Un daño peor

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Souya reía viendo a Rindou jugar con su pequeño hijo. Disfrutaban de una tarde en familia en el centro comercial mientras hacían unas cuantas compras.

-Creo que éste se le vería muy bien -dijo Rindou apuntando un lindo conjunto en la vitrina de una tienda.

El omega asintió mientras recibía al niño en sus brazos para que Rindou pudiera hacer la compra. Para cuándo el alfa salió, Souya ya no estaba ni tampoco el bebé.

Buscó en todos los lugares, tienda por tienda, pero no los encontró. Hasta que los vio salir del baño, mientras Souya limpiaba la boca del bebé.

-Dios... No me asusten así -dijo llegando hasta ellos.

Souya le mostró su camiseta manchada. Al parecer el pequeño había vomitado sobre él y tuvo que correr a un baño para intentar limpiarse.

-Me imaginé lo peor -dijo besando su frente.

El menor le hizo un gesto para indicarle que se calmara. Rindou asintió tomando a su hijo en uno de sus brazos, mientras sujetaba la mano de su pareja para continuar con su paseo.






Regresaron a casa ya de noche, y si hubieran percatado que la puerta no tenía puesto el seguro no habrían entrado a su hogar.

Rindou y Souya fueron aturdidos con un fuerte golpe en la cabeza. Los gritos de su hijo no los despertó.

Cuando abrieron sus ojos, estaban rodeados por paramédicos y policías. Souya estaba muy desorientado, pero su instinto fue mayor. Buscó a su pequeño, pero no lo encontró. Rindou lo vio ponerse de pie y tropezar varias veces a pesar de que le pedían no hacerlo, mientras buscaba a su hijo en todas las habitaciones.

-Nuestro...cachorro -logró decir con un hilo de voz luego de forzarla al máximo.

Rindou tocó su cabeza aún confundido. Cuando procesó bien todo, no le importó la sangre que salía de la herida en su cabeza. Corrió hasta Souya que lloraba y gritaba desgarrando aún más sus cuerdas vocales.

La policía dio la alerta de un pequeño extranjero secuestrado desde su hogar.

Rindou sabía perfectamente quien estaba detrás de todo eso. Y no tenía que ser muy inteligente para darse cuenta que era parte de su plan de venganza.

-No le bastó con encerrarme en la cárcel y con hacerte perder la voz... Se llevó a nuestro cachorro -decía conteniendo a Souya, que parecía estar en estado de shock abrazado a él dentro de una estación policial.

Fueron largas horas de intensa búsqueda en los alrededores. Incluso habían llegado al punto de cancelar vuelos directos a Japón con tal de llegar al pequeño desaparecido. El tormento de ambos padre creció mucho más cuando encontraron uno de sus zapatitos de perrito a las orillas de un camino. Pensaron en lo peor.

Las horas se transformaron en días y los días en semanas, y Souya iba a apagándose más y más con cada día que pasaba sin tener noticias sobre su bebé. Rindou participaba activamente de la búsqueda de su pequeño, tratando de no descuidar la deteriorada salud de su compañero.

-¡¿Por qué?! -gritaba en las noches despertando de sus pesadillas cuando lograba quedarse dormido.

Rindou solía inyectarle un calmante pues sus "gritos" empeoraban el estado ya lastimado de sus cuerdas vocales.

En ocasiones recibían llamadas de números privados en dónde les daban la ubicación de dónde podrían encontrar al niño, pero cuando llegaban allí sólo hallaban prendas o fotografías.

El alfa intentó miles de veces comunicarse con su hermano mayor, para pedirle que se detuviera, pero nunca contestaba.

Cuando Mori, el hijo de la pareja, cumplió el mes de desaparecido es cuando lo encontraron. El pequeño estaba durmiendo plácidamente sobre unas mantitas dentro de una casa abandonada. La policía llegó luego que la última llamada anónima les diera el lugar exacto dónde podrían encontrarlo.

Rindou podría jurar que vio cómo el alma regresaba al cuerpo de Souya en cuanto se reunió nuevamente con su hijito. Fue ver cómo sus ojos volvían a brillar. El omega había regresado a la vida.

Dentro del pañal del niño encontraron una pequeña nota. Rindou reconoció aquella letra.

"Sin rencores, queridos"

Rindou sentía su sangre hervir. Ran había completado su venganza por fin.

Souya sujetó su mano entre lágrimas. A pesar de ya estar un poco más aliviado, aún seguía muy nervioso. Y así fue por los siguientes días. El omega no dormía demasiado con tal de permanecer cerca de Mori, y tendía a caminar por la casa en altas horas de la madrugada sólo para estar seguro que no había nadie allí que pudiese llevarse a su bebé de su lado nuevamente. Y Rindou siempre estuvo a su lado.

Ran había causado demasiado daño esta vez. El omega había rozado la locura debido a perder a su cachorro por segunda vez.

-Algodoncito, por favor... Él ya está con nosotros. Ran no seguirá -decía viendolo regresar de su paseo nocturno por la casa.

Souya asintió volviendo a la cama acurrucándose en sus brazos. Ambos estaban agotados mentalmente. Gracias a que también el omega había sido reconocido como uno de los gemelos que habían desaparecido en Japón, tuvieron que dar muchas explicaciones. Nadie creía que Souya estaba bajo su propia voluntad junto a Rindou, y el hecho de que no pudiese hablar, empeoraba las cosas. Finalmente decidieron creerles, pero estarían bajo investigación por un tiempo para asegurarse del todo.

El menor saltó de la cama cuando escuchó a su pequeño llorar. Corrió hasta su habitación y le encontró en su cuna, puesto de pie estirando su mano para tratar de alcanzar el peluche que su padre le había regalado y que dejó caer fuera de su cuna.

Souya tomó a su pequeño y le abrazó sobreprotector. El niño ya iba acostumbrándose a los abrazos sofocantes de su madre. Rindou sacó al niño de sus brazos y lo regresó a su cuna, pasándole el juguete. Tomó la mano del omega y le obligó a volver a la habitación.

Rindou tomó su brazo y, a pesar de que Souya se negó rotundamente pataleando y empujándolo, inyectó un calmante que le haría dormir y lo mantendría adormecido un par de horas más al despertar.

-Lo hago por tu bien, cariñito -susurraba viendo cómo Souya batallaba contra los efectos del medicamento -No quiero perderte...No puedo perderte.

Souya finalmente cayó dormido sobre el colchón en una posición visiblemente incómoda. El alfa lo colocó en su lugar y lo cubrió con las mantas para dejarle dormir tranquilo.

Rindou fue hasta la habitación de Mori y lo cargó pues el pequeño estiró sus brazos en cuanto le vio regresar.

-No debes ser bullicioso... Mami duerme -decía conteniendo un bostezo yendo hasta el sofá que tenían en la habitación del cachorro.

Se sentó en el cómodo mueble y comenzó a leerle un cuento para ver si lograba hacerle dormir también, pues aún no amanecía y no era bueno que modificara sus horas de sueño. Sin embargo, terminó durmiéndose él a mitad de la lectura, mientras Mori le daba palmaditas imitándolo cuando querían hacerle dormir.

 Sin embargo, terminó durmiéndose él a mitad de la lectura, mientras Mori le daba palmaditas imitándolo cuando querían hacerle dormir

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¿Bajo control? [Tokyo Revengers] [Omegaverse]Where stories live. Discover now