo disfrutaba con orgullo volverla loca, no loca de amor, loca en sentido total, de hacerla sentir que el la perseguía y lo temerosa que se volvía ante su sola presencia, era lo que disfrutaba como no tenían idea.

Paloma había llegado a su vida como menos lo esperaba, ella había llegado de Barranquilla, una ciudad latinoamericana en búsqueda de un mejor porvenir para su familia, se había mudado a Francia, específicamente en Évreux, con contactos de unos familiares que habían llegado varios años antes en esa ciudad pudo instalarse, limpiando y cocinando en pequeños restaurantes.

Su vida había mejorado económicamente y sabía que en casa, les estaba yendo mejor, mucho mejor. Dentro de la ciudad siempre había un apellido que rondaba sin cesar, Ocon, ella lo escuchaba más de lo que deseaba y su razón era sencilla. El hijo de Laurent y Sabrine, había sobresalido en el mundo deportivo, un hijo del pueblo como le decían, ahora era millonario.

Nunca le había tocado verlo y esperaba no hacerlo, no se imaginaría cómo serían ese tipo de personas.

"Siempre que viene, trae a sus amigos y créeme Paloma, te dejan unas propinas que con eso en casa comerían por uno o dos meses por lo menos" chillaban emocionadas las mozas, que acomodaban las mesas ante aquella noticia furtiva de que Esteban, llegaría a la ciudad para su cumpleaños.

"Bueno, hasta les sonreiría aunque las mejillas estuvieran entumidas" dijo Paloma con una sonrisa en sus labios.

La tarde transcurría rápido y por la emoción de varios clientes al asomarse por la ventana del restaurante, Paloma entendió que Esteban había llegado.

Y estaba en lo correcto, al restaurante en el que estaba ella llegó Esteban y tal como lo había dicho una de las mozas, llego con varios amigos, en este caso eran 3 hombres.

Según a lo que le decía Marie, Esteban era el más alto, tenía el pelo negro y caminaba encorvado, el otro de pelo negro pero con una sonrisa ancha y unas cejas pobladas era Lance y el último y por el cual Marie soltó un suspiro era Mick, Mick Schumacher, Paloma no pudo quitarle los ojos de encima, su presencia y su mirada le regalaban una paz y tranquilidad infinita.

"Venga, Venga" les hablo Jean, el gerente que los movía a trabajar para poder atenderles a sus clientes preferidos. Todos empezaron a hacer lo que le tocaba y a Paloma, como era la que menos tiempo tenía en el restaurante, la mandaron a casa temprano.

Suspiro cansada y un tanto decepcionada, sabiendo la ilusión que le hubiese dado que uno de aquellos 3 le hubiese dado un par de euros para enviar a casa, Paloma se encaminó a la puerta de la salida principal y escuchó la sonrisa más angelical que había podido escuchar, era del único rubio que se había sentado en esa mesa. Ella giró lentamente y pudo sentir que sus miradas chocaron por un par de segundos, antes que ella lograra emprender su camino a su casa.

El camino era un tanto largo, se maldijo a sí misma por no haber traído un abrigo más caliente. Escondía sus manos en sus Jeans rasgados, tratando de apresurar El Paso.

"Hey" Una voz masculina le hizo girar a voltear a ver de quien se trataba, su corazón se detuvo al verlo.

Sus mejillas estaban rosadas y su respiración era agitada y El Fuerte viento hacía que el pelo rubio de el se moviera al compás. "¿Si?" La voz de Paloma era casi un susurro.

Mick al escuchar su voz, sintió como su corazón se empezó a acelerar, era un tono diferente, no era una voz ronca, era una voz dulce y suave, los ojos marrones de ella se abrieron de par en par.

"Se... se te cayo esto, cuando salías" Mick le entrego una pequeña billetera.

"¡Oh por Dios!, muchas gracias. Que amable" Paloma se sentía culpable al permitirse un descuido como tal.

"No hay de que, ¿hace frío eh?" Dijo Mick volteando a su alrededor.

"Si, demasiado" Paloma se limitó a decir "Uhmm, muchas gracias. Iré a casa" ella le tendió la mano y el se la recibió gustoso.

La mano de Paloma era fría mientras que la de Mick estaba tibia y ante el frío contacto Mick la quito después de un tiempo, no sin antes quitarse su chamarra "Toma, estas más que congelada" Paloma negó con la cabeza y Mick se acercó a ella y se la colocó por encima de sus hombros.

"No es necesario, estoy a unas cuadras" decía ella, pero agradecida en su interior porque efectivamente estaba muriéndose de frío.

"No importa, he empacado varías, así que al menos te llevarás algo mío esta noche" el sonrío con una gracia que Paloma en verdad creía que jamás volvería a ver a alguien así en su vida. "Quiero decir, tengo una excusa perfecta para mañana pasar a ver... verte"

"No sabes donde vivo" Paloma se rio tímida y Mick se acercó más a ella.

"No será tan complicado, ya se tu nombre, Paloma" el cómo había pronunciado cada letra de su nombre Paloma, quería grabar su voz y ponerlo en repetición, porque Dios, ese hombre.

"¿Como?" Pregunto Ella extrañada.

"Me tome el atrevimiento de buscar alguna identificación por si no te lograba alcanzar" Mick se sincero y pidió disculpas. "No te Quito más tu tiempo, Paloma. Pasó mañana por la chaqueta" le sonrió y se giró para el emprender su camino al restaurante.

Una sonrisa que no se borraría en toda la noche en el rostro de ambos, quien cada uno se dirigía a su realidad, después de aquel furtivo sueño.

"¿Si la encontraste?" Pregunto Esteban mientras bebía de su cerveza.

"Si, estaba a unas cuadras" contestó Mick "No la había visto aquí el verano pasado" dijo el extrañado.

"Mamá me dijo que era de México o algo Así, es familiar de varias personas que trabajan en la casa" dijo Esteban.

"¿Y tu chaqueta?" Le pregunto Lance intrigado por ver a su amigo sin su vestimenta completa.

"Se la he dado, la pobre moría de frío" dijo Mick.

"San Mick, deberían de ponerte una iglesia por lo santo que eres" Lance se burló.

"San Mick" se repitió varias veces el mismo en silencio, el sabía que no era un santo. Sabía que algo dentro de él, detrás de toda su bondad había algo oscuro, solo que aún no había podido explorarlo y externarlo.

¿Había un lado de Mick no había descubierto? Le intrigaba saber aquella respuesta.

Madness | F1 FanFicWhere stories live. Discover now