𝖎𝖎. Older Brother, Younger Sister

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lavender haze; parte uno, capítulo dos
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ii. HERMANO MAYOR, HERMANA MENOR

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☀️ Campamento de entrenamiento, Corte Día, Prythian

LO PRIMERO QUE ME ENSEÑÓ MI MADRE fue a cómo escaparme de cualquier peligro.

Primero me llevó a correr al bosque, ayudándome a afilar mis sentidos en caso de que algún día tuviera que realizar un escape forzoso. Me señaló las escurridizas raíces de los árboles que se confunden con el suelo para que las saltara, me indicó en qué animales y criaturas confiar y de cuáles huir y me ayudó a ubicarme en espacio y tiempo según la posición del sol y las estrellas.

Algunos años más tarde, robaríamos unos arcos y flechas de la armería a unos metros de la mansión para partir en una cabalgata veloz hacia un sitio escondido. Un claro de flores escondido en el medio de dos praderas, oculto detrás de una cortina de hojas rosadas creadas por un enorme cerezo. Allí me enseñaría a defenderme con esa arma, la única que ella misma sabía utilizar e iríamos allí siempre que pudiéramos sin levantar sospechas hasta que mi puntería fuera inmejorable.

La última y más importante de sus enseñanzas fue la aparición.

—Solo los faes más poderosos pueden hacerlo. Suelen ser los Altos Lords y su descendencia los que la usan —me había explicado mientras estábamos sentados en el claro secreto cinco años atrás—. Puede llevarte tiempo, pero no tengo dudas de que lo dominarás.

Estaba recostada sobre sus piernas y ella acariciaba mi cabello para tranquilizarme, para hacerme olvidar de lo trascendental que sería para mí poder escapar de la Corte Primavera.

—¿Podré ir a cualquier sitio? —le pregunté sentándome a su lado y mi madre se rió adivinando mis intenciones.

—Sí, en cuanto ese sitio no esté mágicamente protegido. Aunque cuanto más sea la distancia más concentración y poder requerirá. Así que ningún viaje repentino a la Corte Noche hasta que lo controles por completo.

Recuerdo haberme reído y haberle mentido, asegurándole que ni siquiera se me había cruzado por la cabeza. Ahora estoy caminando encapuchada hacia la entrada del campamento de entrenamiento de la Corte Día, que queda a un simple paso de su antítesis y sonrío todavía sintiendo las corrientes de viento que me acompañan cada vez que me aparezco. Saludo a los guardias con un asentimiento de cabeza y disimuladamente les entregó unos de los muffins de mi canasta, a lo que ellos me agradecen y me dejan pasar. Hace mucho tiempo que esto se volvió una rutina, por lo que ya conozco a todos los soldados de bajo rango a los que colocan para proteger las diversas entradas y los tengo controlados tanto con mi comida como con mi belleza y cordialidad.

LAVENDER HAZE ✶ rhysandWhere stories live. Discover now